LA BUENA NOTICIA DE MANUEL MONTES CLERIES

Málaga 23 de Febrero de 2009

m.montescleries@telefonica.net

 

CORONA DE SOLIDARIDAD

 

          Cuando el diablo no tiene nada que hacer, amarra moscas con el rabo. Este dicho popular se ha hecho realidad durante la última semana de manera muy especial en nuestra Málaga. Con la que está cayendo, tanto los medios, como la sociedad que es informada -y a veces, desinformada- por los mismos, se han conmocionado por una aportación económica del Ayuntamiento, prevista en los presupuestos, a dos cofradías, una malagueña y otra jiennense.

 

         Mientras, las hermandades malagueñas, de forma lo mas callada posible, siguen dedicando parte de sus ingresos a intentar sobrellevar la delicada situación económica por la que están pasando muchas familias. Tanto la vocalía de caridad de la Agrupación, como las cofradías a escala particular, siguen metiendo el hombro en el trono del infortunio y la pobreza que sustenta a tantos Cristos vivos que nos rodean.

 

       Sin ir más lejos, la Cofradía de los Estudiantes, ha dejado para mejor ocasión la renovación de las túnicas de los nazarenos y la confección de una nueva corona para la Virgen de Gracia y Esperanza. Y ha dejado un cheque en Bancosol entre otras cosas. La cofradía de la Crucifixión, incardinada en uno de los barrios más pobres de Málaga no ha dudado en repartir una buena aportación económica entre dos instituciones de ayuda directa a los  más desfavorecidos. 

 

    Dos ejemplos de los muchos que podíamos reflejar en estos momentos. Hace años, a este humilde “junta letras”, le costó un gran disgusto el manifestar públicamente en la cofradía a la que pertenecía, y pertenece, su idea sobre la jerarquía de valores de una hermandad. Estas, nacieron para atender a los pobres de los distintos gremios y para dar culto y procesión a sus imágenes. El secreto está en la y. En estos momentos, tenemos una Semana Santa maravillosa que puede aguantar con los enseres que tiene y así lo han entendido los cofrades. Y obran en consecuencia.

 

       La buena noticia de hoy es que los hermanos de las cofradías están comprando coronas de solidaridad, en forma de garbanzos y leche para los niños. Por otra parte, el Ayuntamiento tiene que cumplir sus compromisos asumidos en mejores tiempos, pero todo se puede negociar. Lo pueden dejar para mejor ocasión, o quizás, los casi treinta mil euros sirvan para crear treinta salarios que palien (tapen con el palio del trabajo) el paro de algunas criaturas. Por cierto, me gustaría saber cuanto hay presupuestado este año para el Carnaval, el capote de paseo de la feria taurina, etc., etc. El que esté libre de pecado… Mucha demagogia y pocas soluciones. Pero mientras hablamos de esto, no pensamos en otras cosas.

LA BUENA NOTICIA DE MANUEL MONTES CLERIES

Málaga 16 de febrero de 2009

m.montescleries@telefonica.net

CALABUCH

             Dado que la televisión de hoy es impresentable, me tengo que refugiar en la revisión de las películas de los “ominosos” años 50. Me da igual que sean extranjeras o españolas, aunque prefiero estas últimas por su cercanía geográfica y ambiental y, sobre todo, por el sentimiento de haber sido en parte protagonista de las mismas.

            La otra noche me topé con Calabuch (Luis García Berlanga, 1956). Una deliciosa película que no tiene nada que envidiar al neorrealismo italiano. Un gran trabajo, escaso de medios, que  fue premiado en el Festival de Venecia. Dicho filme recoge los avatares de un pueblecito mediterráneo en el que se refugia un sabio vinculado a la Nasa y que entre sus sencillos habitantes encuentra la felicidad. La descripción de los personajes, la delimitación de los poderes religiosos, civiles, militares y la delincuencia, me hicieron sonreír abiertamente comparándola con la que está cayendo. La boda, la corrida de toros y la declaración de guerra a la VI flota, son de antología.

            Ciertamente, aquella sociedad no era la del bienestar, pero era la del estar bien. Ninguno de sus protagonistas pretende vivir por encima de sus posibilidades. Solo viven y dejan vivir. Se tratan con confianza y con respeto y se unen ante la adversidad. Están mediatizados por el papel de barba y las pólizas de 1.50, pero no son martirizados con el pensamiento único y la libertad de elegir lo que quieren  que elijamos los que mandan.

           Finalmente, al sabio de la película le pasa lo que a muchos de nosotros. Nos rescatan de lo sencillo, de las tradiciones y de los valores. Nos “conducen” a lo políticamente correcto, a lo que el “gran hermano” decide que tenemos que pensar, ser, hacer y decir.  Y le hacen –y nos hacen- la puñeta.

          Mi buena noticia de hoy es que aun nos queda el cine. Películas de Berlanga como La escopeta Nacional, Los Jueves milagro, La vaquilla, etc., nos permiten revisar la memoria histórica de manos de un “rojo” que siempre ha tenido los ojos muy abiertos y que ha descubierto el esfuerzo de nuestros padres y nosotros mismos para convertir una España, rota por el odio y destrozada por la guerra incivil, en un país en el que hemos vivido cada vez mejor. Que no nos estropeen la vida los corruptos, los corruptores y los vigilantes de la corrupción. El nombre se lo ponen Vds. De todas formas al final los “analistas de lo cotidiano” dirán que la culpa de todo la tenemos los cristianos y los ciclistas.

LA BUENA NOTICIA DE MANUEL MONTES CLERIES

Málaga 9 de febrero de 2009

m.montescleries@telefonica.net

 

TRES NIÑOS, TRES

          La humanidad es totalmente incoherente. Dedica grandes esfuerzos a salvar seres que se merecen todo el respeto y la atención como tales, pero, que no son, en mi opinión, más importantes que las personas. Veía días atrás en un telediario la lucha, como si de una guerra abierta se tratara, entre un ballenero japonés y un barco de cierta envergadura de una asociación ecologista. Mientras los nipones se defendían con cañones de agua, el barco de Green Peace –o algo similar- le embestía de proa como si se tratase de una batalla naval entre bucaneros. Ingentes cifras se dedican a la conservación de la naturaleza, protegemos un montón de especies –cuidamos los nidos con esmero- mientras en nuestro avanzado país las cifras de natalidad son las más bajas del mundo. Y estoy cayendo en la aberración de comparar seres humanos con animales. Pero, solo por el instinto de conservación, deberíamos cuidar más la vida humana desde su concepción hasta su desenlace.

         Esta semana han entrado en mi vida tres niños. El primero, Miguelito,  es mi décimo nieto y ha venido a caer en una familia que vive por y para los niños. El segundo me lo trajo su madre la semana pasada. Venía envuelto en mantas y con un gorrillo que apenas permitía ver sus ojos. Había tenido menos suerte. Me lo enviaban las instituciones sociales. Hijo de separada y de un maltratador condenado a prisión por ese delito. Vive en un piso de acogida con su madre, cuarentona, prácticamente sin ingresos. Nacido prematuro con el síndrome de Down. Sometido a una operación de corazón que le permitió ser viable. Su madre venía sonriente y orgullosa de su hijo. El niño era feliz también. Reaccionaba a cualquier estímulo (ya tiene 18 meses) y lo entendía todo, reía y palmeaba. Transmitía una sensación de ternura que soy incapaz de transcribir. La madre decía que era su vida y su alegría. Y todos la entendíamos. Ni ley de plazos ni leches. Decía Paul Jean de Toulet un poeta francés de finales del XIX “Los niños están siempre ebrios, ebrios de vivir”. Aquel, chiquillo, con los ojos pendientes de una operación de estrabismo, con una situación familiar difícil, y su madre, ay, su madre, nos transmitieron una borrachera de vida que a mí, me ha dejado resaca.  Al despedirles, no tuve más remedio que decirle a su madre. Ole tus ovarios. Me has dicho más con tu ejemplo que muchos científicos y ecologistas “tostones”. La tercera, la puedo describir como una antigua hucha del Domund. Una chinita preciosa de poco más de un año. Sus padres han estado “embarazados” más de dos años. Varios viajes a Extremo Oriente, mucha paciencia y voluntad, han fructificado en una niña con rasgos orientales que mueve sus bracillos al escuchar flamenco. Y vuelve locos a sus padres.

          Tres ejemplos de vida. Hoy tres buenas noticias, tres. Salvemos la naturaleza empezando por el ser humano. Por todos los seres humanos. Y demos menos plazos a la muerte y más a la vida.  Tres niños felices, tres.

    

LA BUENA NOTICIA DE MANUEL MONTES CLERIES

Málaga 2 de Febrero de 2009

m.montescleries@telefonica.net

 

LA VIDA ASCENDENTE

         A  lo largo de la semana participo en varias tertulias, unas públicas y otras privadas. Comienzo los lunes en una emisora de radio debatiendo con vecinos y concejales malagueños de distintas filias y fobias. Continúo con un encuentro televisivo por la tarde con participación telefónica. Un temario más abierto, más tipo popurrí. Los viernes hemos iniciado en una emisora  de radio local un encuentro inter-generacional; dos “puretas” bragados en estas lides nos confrontamos con tres estudiantes de Ciencias de la Comunicación.  Por último -a esta me quiero referir- participo de una cena-tertulia-partida de cartas que celebramos los viernes por la noche en domicilios alternativos.

 

      Como podrán deducir, la temática de cada uno de estos encuentros es totalmente diferente. El participar activamente en las tres primeras te obliga a estar atento a los medios, conocer la “más rabiosa actualidad” y espabilarte y pensar. O te comen… y quedas “como la chata”. La última no, para esta lo único que hay que aportar es un análisis de sangre o la crónica detallada de una visita a cualquier tipo de galeno. La conversación se enzarza entre males y remedios, años y consulta a Google y sobre todo… miedos.

 

      No se porqué tenemos tanto temor a envejecer. La única enfermedad de la que no se libra nadie, es la del paso de los años. Y aquí viene el dilema: consideramos la vida como la superación de etapas disfrutadas o la identificamos con la pérdida de posibilidades de supervivencia a los demás. En una palabra, la lucha entre la botella medio llena o medio vacía. La disyuntiva entre pasar la vida y vivir la vida. Yo, ante esta situación, tiro de una frase que me ayuda a asumir los conatos de “mosqueo”. Olvidemos el pasado, vivamos el presente y dejemos el futuro en las manos de Dios y de los médicos ( y no de Google).

 

         La buena noticia la recibo hoy de los “chavales” de Vida Ascendente. Ojo, no dicen vida sufriente ni “camino a los Asperones”. Vida consciente, creciente y comunicada. Ascender es subir. Claro, siempre todo ello multiplicado por la Fe y la Esperanza. Tomo los siguientes datos de su página Web. Vida Ascendente nos enseña: El arte de envejecer. El Arte de sentirnos útiles y el Arte servir. Añaden: El estar jubilado del trabajo… no es estar jubilado de la vida. Si el «tiempo es oro», eres millonario en horas libres y disponibles. Pienso que el nombre de este Movimiento de Iglesia está mejor definido en su francés originario: La vie montante. Un nombre que podía reflejar una bella balada de Aznavour. Crecer viviendo. Sin complejos.

       Hoy celebran su fiesta. San Simeón y Santa Ana. Dos jubilados que estaban en el Templo de Jerusalén echando una mano y descubrieron a Jesús. Algo así siguen realizando hoy los “jóvenes de Vida Ascendente”. Cuando yo sea mayor quiero ser como ellos. Leña a la vida decadente. Siempre hacia arriba.