LOS NIÑOS

29 f, 20

 

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         m.montescleries@telefonica.net      Málaga 30 de marzo de 2020               

LOS NIÑOS

       Ellos son los que menos culpa tienen de esta situación y los que, en el futuro la van a recordar como una pesadilla.

 

      Por suerte, estoy rodeado de niños, mejor dicho, estaba rodeado de niños. Ahora los tengo cerca, pero de manera virtual. En el futuro nos vamos a tener que acostumbrar a lo virtual, con lo poco que gusta.

Los niños son nuestra proyección en la vida y nuestra esperanza de un futuro mejor que el que les hemos dejado a ellos. Los niños protagonizan la mejor noticia que se nos puede comunicar. Personalmente hoy tengo más presente y con más necesidad de acoger en mis brazos a mi último nieto, Quique. Un tiarrón de unos cuarenta días que come y engorda como si no hubiera un mañana.

En estos días no paran de producirse malas, pésimas noticias y buenas, excelentes y conmovedoras noticias. Los malos tiempos tienen eso. Sacan lo peor y lo mejor de cada uno de nosotros. Personalmente he tomado la firme decisión de hacer caso omiso de cuanta información, de todo tipo y de toda procedencia, que se ocupe de meter el dedo en la llaga. Tendremos tiempo para reprocharnos lo mal que lo podemos estar haciendo y asumir responsabilidades. Ahora tenemos que ceñirnos a lo que nos une.

Desde que inicié la redacción de las buenas noticias he optado por reseñar aquellas que no son titulares de ningún periódico. Ni de recoger hazañas extraordinarias y puntuales. Creo más en la heroicidad de estar al pie del cañón cada día que en la que se realiza en momentos concretos por una sola vez. Aunque sea de una dimensión colosal.

Mis buenas noticias de hoy hablan de niños, me las proporcionan dos familias muy diferentes. La primera pertenece a la Institución Hogar Abierto. Como supongo conocerán ellos se encargan de acoger niños desamparados en los domicilios de familias voluntarias que se ofrecen para ese servicio. A lo largo de esta semana tres niños malagueños se han quedado solos al tener que ingresarse en el hospital la cuidadora de los mismos, gravemente enferma por causa del corona-virus. Una familia, cuyo nombre desconozco, no ha dudado en hacerse cargo de estos tres niños y llevárselos a su hogar. De pronto… una familia numerosa.

Otra madre coraje, mi buena amiga Milagros, una abogada y funcionaria malagueña de gran talla, no ha dudado en acoger en su casa a uno de los niños africanos que la ONG Nunca más es menos se trae a Málaga para curarlos de las grandes dolencias que sufren allá en Costa del Marfil. Milagros le ha acompañado constantemente en el hospital durante su etapa de operación y ahora termina su recuperación en su propia casa. Milagros ha encontrado la felicidad en esta difícil etapa en la que vivimos, dando y dándose a los demás.

    HOGAR ABIERTO Y MILAGROS DE BENITO, entre otras muchas similares, protagonizan mis buenas noticias de hoy.

           

 

 

 

 

   

LA ENTREVISTA

25 f, 20

 

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries          m.montescleries@telefonica.net 

                                                                     Málaga 20 de marzo de 2020

LA ENTREVISTA

   Todos los periodistas soñamos con esa entrevista ideal. Esa que nunca podemos conseguir.

 

Personalmente he tenido suerte. He podido entrevistar a varias personas que me interesaban e interesaban a mis oyentes. Allá por el año 2.000, con motivo del año jubilar, estuve una buena temporada en Roma como voluntario, pero no pude acercarme a menos de cinco metros del Papa ni siquiera para estrecharle la mano.

Jordi Évole es, sin duda, el mejor periodista de nuestros tiempos. Podemos estar de acuerdo o no con sus ideas, pero todo lo que aborda lo convierte en noticia trascendente y nos da un ejemplo de bien hacer y periodismo vivo. En su serie anterior conectó con el Papa Francisco y consiguió de él una cercanía y un feeling extraordinarios.

El pasado domingo nos sorprendió con un episodio de su nuevo programa: “Lo de Évole”, dedicado al “coronavirus”. Entre otras entrevistas extraordinarias –nos sorprendió especialmente la de una camionera- culminó con un sorprendente encuentro por skype con el Papa Francisco.

El Obispo de Roma lo bordó. No se pueden decir más cosas en menos tiempo. No se puede predicar de una forma más sencilla y, al mismo tiempo más profunda. Habló de acoger, más que despedir; de descubrir a la gente que vive en la calle: “su esperanza es muy corta”; de cercanía, de disponibilidad; “los médicos y los enfermeros son los santos de la puerta de al lado”; “de esta vamos a salir mejores” y sus dudas de fe en el pasado. Las mismas que a veces tenemos tú y yo.

El Papa Francisco es el mejor ejemplo de un miembro del “segmento de plata”. Una mente lúcida y joven dentro de un cuerpo cansado y maltrecho por la edad. Ha estado grande el Espíritu con su elección. Cada mañana en su Eucaristía a las siete de la mañana, que podemos vivir por 13 TV, me siento tan cerca de él como si lo tuviera en mi casa. Gracias Francisco y gracias Évole, el papa te ha “calado”. Las oraciones de tu madre te ayudan a ser testimonio y defensa de los necesitados. Como lo haría el propio Jesús de Nazaret.

Si pueden recuperen la entrevista. Está en Internet.

 

   

                    

 

 

 

 

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         m.montescleries@telefonica.net      Málaga 23 de marzo de 2020               

TAMBIÉN HAY BUENAS NOTICIAS

       Claro que sí, entre las nubes siempre sale un rayo de luz.

 

    Como cada semana me apresto a intentar transmitir a aquellos que me honran con la lectura de mis comentarios una buena noticia.

Los tiempos que corren no posibilitan acceder a demasiadas. Al no poder salir de casa, toda la información nos llega a través de los medios, que, como siempre, siguiendo las normas periodísticas, inciden más en lo negativo que en lo positivo. La tragedia vende más que la comedia. La lágrima vende más que la sonrisa.

No estoy en contra de la información. Lo que me parece exagerado e inconveniente es el exceso de opiniones y noticias no contrastadas  de fuentes poco fidedignas. Llega un momento que cerramos los ojos y los oídos a ese exceso de “novedades” con el peligro de no atender a lo estrictamente importante.

Vamos a la buena noticia de hoy. A nuestro alrededor circula un colectivo de personas a las que procuramos no mirar demasiado o ignoramos directamente. Son ese grupo de transeúntes, vagabundos, sin techo, homeless o clochards -según el país en que se encuentren- que vegetan en nuestra ciudad. Málaga es una especie de paraíso para ellos. El clima benigno, las playas, el poder vivir en la calle sin muchas dificultades, les hace arribar a nuestra costa y quedarse en ella. Por otra parte, los jóvenes inmigrantes sin papeles se quedan por aquí hasta encontrar la posibilidad de dirigirse hacia el resto de Europa.

En el barrio del perchel se encuentra  Calor y Café, un lugar donde pernoctar y mejorar sus condiciones vitales para estos hermanos nuestros. Caritas lo abrió en Málaga hace tres años y ahí sigue. Pero el día es muy largo y a sus usuarios los tienen que enviar a la calle de 9 de la mañana a 9 de la noche. Para ellos, normalmente, es la vuelta a su rutina y no hay ningún problema. Ahora si. Con la maldita pandemia de coronavirus no los dejan circular por la calle. Y hacen muy bien. Los malagueños que conocíamos el caso nos movilizamos llamando a muchas puertas para paliar esta situación.

La buena noticia de hoy es que este tema se ha arreglado. Con la colaboración de todos. El ayuntamiento, caritas, los trabajadores sociales de caritas y sobre todo, los personajes, los héroes anónimos. Esos voluntarios de la Caixa, ese José, propietario de un almacén del Viso que abre sus puertas un sábado por la tarde para suministrar ropa interior y otros productos textiles, la Obra Social de la Caixa que aporta los fondos, los hoteles Amaragua y Don Pablo que suministran toallas. Todo funciona como un reloj con una sola llamada entre las personas de buena voluntad. El albergue de Torremolinos está abierto y atendido.

Nos quejamos mucho de los bancos. Pero estoy convencido de que mucho de lo que realizan las ONGs no lo podrían hacer sin el soporte de las obras sociales de los mismos. Es justo que se lo agradezcamos. Sobre todo de aquellos que siguen manteniendo el espíritu de las viejas cajas de ahorros. En los tiempos difíciles están dando la talla. A los mayores nos han anticipado la pensión una semana los que la recibimos por CaixaBank. Los de la Obra Social de Unicaja me han llamado por si necesitábamos algo en el Biberódromo. Ole por ellos. Como decía un viejo amigo: Dios se lo pague a Dios.

Mi buena noticia de hoy es que juntos vamos a poder.

 

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries          m.montescleries@telefonica.net 

                                                                     Málaga 18 de marzo de 2020

LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

   A lo largo de mi etapa periodística he escrito varias veces sobre los signos de los tiempos.

 

En el año 2011 escribía en mi buena noticia: “Desde hace mucho tiempo estoy atento a descubrir los signos de los tiempos. Estos son una serie de circunstancias que nos transmite, llamémosle “la providencia” (que cada uno le aplique sus creencias), para hacernos ver su parecer sobre lo que está sucediendo en el mundo. En el Evangelio de San Mateo se aborda este tema; también lo recoge en la encíclica “Pacem in Terris” (11. 04)  el Papa Juan XXIII, donde los define como una nueva forma de interpretación de las manifestaciones de Dios en las mediaciones humanas, particularmente en la historia. El Concilio Vaticano II abordó profundamente este tema recogido magistralmente en la “Gaudium et Spes”.

 

       El Papa Juan XXIII consideraba que “el mundo moderno había experimentado y seguía experimentando tales cambios que bien podría decirse que estaban en el umbral de una nueva era. Estas transformaciones trajeron consigo grandes ventajas tecnológicas y también grandes peligros, sobre todo la amenaza de la pérdida del sentido de lo espiritual, pues el progreso moral del hombre no había seguido el ritmo de su progreso material, muchas veces al margen de Dios”.

Yo, personalmente, estimo que la segunda parte del Siglo XX y lo que llevamos vivido del XXI son pródigos en mensajes claros y terminantes a la humanidad en los que se nos transmite la necesidad de radicalizarnos, volver a las raíces humanas en algunos aspectos. Estamos manipulando la naturaleza de una forma exagerada y ésta, nos está reivindicando su poder”.

Estimo que la situación actual es un “signo de los tiempos”, con todas las características que recogen las apreciaciones anteriores de los maestros de la Iglesia. El alejamiento del sentido espiritual de la vida. La prepotencia del hombre sobre su nacimiento, vida, muerte y destino final. El juego con la vida y la muerte. El desprecio a los que no tienen la suerte de vivir en nuestro “maravilloso” occidente.

Nos ha llegado el tiempo de la humildad. De descubrir la maravilla que es el ser humano per se. Una de las frases que me han hecho meditar más profundamente la escuché el otro día de boca de uno de los muchos que se asoman a las pantallas. “Este es un problema global que se resuelve con la aportación individual”.

    Los signos de los tiempos tienen también su faceta positiva. Nos han unido mucho más a las personas de buena voluntad, sin necesidad del contacto físico. La gente está leyendo, está pensando, se está sintiendo más solidaria. En una palabra: Está más cerca de Dios. Recibimos oraciones, encomiendas e imágenes que muchos tenían olvidadas.

   Otro signo: Los medios de comunicación nos permiten asistir y vivir la Eucaristía a diario. Hemos entendido mucho mejor la idea de que la Iglesia no es el templo. Es la vivencia común, de los cristianos aun en la distancia. El dibujo que les acompaño lo explica maravillosamente. “La Iglesia no se cierra”.

 

 

 

 

 

 

 

APRENDER A VIVIR

15 f, 20

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         m.montescleries@telefonica.net      Málaga 16 de marzo de 2020               

APRENDER A VIVIR

    Aprender a vivir con las dificultades que ahora tenemos  es un camino difícil. Pero lo vamos a hacer.

     Pertenecemos a una generación que ha disfrutado de una vida muy cómoda. Siempre hacia delante. Siempre en mejores condiciones. Siempre con más medios. Hemos mejorado nuestra alimentación; nuestra enseñanza; nuestra vivienda; nuestro trabajo; nuestro entorno; nuestras posibilidades de viajar.

De pronto: pintan bastos. De la noche a la mañana una gripe exótica y lejana nos invade subrepticiamente y pone la humanidad patas arriba. ¿Qué está pasando? Estamos viviendo una mezcla de realidad y pánico colectivo. Nos llueven las recetas milagrosas y las previsiones apocalípticas.

El problema más gordo que tenemos los españoles -ese que no somos capaces de comprender- se materializa en dos circunstancias terribles: nos quedamos sin futbol y sin procesiones de Semana Santa. Mientras, la economía se hunde y los hospitales apenas dan abasto para atender a tantos enfermos que, en su mayoría, superan el maldito “coronavirus”.

Las familias se han disgregado. No podemos encontrarnos con nuestros hijos y nietos por el temor a transmitirnos la enfermedad. Hemos tenido que abandonar nuestro trabajo como voluntarios por miedo a ser receptores o transmisores del “bicho”. Las calles están vacías y los supermercados llenos… (Por cierto, yo estoy ejerciendo mi voluntariado por teléfono desde mi casa).

Algunos no se lo toman en serio. Empezando por los políticos (veo en la prensa de hoy a un ex preboste madrileño paseando por Marbella con su perro, vaya ejemplo). Otros de vacaciones con los niños en la playa. Otros mandando memeces (memes) a mansalva o asustándote con opiniones de todo tipo.

No hemos vivido jamás esta situación. Tenemos que aprender a vivir en situación de alarma y de crisis. Sin futbol y sin callejeo. Sin copas y sin aglomeraciones. Apretando los dientes y tirando para adelante.

Mi buena noticia de hoy me la proporcionan los adelantos en las comunicaciones. He vivido los tiempos de los telegramas y las conferencias a través de operadoras con ciudades o pueblos que se encuentran a menos de un cuarto de hora caminando. Hoy estamos totalmente intercomunicados. Puedo hablar (y al mismo tiempo verlos) con mis hijos o nietos por whatsapp o por skype, se encuentren en Málaga o a cientos de kilómetros.

De momento, en mi retiro casi monacal, estamos tres mayores en situación de riesgo por nuestra edad, aprendiendo a vivir como lo hicieron nuestros antecesores en etapas similares. Aislados pero con la gran ventaja de estar conectados por las redes. Tenemos que valorar el trabajo de tantos inventores que han facilitado esa posibilidad. Mi buena noticia de hoy es que estamos vivos, jodidos pero vivos. VAMOS A SALIR DE ESTA.

 

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries          m.montescleries@telefonica.net 

                                                                     Málaga 11 de marzo de 2020

EL SENTIDO DE LA VIDA

      Nos encontramos en el foco de la actualidad mundial, en medio de una pandemia que nos tiene asustados. 

 

     Me aprestaba a escribir hoy sobre el sentido de la vida. Estaba elucubrando sobre las declaraciones de alguno de los “influencers” que pululan por las redes sobre la “vida sin sentido”. Su forma de darle valor a la vida, se basaba en “el tener”, más que en “el ser”.

 

Mi padre me explicaba por donde andábamos en nuestro recorrido vital sobre un metro de madera, de los que se utilizan en las tiendas de tejidos. Veíamos la diferencia entre los 12 CMS. de mi edad, su casi medio metro y el espacio cercano a los 90 CMS. de mi abuela.

 

Cuando estoy a punto de recorrer las tres cuartas partes del metro de la vida, doy fe de que esta tiene un sentido desde el principio hasta el fin. Cada día tiene su afán, como recoge el Evangelio de San Mateo. La naturaleza es tan sabia que te permite, y te ayuda, a enfrentarte con las dificultades que te surgen en cada etapa de tu vida y superarlas con tu esfuerzo y la ayuda de Dios.

 

Nos encontramos con la situación más complicada a escala general de las que yo he podido vivir. Mi suegra, que ahora vive con nosotros, me comentaba, al ver la locura de las compras acaparadoras en los supermercados, que durante la guerra incivil, había dinero, pero no había alimentos. Hoy, gracias a Dios, hay dinero y alimentos; en unas familias más que en otras. Pero el instinto animal que todos tenemos, nos adocena y nos convierte en una especie de jauría humana. El miedo a la enfermedad es demasiado contagioso y se propaga de forma exponencial. Los medios, con un tratamiento, a mi entender exhaustivo, no ayudan a tranquilizar a la masa.

 

Estimo que el famoso coronavirus pasará. Como tantas pandemias o epidemias. China, el foco de la crisis, nos comunica que la enfermedad va remitiendo. En Europa, en España, las cifras actuales no son espectaculares. Pero se une al tema sanitario la situación política y económica en la que los próceres quieren ser más papistas que el Papa. Pienso que la mejor manera de pasar dignamente esta situación, es haciendo caso a los que saben de esto más que nosotros, poniéndolo todo de nuestra parte y dándole a la vida un sentido positivo en estos días en los que pintan bastos.

 

Personalmente soy un hipocondríaco persistente y un medroso de categoría. Pero ahí tiro de la fe y del sentido común. Me repito la frase siguiente hasta que la hago martillear en mi mente: “olvida el pasado, vive el presente y deja el futuro en las manos de Dios”. Nuestros antecesores las han pasado más canutas y con menos medios. Al mal tiempo buena cara y una sonrisa. Esta fórmula da sentido a la vida.

 

                                

 

 

LA PROVIDENCIA

8 f, 20

 

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         m.montescleries@telefonica.net      Málaga 9 de marzo de 2020               

LA PROVIDENCIA

    Esta es una de las bellas palabras castellanas que está cayendo en desuso.

Una de las acepciones que recogen los diccionarios sobre este término es la siguiente: “Cuidado que tiene Dios de la creación y de sus criaturas”.

          Para comprender esta explicación hay que ser mínimamente creyente. Con lo poquito que recordamos de nuestra instrucción catequética, entendemos que la providencia divina es la ayuda que Él nos presta para superar problemas y necesidades imperiosas.

Esta buena noticia de hoy me llega en uno de los lugares que me permiten el acercarme con cierta dignidad a los menos favorecidos. Dicho lugar funciona con los medios económicos y materiales justos. Normalmente nunca falta nada de lo imprescindible… pero tampoco sobra. Una pequeña cocinita, unos servicios limpios, unos sillones-cama aceptables y un ropero que se surte de las aportaciones de las personas de buena voluntad.

Las necesidades de los que viven en la calle son múltiples. De las dimensiones que depara el no tener nada. Con cierto pudor se acercan a los responsables y les preguntan si le pueden suministrar unos calcetines, una chaqueta de chándal, unas zapatillas o alguna ropa interior.

La persona que se los da me comentaba con estupor que no sabía de donde lo sacaba, pero que siempre encontraba con algo que pudiera cubrir la necesidad del acogido. Sentenciosamente me dijo: La providencia. Se sintió un poco cortada para decirme el apellido de la palabra mencionada. Entre los dos la completamos: La providencia divina.

Y no se trata de que Dios baje a la tierra para buscar unos calcetines. Es que te utiliza como instrumento, como el largo brazo que se extiende por el mundo. Ese brazo en forma de sanitario, de maestro, de cooperante o de voluntario de todo tipo, que hace presente y operante las manos de Jesús de Nazaret.

El que no se pierda el uso de la palabra providencia entre nosotros depende de que la pongamos en práctica con nuestro esfuerzo. Sí, ya se que están pensando mis lectores: “ya está aquí Manolo con sus homilías”. Que queréis que os diga. Uno habla –o escribe- de lo que conoce y domina un poco. Encontrar “buenas noticias” en un telediario es muy difícil. Encontrarla entre los que intentan vivir el Evangelio es más fácil.

 

EMPRESARIOS

4 f, 20

 

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries          m.montescleries@telefonica.net 

                                                                     Málaga 4 de marzo de 2020

EMPRESARIOS

      Tengo bastante clara la diferencia entre empresario y especulador.  

 

Los primeros dedican todo su esfuerzo a crear puestos de trabajo y a mejorar su status y el de cuantos les rodean. Los segundos basan su vida en el obtener beneficios a costa de la especulación, pasando por encima de todos y de todo. Confían más en el tener que en el ser.

 

De vez en cuando, rara vez, me encuentro con auténticos empresarios. Todos tienen una característica común. Han salido de la nada. No pertenecen a una familia que los ha puesto en la cúspide desde su nacimiento. El caso que nos ocupa se trata de un hijo de campesinos, de una pedanía de la Málaga profunda, educado con muchos esfuerzos en una de aquellas escuelas rurales de la diócesis malacitana. Me contaba como la maestra que les formaba, descubrió que era un chiquillo espabilado y le propuso irse al seminario o a un colegio interno. Optó por lo segundo. Hizo el bachillerato en Ronda, con unas notas bastante flojas y acabó en Málaga trabajando en unas bodegas.

 

Consiguió hacerse maestro mientras trabajaba y allí empezó su carrera empresarial dentro del mundo de la enseñanza. Una pequeña academia acabó siendo un emporio de la enseñanza personal y virtual. Llegada la edad de jubilación el empresario había concluido su carrera. Tenía poco que hacer ya, Delega en sus familiares y se para a pensar en como llenar su retiro.

 

Entonces surge el empresario del “segmento de plata”. Ya tenía desde antes la inquietud por los mayores. Había sufrido una larga enfermedad de su madre que padecía Alzheimer. Puso en marcha su mente y sus recursos. Comenzó con un local en el que asistían a medio centenar de mayores. Hoy se encuentra en un local de 1.000 metros cuadrados en el que atienden a un montón de mayores. Tiene en marcha un proyecto, con un presupuesto de siete millones de euros, para crear un gran centro de día y estancia completa para mayores. Seguro que lo logrará. No digo su nombre porque no estoy autorizado para ello.

 

La vida de este empresario ha traído a mi mente tantos otros próceres jubilados que siguen sirviendo a la sociedad de forma altruista. Hay más de un Amancio Ortega en nuestra España, que encima son criticados por su ayuda. Ellos son el sustento de la investigación y la sanidad nacional.

 

Con ellos, quiero resaltar el trabajo de esos voluntarios, viejos profesionales bragados en el mundo de la banca, la empresa o los negocios, que dedican el tiempo de su ocio, merecidamente ganado, a crear progreso a su alrededor.

 

 

 

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         m.montescleries@telefonica.net      Málaga 2 de marzo de 2020               

AL MAL TIEMPO…

     Nos están bombardeando con el maldito “coronavirus”.

 

Así a vuela pluma recuerdo un montón de alertas mundiales por causa de las pandemias o epidemias que se han venido continuando a través de los tiempos. Dada la divulgación que los medios están dando a estas palabras, todos distinguimos la diferencia entre pandemia y epidemia. Pandemia es una epidemia que se propaga a lo largo y ancho de diversos países y continentes.

Repasando la historia escrita, hemos podido conocer las grandes epidemias y pandemias que se han ido sucediendo a través de los tiempos. La peste negra, la peste bubónica, el cólera, la gripe española de principios del siglo XX y, últimamente, ya en nuestros tiempos: la gripe asiática, la polio, el sida, las vacas locas, la gripe aviar, el Ébola y en nuestros días, el puñetero coronavirus.

Personalmente no se a que carta quedarme. Escucho hablar de guerra bacteriológica, de movimientos económicos interesados, de exageración de los hechos para provocar el caos, la suspensión de ferias y certámenes, aplazamiento de encuentros deportivos y de grandes aglomeraciones de todo tipo, etc. Las farmacias se están hinchando de vender mascarillas que no sirven para nada. Los laboratorios farmacéuticos están inventando vacunas a toda velocidad, que cuando se pongan al servicio de los enfermos, estos ya se habrán curado en su mayoría y alguno se habrá quedado por el camino.

Nos está superando el miedo. Me cuenta un familiar que vive en Milán que se ha producido un altercado en un juicio al enzarzarse dos abogados en una pelea por no respetar la distancia entre ellos. Luego… los “listos”. Algún sanitario espabilado está acaparando (y robando) mascarillas, como si no hubiera un mañana. Los especuladores se van a hinchar.

Mi buena noticia de hoy me la proporcionan los mayores de la Torre de Benagalbón pertenecientes al  centro-hogar donde viven su plácido retiro. Ellos siguen sentándose al sol, jugando sus partiditas de dominó, discutiendo sobre lo divino y lo humano y disfrutando de un lugar y un clima paradisíaco. Han pasado estos días de buen tiempo convirtiendo un pequeño terreno que da paso a sus instalaciones en un mini huerto con todas sus características. Lo han arado, sembrado, regado y cuidado con mimo. Una maravilla. Eso es cuidar nuestro maltrecho mundo.

Les he visitado este fin de semana. Como siempre, me han inundado las ganas de quedarme allí para siempre. Pero hay que volver a la cruda realidad. A escuchar noticias dispares y a apocalípticas. A ser manejado por los políticos que hoy llaman blanco a lo negro y negro a lo blanco. Sin salir del gris de sus ideas y de su gestión. Ole por “mis niños”. Su arriate con lechugas, su caña para la tomatera, sus plantones de pimientos y sus pequeños arbolitos, han creado un oasis de paz en medio de un mundo alocado. Ellos han puesto al mal tiempo, buena cara.

 

sdr