LA OPCIÓN

31 f, 20

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 31 de diciembre de 2020

                                    LA OPCIÓN

   De vez en cuando una película te hace recapacitar.

   El frío y el confinamiento te acercan más a las pantallas de televisión. Las fechas navideñas propician la revisión de películas antiguas llenas de mensajes positivos que se dejan ver con cierto agrado.

    Días atrás me llamó la atención un film del año 2000 protagonizado por Nicolas Cage (un actor que no me gusta demasiado), bajo el título de Family Man. A lo largo del desarrollo de la misma, su mensaje fue captando mi atención y, finalmente, me puso a cavilar. Se trata de un hombre que ha triunfado en la vida (aparentemente) como consecuencia de una dedicación plena al mundo de  las finanzas, pero dentro de una existencia solitaria, aunque llena de lujo.

    Un encuentro fortuito con una especie de ángel negro, le lleva a encontrarse inmerso en la vida que hubiera desarrollado en el caso de haber tomado una opción por el amor y la compañía de sus seres queridos. Se plantea una dicotomía entre una poderosa y lujosa soledad y una vida modesta junto a una esposa deliciosa y dos niños adorables. Consecuentemente se le vuelve a presentar la toma de una opción decisiva para su vida. Se interroga a sí mismo sobre cual es, o hubiera sido lo mejor para él. Por una parte, una vida plena, difícil y llena de problemas, o una vida solitaria, triunfadora, en un ático de la gran manzana, a bordo de un Ferrari, llena de lujos y de batallas diarias  por el “mardito parné”.

   Como es natural, la película acaba bien. Toma la opción por volver a  la familia típica americana: la mujer, los hijos, el chalecito, el perro, el coche familiar  y las letras de la hipoteca.

    ¿Por qué me hizo meditar esta trama? Por lo mismo que, cuando nos paramos a pensar en serio, se nos plantea a los pertenecientes al segmento de plata. ¿Qué habría sido de mi vida si hubiera tomado otra opción en un momento determinado? ¿Cómo se habría desarrollado mi existencia si hubiera cambiado mi jerarquía de valores?

     Muchas veces nos hacemos esas preguntas. Especialmente en los momentos difíciles. Tendemos a compararnos con otros que han tenido nuestras mismas posibilidades y las han resuelto de forma diferente, con una aparente ventaja sobre nosotros en lo referente al dinero, poder o prestigio que no dudan en exhibir.

    No tardé demasiado en responder a estas interrogantes. No me cambiaría por nada ni por nadie. Es cierto que mi vida no ha discurrido por un camino de rosas. Pero ha estado llena plenamente. No he destacado especialmente. Jamás he sido VIP ni personaje distinguido. Pero me siento muy orgulloso de pertenecer a esa clase media, a esa gente corriente, que vive y deja vivir, cría una familia con esfuerzo y,  de vez en cuando, se permite el lujo de romper el tarro de las esencias con su gente.

    Acabo este año maldito sintiéndome por una vez y sin que sirva de precedente, en paz conmigo mismo. Recordaré la frase de Pemán en el Divino Impaciente: “No hay virtud más eminente, que el hacer sencillamente, lo que tenemos que hacer».

                                                                                                                  >

FAMILIA

27 f, 20

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 27 de diciembre de 2020

FAMILIA

    Los católicos celebramos hoy el día de la familia. Una llamada a la cordura en medio de un mundo que intenta debilitarla.

  En las lecturas de la misa del día de hoy se recupera las enseñanzas que proceden de un libro de la Biblia redactado 190 años antes de Cristo. En el Eclesiástico se recuerdan, entre otras muchas recomendaciones, las formas y las normas para que la familia prospere. Habla de los ancianos, de los padres y de los hijos. Dice entre otras cosas: el que respeta a su madre acumula tesoros” o este otro; “sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas”.

    Si nos centramos en la epístola de San Pablo a los Colosenses, que también leemos hoy, descubrimos un toque de atención a una sociedad que, en los años 60 de nuestra era, andaba un tanto “despistada”. En la misiva, el Apóstol analiza la convivencia diaria. Sus consejos amplían el campo de recomendaciones para cimentar la institución familiar.

     Comienza con una recomendación clave para evitar las rupturas matrimoniales: “Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro.” Pone el dedo sobre la llaga de la situación dominante. Se producen más divorcios y separaciones que bodas en la actualidad. Se realizan los matrimonios a treinta, sesenta y noventa días, y con la posibilidad de “devolución” a las primeras de cambio. Una actitud egoísta basada en el “amor propio” y en la búsqueda de la felicidad a través del cambio sin sentido ni una motivación suficiente.

    En otra parte de la carta Pablo indica: “Hijos, obedeced a vuestros padres y padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos”. Queremos realizar en nuestros hijos nuestras incapacidades y queremos solucionar los problemas dando (o comprando) en vez de dándonos o compartiéndolos.

   ¿Les suenan estas recomendaciones? Cuantas veces hemos escuchado estas frases de nuestros mayores. Y cuanto se las hemos agradecido a posteriori.

    Supongo que muchos de nuestros lectores habrán abandonado ya la lectura de estas letras. Les comprendo. Pero sigo pensando escribir lo que me sugiere mi espíritu cada día. No se trata de una homilía, sino del reconocimiento de que no hay nada nuevo bajo el sol.

    Son palabras llenas de sabiduría que, cuando se ponen en práctica, nos permiten afrontar la vida de otra forma. Si hay algo de positivo en la actual situación de pandemia ha sido la vuelta a la valoración de la denostada institución familiar. Los seres humanos han recuperado su instinto animal de vivir en “manada”. De refugiarse en los brazos de sus seres queridos. De valorar lo que se tiene. Desde que se nace hasta nuestros últimos días.

   No recuerdo una Navidad como la actual. En estos días se ha hambreado el contacto con los nuestros. La cercanía de los padres, de los hijos o de los abuelos. El dolor por los que se han marchado sin recibir todo aquello que le hemos escatimado a lo largo de nuestra vida en una búsqueda de nuevos horizontes.

   La naturaleza es muy sabia. Nos ha transmitido hoy una buena noticia. Tenemos que amar más a nuestros prójimos-próximos. Valorar el hogar y darnos cuenta de que el amor conyugal consiste en aceptar los defectos (que no son tantos) de nuestro cónyuge, que son los principales motivos de tanta ruptura. Cuando esto se consigue resplandecen las virtudes de esa persona. Eso que nos hizo enamorarnos (es decir vivir en amor).

   La humilde familia de Nazaret es el mejor ejemplo y la mejor noticia que recuperamos en estos días. Su estilo de vida nos debe iluminar como esa estrella que resplandece en el corazón de los hombres (y mujeres) de buena voluntad. A los que ama el Señor.

   Feliz Pascua de Navidad. 

FOTOGRAMA DE LA PELÍCULA DE ZEFIRELLI SOBRE JESÚS DE NAZARET                                                                                                            u

AÑORANZA

24 f, 20

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 24 de diciembre de 2020

AÑORANZA

    A los mayores, a aquellos pertenecientes al “segmento de plata”, se nos puede permitir tirar de la nostalgia.

    Hoy vamos a celebrar la Nochebuena más inusual de cuantas he vivido a lo largo de mi ya dilatada vida. Para empezar no puedo reunirme con toda mi familia. Tan solo con alguno de ellos. Hemos decidido celebrarla en el jardín, a mediodía y en tres grupos a lo largo de distintos días.

   Inconvenientes de las familias muy numerosas. En mi casa nos reunimos más de treinta siendo muy estrictos. Si aparecen todos llegamos a las cuarenta personas. Solución: seis celebraciones a mediodía de cinco o seis personas cada vez. Un auténtico desastre.

  No tengo más remedio que recurrir a los recuerdos. En este caso, los tiempos pasados fueron mejores. Las navidades de mi infancia fueron muy felices. Se me llena el alma de nostalgia, de lugares, de olores y de sensaciones.

    Aun cayendo en la tentación de recurrir a las historias del “abuelo Cebolleta”, tiro de memoria y viene a mi mente el día en que se hacían los borrachuelos en la casa. Mi abuela, mi madre y mis tías en la gran cocina del Pasillo de Santo Domingo amasando, pasando por la sartén y emborrizando borrachuelos y pestiños. Los niños hacíamos figuritas indeterminadas que pasaban por la candela y nos comíamos achicharrando. Me acuerdo de aquella hornilla de hierro llena de carbón y un soplillo de esparto que conseguía sacar una llama extraordinaria.

      En mi casa se celebraban tres días de Navidad, amén de la Nochebuena. Sus fastos iban descendiendo en la medida que se agotaban las deliciosas comidas que se habían aportado por las diversas familias. Siempre recordaré el pollo envuelto en una deliciosa salsa y la pescada con mayonesa de mi madre. Y las primeras cervecitas.

    Los niños de la época vivíamos en la calle. Mi pandilla se movía por las calles del centro. Alrededor del mercado Central se veían los paveros conduciendo sus piaras a la búsqueda de clientes. En casa de mi abuela compraron una vez uno y se produjo un drama en el sacrificio del mismo. (Los niños cogíamos las patas del pavo y las hacíamos mover en la cara de los más chicos, con la consiguiente llantiña).

   Las calles Compañía, Cisneros y Especerías estaban llenos de quiosquillos atiborrados de caballos y borricos de cartón, zambombas y panderetas, muñecas peponas y motoristas de lata. La tómbola rifaba montones de baterías de cocina infantiles, bicicletas y ¡hasta un SEAT 600! La gente deambulada en riadas y proliferaban los “tomaores” que hacían su agosto choriceando en Diciembre. No faltaban los borrachos tempraneros que habían empezado la nochebuena a mediodía y a las seis de la tarde deambulaban por calle Larios cantando su Miserere. Siempre recordaré a uno que era tradicional. Andaba solo, por la acera, cantando los “peces en el río” acompañándose con un cántaro y una alpargata, con los que sacaba una especie de sonido. 

   Los niños cogíamos el aguinaldo (“aguilando”, decían casi todos). Juntábamos una pequeña fortuna. Recuerdo haber recaudado cuarenta duros en una ocasión. Esto permitía ver muchos programas dobles en el Avenida y, en mi caso, se ve que venía para periodista, me compraba un número extraordinario del “Siete fechas” (siete mentiras, le llamaban las malas lenguas) que recogía las noticias más extraordinarias del año.

    Mis nochebuenas y navidades han seguido siendo maravillosas. Cuando me casé (ya hace cincuenta años) todo cambió. Pero para mejor. Mi casa se convirtió en el local familiar donde cada año se ha ido incrementando la asistencia hasta llegar a las cifras actuales. Los menús se han ido completando con las aportaciones de los que han ido llegando. Mi madre siguió haciendo su sopa de picadillo, mi suegra incorporó las “tarañetas”, una especie de albondigón procedente de la zona alicantina. Ani confecciona sus famosos patés y los San Jacobo XXL. Mi nuera María aporta los postres en forma de miles de flanes y de natillas, etc. etc.

    Cada año alguno de mis hijos ha aportado uno o dos niños nuevos a la familia. Ellos presiden. Uno de los nietos ofrece la oración y yo proclamo el discurso anual en el que pido perdón y acabo llorando, dando gracias porque siempre somos uno más… por lo menos.

    Toda esta parafernalia se ha ido al traste con la maldita pandemia. Haremos lo posible por suplir las ausencias con un poco de buena voluntad y otro poco de video llamadas. El año que viene Dios proveerá. Pero el niño Jesús volverá a inundar nuestros corazones de ese amor que intentaremos nos dure hasta la próxima Navidad. Que será mucho mejor con seguridad.

Fotos de la tómbola que me pasa mi amigo Jorge Denis

EL CAMBIO

20 f, 20

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 21 de diciembre de 2020

EL CAMBIO

    Hubo un político, ya hace muchos años, que nos pronosticó que a España no la iba a conocer “ni la madre que nos parió”.

    ¡Cuanta razón tenía! Lo que no sabía que esto iba a suceder realmente a finales de este desafortunado año 2020. Y curiosamente no ha sido producido por la desgraciada gestión de los políticos de turno. Como siempre ha sido por el sentido común innato de los seres humanos.

    La dejadez y los malos consejos nos estaban incitando a desprendernos de los valores que nos hacen diferenciarnos de los seres irracionales: la capacidad (y la necesidad) de amar y de sentir el contacto con los demás. Añoramos la posibilidad de reunirnos con la familia y de abrazarnos. De compartir el pan y la sal, las alegrías y las tristezas.

   La pandemia nos ha hecho ser humildes y valorar más lo sencillo que aquello que se nos impone desde los modos y las modas. Puedo poner como ejemplo la presencia en un programa de televisión de uno de esos chefs importantes, que parece que dominan el mundo desde sus fogones, al que valoraban, no las estrellas Michelin, sino los miles de comidas que había suministrado durante el confinamiento.

   Las circunstancias han hecho cambiar nuestros comportamientos. Valoramos mucho más la institución familiar, la amistad y el servicio a los demás. Por ejemplo: El Banco de Alimentos de Málaga (Bancosol) ha superado con creces sus expectativas de la gran de recogida de este año. Han pasado del millón de euros. Ojala nos dure y no volvamos a las andadas, cuando la oportunidad de elegir nos envié de nuevo al egoísmo y la incomprensión.

   Mi buena noticia de hoy tiene mucho que ver con lo anterior. Me la envía mi buen amigo y periodista Luís Santiago, mi proveedor oficial de recomendaciones y buenas noticias. Se trata de una noticia publicada en la sección “Con otras gafas” del teléfono de la Esperanza. Este es su contenido: Ancianos de 13 pueblos reciben comida los 365 días del año gracias a Cáritas. Sigue diciendo la noticia: Son pueblos de la España vaciada, no en la periferia, sino dentro de la comunidad autonómica de Madrid, en la comarca de La Vega. Son 110 ancianos que son ayudados por los miembros de Cáritas de Brea del Tajo.

   Estos esforzados voluntarios no han necesitado la pandemia para descubrir las necesidades de algunos mayores. La buena noticia es que son así siempre. Que Dios les bendiga.

La ONG de José Andrés reparte 2.000.000 de comidas durante la pandemia

BARRIGA LLENA…

17 f, 20

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 17 de diciembre de 2020

BARRIGA LLENA…

   Mi abuela solía recordar este refrán: “barriga llena a Dios alaba”.

    Este refrán, tan atinado como la mayoría de ellos, indica que el satisfacer nuestras necesidades vitales mejora nuestra capacidad de atender a nuestras expectativas espirituales.

    Como en estos tiempos se pretenden cambiar los motivos espirituales de toda la vida por algo más terrenal, el refrán se podía convertir en: “barriga llena… al alcalde alaba”.

    Esta idea ha motivado a los próceres de algunos ayuntamientos a trocar los fastos navideños por contundentes entregas de exquisiteces procedentes del cerdo, idea del Ayuntamiento de Parauta, o de surtidos de dulces navideños en el caso de Benarrabá.

   Los 250 vecinos de Parauta recibirán un jamón de pata negra, chorizo ibérico, salchichón ibérico y vino de la comarca rondeña. Los de Benarrabá, cajas de mantecados y pascueros.

   Los pueblos de la serranía de Ronda, abandonados a su suerte durante muchos años, están adquiriendo su verdadera dimensión como lugares de ensueño a través de la presencia de avispados foráneos (recuerden la famosa finca de Nakachian o la tremenda posesión “La baraka” de Khashoggi).

    Supongo que a los vecinos de estos pequeños pueblos, aquellos asentados en esas tierras durante generaciones, les habrá venido de perlas el acuerdo de sus munícipes. Menos bombillas y más vituallas. Se disfruta mucho comiendo, aunque sea a dos luces.

   Espero que en el futuro tomen nota el resto de los alcaldes españoles. Así que podamos ver en Navidades futuras a los vecinos de Vigo, saliéndoles los centollos por las orejas o a los malagueños recibiendo esa cesta de navidad que todos añoramos, llena hasta los topes de jamón, caviar, lomo del bueno, quesos, turrones y un vale para ponerse “púos” de pescados y mariscos en algún merendero. Aunque tengamos que andar por calle Larios con linterna. Es tan solo una idea.

     Barriga llena… al ayuntamiento alaba.

Me pido esta

LA SOLEDAD

13 f, 20

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 14 de diciembre de 2020

LA SOLEDAD

    Este es el mal endémico de nuestra época que más hace sufrir a la humanidad.

    Aunque los cerebros pensantes de nuestro país no se caracterizan especialmente por su sensibilidad, se están planteando el permitir la presencia de “allegados” durante estas navidades en los domicilios de aquellos que no cuentan con familiares dispuestos a acompañarlos, o que, directamente, renunciaron a la institución familiar cada día más en desuso.

   Tengo cierta experiencia en este tema debido a mi trabajo como orientador en el teléfono de la esperanza. Las estadísticas nos dicen que el mayor porcentaje de las llamadas basan su contenido en “estado de soledad o incomunicación”.

    Supongo que estarán al corriente de la cantidad de personas que viven solas. Unas veces de una forma voluntaria y, la mayoría, por encontrarse en una situación impuesta por las circunstancias.

    Mi buena noticia de hoy se basa en que las personas buenas, que hay muchas, han observado esta realidad y están tomando medidas para remitirla en lo posible. Hay grupos de voluntarios que están conectado con personas solitarias (especialmente mayores) y les acompañan telefónicamente o en visitas personales.

    Hace años que vengo intentando implicar a los jóvenes en la “adopción” de abuelos o de abuelas. De hecho así lo vienen haciendo los pertenecientes a la fundación Harena, una ONG que se preocupa de este colectivo con su proyecto Soledad 0.

    Por otra parte el Teléfono de la Esperanza, con el que me honro en colaborar, sigue realizando su labor los 365 días del año en un servicio permanente de 24 horas. Puedo hablarles de experiencias muy enriquecedoras vividas por los llamantes y los receptores. El secreto profesional me impide comentarles las mismas, pero precisamente he tenido este fin de semana, en la que estuve como orientador, una llamada de un hombre que lleva muchos años solo y se ha sentido muy feliz de que alguien le escuchara durante un cuarto de hora al otro lado del teléfono. Esta llamada me hizo recordar la frase de Víctor Hugo: No es la soledad lo que espanta, sino las voces que la pueblan”. Llenémoslas de voces amigas.

   Por lo tanto les animo a ser “allegados” de aquellos que se encontrarán solos en los próximos días. Una simple llamada puede encender una lucecita en el corazón de aquel que no tiene con quien compartir la Navidad. Vosotros podéis ser una buena noticia para alguien.

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 10 de diciembre de 2020

NO TENEMOS ENMIENDA

  Vivo en medio de una especie de paraíso integrado dentro de una gran ciudad.

     Cuando vine a vivir a esta zona todo el mundo me decía que estaba loco al vivir en un monte, lejos del centro de la ciudad. Hoy en día se ha convertido en un sitio privilegiado.

      Sin embargo anoche pasamos un susto bastante considerable. Una franja de árboles incendiados brillaba en la cima del monte. Al poco rato se podían observar dos frentes de unos cien metros de ancho.

      Gracias a Dios, la rápida y eficaz acción de los bomberos acabó rápidamente con el incendio y pudimos descansar en paz. Pero el miedo quedó ahí.

     Y ahora vamos al título de este comentario. “No tenemos enmienda”. Grupos de jóvenes y no tan jóvenes, aprovechan el escaso movimiento de vehículos y de viandantes por la zona, para organizar botellones y fiestecitas por la parte alta de la urbanización o en la propia vaguada que la divide. Cigarritos y algún que otro petardo para celebrar su “libertad”.

    Hace unos días manifesté mi preocupación a unos jovencitos que bebían, sin ningún tipo de precaución, detrás de mi casa. Los fiesteros me miraron de aquella manera mientras me perdonaban la vida. Mi indignación fue premonitoria. Anoche comenzó a arder el monte y “no se conoce el motivo”.

    Lo de ayer nos pudo costar un disgusto. Cientos de viviendas, derramadas entre los pinos, en la ladera del monte, pudieron ser pasto de las llamas. Menos mal que la brisa que corría era escasa. Pero el mal rato no nos lo quita nadie.

    Espero el “propósito de enmienda”. Tened un poco de talento. Aguantad unos cuantos meses. Y si se os queréis beber hasta el agua de los floreros, hacedlo en espacios libres. Allá vosotros.

LA ESPERA

6 f, 20

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 7 de diciembre de 2020

LA ESPERA

    Los cristianos estamos celebrando en estas fechas el Adviento; la espera, la preparación.

     La situación en la que se encuentra la humanidad en este año bisiesto-siniestro, da mucho más sentido a esta espera. Jesús vino a este mundo para acompañarnos y liberarnos de los sentimientos negativos que acompañan nuestra vida.

    El niño Jesús viene este año en forma de vacuna. En forma de liberación de esta angustia que nos tiene confinados y asustados. Jamás me había imaginado que las manos de Cristo iban a actuar a través de los científicos rusos, americanos, chinos o europeos que se están esforzando en el descubrimiento y la puesta en el mercado de esa vacuna redentora.

    El portal de Belén que montamos cada año, va a contar en esta ocasión con una cunita en la que va a reposar ese tarrito lleno de esa sustancia “milagrosa” que nos va a permitir, a lo largo del próximo año, abrazarnos, reunirnos y liberarnos de este temor al encuentro con los demás. En una palabra, la vuelta a los más profundos sentimientos humanos.

   No sé cuantas velas-semanas deberemos apagar en este adviento de la vacuna. Las iremos desgranando con impaciencia y con esperanza. Estamos entrenados a la espera desde el pasado mes de Marzo. Llevamos nueve meses esperando y el “parto” es inminente.

     Así que esta es mi “buena noticia de hoy”. La llegada de Jesús a nuestras vidas se hará este año en forma de una inyección liberadora. Si no es el día 25 será en otra fecha. Que más da. Siempre es Navidad. El día en que todos estemos vacunados encenderemos las luces de nuestro Belén particular.

RECOMENDACIONES

3 f, 20

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 3 de diciembre de 2020

RECOMENDACIONES

  Cada día recibimos nuevas “recomendaciones” para mantenernos alejados del Covid-19

          Los pater y mater-familias españoles nos estamos volviendo locos para entender las diversas decisiones emanadas de nuestros dirigentes políticos con referencia a las comidas familiares de las próximas fiestas navideñas.

           Las familias numerosas, como es mi caso, estamos estableciendo una especie de puzzle con el que encajar los encuentros –distancia de seguridad y mascarilla por medio- con los hijos y nietos. Tendremos que parar los calendarios, celebrar tres o cuatro nochebuenas y tres o cuatro fines de año, así como comer a metro y medio de distancia en platitos individuales.

         Te entran ganas de meterte en la cama y olvidarte del mundo que te rodea hasta la próxima primavera en la que, Dios mediante, estemos todos vacunados y podamos volver a la “antigua normalidad”.

        Hoy he estado en el colegio de mis nietos a la hora del recreo. Una riada de cientos y cientos de alumnos han disfrutado de media hora de esparcimiento. Me he puesto en un rincón y he observado con detenimiento. Ni un solo alumno sin mascarilla. Todo un ejemplo. Lo mismo nos pasa a los de la tercera edad. Hemos renunciado a la calle y al abrazo de los nuestros. Pero entonces se plantea en nuestras mentes: ¿Quién contamina a esos cientos de malagueños que cada día incrementan las cifras de los contagiados? Pienso que se trata de esos listos que organizan comilonas, festorros o bailoteos. Se contagian y después lo transmiten entre ellos y, posteriormente, a los niños y a los ancianos que seguimos escrupulosamente las “recomendaciones” de los expertos.

          Vemos en la tele como aquellas figuras Vips que deberían ser ejemplo para los demás, se saltan las “recomendaciones” y hacen de su capa un sayo. Y enciman lo cuentan como una “gracieta”. Multazo y tentetieso. ¡Ya está bien!

         Por favor. No nos den más recomendaciones ni normativas. Creo que los resultados de las mismas no han sido demasiado positivos. Ya sabemos lo que tenemos que hacer. Tener mucho cuidado con las distancias, lavarnos las manos y ponernos mascarillas como si fuéramos a entrar en un quirófano. Y rezar muy fuerte ¡Virgencita, que me quede como estoy! Guardemos las zambombas para mejor ocasión.