Exámenes

30 f, 23

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

30 de marzo de 2023

       La inminencia y la complejidad de los exámenes marcaron para siempre la tranquilidad de muchos estudiantes

       Al cabo de los años, los momentos difíciles se van difuminando en el recuerdo. Pero aun tengo grabada en mi mente como los estudiantes de mi generación asistíamos, una vez pasada la Semana Santa, a un periodo de terror ante los exámenes finales que se cernían sobre nuestras cabezas.

     El mes de mayo, tan celebrado por los poetas, traía consigo los momentos dramáticos en los que poníamos en juego el trabajo docente de todo un año. Así un curso tras otro a lo largo de más de quince años.

     Ahora los pertenecientes al “segmento de plata” sufrimos otra especie de exámenes. En este caso se trata de las revisiones periódicas y rutinarias a las que nos someten los médicos. A principio de otoño nos ponen más vacunas que a un recién nacido. Posteriormente, por lo menos en mi caso, me someten a una revisión de “chapa y pintura”, que se inicia con un diagnóstico basado en una analítica completa. Una ITV de nuestro cuerpo.

     En ese momento se inicia el terror. Como si se tratara de un boletín de calificaciones, vamos mirando los puntos claves y las desviaciones que tenemos sobre determinados parámetros. Que si la glucosa, que si el colesterol, que si los hematíes… Una serie de “asignaturas” que nos indican una serie de puntitos negros que te transmiten la idea de que “necesitas mejorar”.

      El galeno de turno te tranquiliza y le quita hierro al asunto. “Estas muy bien para tu edad”, Bebe mucho agua y “tómate este cerro de medicamentos”. Termina con una promesa tranquilizante: “te veré dentro de seis meses”.

      A nuestra edad un semestre de posible salud es mucho. Se sale de la consulta agradecido. “Parece ser que voy a pasar de curso”, se transmite uno a sí mismo. Una especie de libertad hasta el mes de octubre.

    ¡Caramba! Sin darnos cuenta hemos vuelto a pasar a los exámenes y las calificaciones. Señal de que estamos vivos. Que seguimos recibiendo el aprobado por los pelos que nos permite pasar de curso. Gracias a Dios y a los sanitarios. Que son sus ojos y sus manos.

SAL Y LUZ

27 f, 23

LA BUENA NOTICIA DE MANUEL MONTES CLERIES

m.montescleries@telefonica.net

Málaga 27 de marzo de 2023

                                           

        Una cosa es predicar y otra dar trigo. Por sus hechos los conoceréis. Crónica de una celebración

      Cuando parece que tu capacidad de asombro está agotada, cuando te crees que ya has visto cuanto de interesante hay a tu alrededor, de pronto te encuentras con actos y actitudes que te hacen continuar depositando tus esperanzas en las personas que te rodean.

     Este fin de semana he asistido a unas bodas de plata. En estos tiempos estas celebraciones no son muy corrientes. Vivimos en un entorno en el que las separaciones y divorcios superan en número a los matrimonios celebrados. Hasta el punto en que se celebran tanto las despedidas de solteros-solteras como las de casados-casadas.

    La renovación de los votos matrimoniales, a la que he asistido, se ha celebrado en una de las ciudades satélites de Madrid, en una parroquia pobre en un barrio pobre. En un entorno pleno de emigrantes de todas las zonas, especialmente hispanoamericanos, extremeños, africanos y algunos andaluces.

    La sorpresa surge cuando la ceremonia, extraordinariamente diseñada y preparada por todos, describe, a lo largo de su contexto, la vivencia de los contrayentes dentro del barrio a lo largo de los últimos 25 años. Se trata de un matrimonio de médicos malagueños que han desarrollado todo su recorrido profesional en esa población. Un geriatra y una especialista en urgencias que llegaron allí apenas acabadas sus carreras y que han ampliado su familia con tres hijos.

    Su vida familiar, profesional, cristiana y urbana es todo un ejemplo de fusión. Fusión de razas, clases sociales, económicas, culturales, religiosas y edades. Pero todo ello basado en la vivencia, la experiencia y la integración. Nada de palabras vacías, promesas y luchas sobre el papel. En su caso se ha tratado del “picar piedra” día a día. De tener unas casa y una cocina abierta a quién lo necesite y una renuncia a una “clase social privilegiada” para integrarse en el común de los mortales de dicho barrio. De ser sal y luz al puro estilo evangélico.

       Toda esta realidad se manifestó a lo largo de la celebración. Uno tras otro los distintos componentes de la comunidad fueron manifestando su experiencia vital junto a los contrayentes, amigos, vecinos, pacientes, hijos, padres, hermanos y todo el resto de los asistentes, fueron completando el puzzle vital diseñado por los protagonistas del acto. Todos traían pequeños regalos en forma de fotos, flores, palabras, recuerdos… Todo un muestrario de expresiones de afecto y de agradecimiento.

    El momento cumbre del acto se presentó en el momento en que unas cuarenta mujeres mayores –bastante mayores- comenzaron a interpretar –bastante bien- una canción en honor de “los novios”. Todas eran pacientes de ambos médicos. Se traslucía el agradecimiento.

     Una gran noticia. Un ejemplo a seguir. En un día en que se celebra la vida, hemos asistido a un canto a la vida plena. En un tiempo en el que se airean las bodas VIPS en las televisiones y las revistas, una boda sencilla, pero llena de contenido, como la que pude vivir este fin de semana, te hace recuperar la esperanza en un mundo mejor, hecho de actos sencillos pero profundos.

     La segunda buena noticia que les transmito, es que se trata de las bodas de plata de mi hijo mayor. Que quieren que les diga. La felicidad es mucho más grande cuando es compartida. Al final uno se siente un poco sal y luz.

ESCRIBIR

23 f, 23

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

23 de marzo de 2023

       Hemos perdido la sana costumbre de escribir. Nos conformamos con garrapatear en los dichosos “whatsapps”

        Tengo un amigo, bastante culto, que se sorprende de mi capacidad para hilvanar un par de columnas de opinión a lo largo de cada semana. No sé si lo hago bien o mal. Lo llevo haciendo desde hace dieciocho años. Esta inveterada costumbre me la inculcó una profesora de la facultad de comunicación (Bella Palomo) que me incitó a involucrarme en la aventura de poner en marcha un blog (periodista a los sesenta) en el que he ido volcando más de 1.400 entradas a lo largo de todos estos años.

     El ponerme a escribir ha pasado de ser un entretenimiento a una necesidad. Durante la etapa en la que sufrimos la pandemia me ayudó a sobrevivir enclaustrado pero en constante comunicación con el resto de mis amigos y conocidos. Cada día dedicaba varias horas a recoger por escrito mis recuerdos, mis vivencias y mi esperanza en una pronta vuelta a la normalidad. Con todo lo escrito se podían publicar varios volúmenes de grueso calibre.

    Intento ser un apóstol de la costumbre de escribir. Ya que no se escriben cartas –el correo electrónico y la proliferación de teléfonos se las han cargado-, podríamos redactar ideas o pensamientos en la memoria de nuestro ordenador. Esta costumbre tiene como premio dos momentos de satisfacción. El primero, al redactarlo. El segundo, cuando al cabo de los años lo relees. Es una sensación parecida a la que sentimos cuando encontramos aquellas viejas fotografías con las que jugamos a adivinar donde, cuando y con quién estábamos en aquellos momentos. Lo que escribimos es una especie de fotografía de lo que pensamos o vivimos.

     Cuando yo era adolescente algunos de los coetáneos, más las chicas que los chicos, acostumbrábamos a redactar un diario que guardábamos celosamente de las miradas ajenas. Parece ser que se ha perdido la costumbre. Días atrás intenté adquirir uno para regalárselo a una de mis nietas y me fue imposible encontrarlo en varias papelerías. Finalmente lo pude encontrar, como no, a través de Internet.

     Los pertenecientes al segmento de plata tenemos el tiempo suficiente para dar rienda suelta a nuestra capacidad de recoger por escrito cuanto se nos ocurra. Personalmente tuve la oportunidad hace algunos años de impartir un curso básico sobre estos temas a un grupo de jubilados del barrio de la Trinidad. Tuvo un éxito extraordinario. Del mismo salieron un montón de “aficionados” que pusieron en práctica su vocación oculta por las letras.

   Yo he cumplido con mi obligación. He creado la suficiente inquietud en mis lectores y he puesto en marcha la afición en mi nieta Alejandra. Ya tiene su diario. Ahora solo falta rellenarlo.

       Termino postulando por el escribir a mano. ¡Ay! También hemos perdido la costumbre. Aun recuerdo las plumillas de La Corona y los tinteros de anilina en los pupitres. Primero los bolígrafos y después las plumas Parker fueron pasando por nuestras manos. Hoy en día estoy rodeado de plumas estilográficas oxidadas por la falta de uso. El ordenador ha acabado con alguna de nuestras sanas costumbres. Cosas del progreso.

EL DÍA DE…

19 f, 23

LA BUENA NOTICIA DE MANUEL MONTES CLERIES

m.montescleries@telefonica.net

Málaga 19 de marzo de 2023

   Se ha desatado una fuerte polémica con motivo del intento de desvalorización del día del padre

    Precisamente hoy, día en que celebramos el día del padre, una fiesta instituida por la iglesia católica en recuerdo de San José, padre de Jesús de Nazaret, se ha planteado la conveniencia de seguir homenajeando a los padres en este día o en sustituirlo por el “día de la persona especial”.

   Nos encontramos inmersos en una sociedad en la que se celebran días mundiales con cualquier excusa. Les prometo que existen “el día mundial de responder a las preguntas de tu gato”, “el día mundial de saltarse la dieta” o “el día mundial de saltarse los charcos” entre otros muchos. Esto me hace pensar: ¿por qué les molesta a algunos que sigamos rindiendo el suficiente respeto a los sufridos padres que vamos quedando. Por favor, déjennos un huequito.

    Entiendo que las situaciones familiares vayan cambiando. Que los antiguos roles parentales se están alterando. Pero me parece intuir que una buena parte de la humanidad sigue contando con un padre y una madre. Aunque hayan fallecido. Aunque ya no convivas con ellos. En consecuencia, si han sido o son algo importante para ti, no está nada mal que los recuerdes, los visites o los agasajes un día en el año. Desgraciadamente los seres humanos necesitamos una fecha fija para acordarnos de algunos acontecimientos.

     Llevo ejerciendo el papel de padre desde hace cincuenta y un años. De una manera continuada y regular. Con alternativas mejores y peores. Con un aprobado raspando y algún cate que te obliga volver a empezar. Perdí el mío propio hace más de cincuenta años, pero sigo recordando, cada vez más, su figura. Con sus luces y sus sombras. Pero, sobre todo, le agradezco las cualidades que me inculcó con su ejemplo.

    Así que no estoy en desacuerdo con que se celebre “el día de la persona especial”, pero que no le quiten a los niños que lo deseen, la oportunidad de preparar ese dibujo, ese canto o ese baile, preparados con amor para su padre.

    La buena noticia de hoy es que celebramos el día de ese incomprendido varón que ha tenido la osadía de engendrar un hijo, ayudar a su crecimiento, así como a su formación desde un rol difícil y nunca bien valorado. Podrán decir que el padre no ha tenido al hijo en sus entrañas, pero no me negaran que lo mantiene siempre en su corazón. Si no es así no merece ser llamado por ese nombre.

  La buena noticia de hoy es que conmemoramos el día del padre. Dejadnos disfrutar de algo a los “perversos” hombres.

La mente

16 f, 23

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

9 de marzo de 2023

                 

        Dicen los entendidos que con la edad se produce lo que se denomina como un “deterioro cognitivo leve”

       Dicho en lenguaje cotidiano: que a los miembros del “segmento de plata” se nos comienzan a olvidar los nombres, a perder las cosas y a veces a despistarnos en nuestras rutas habituales. Rememoramos con nitidez sucesos, nombres y circunstancias de hace cincuenta años, aunque nos cueste trabajo recordar lo que comimos ayer.

      Todo esto son síntomas son consecuencia de que tenemos un DNI con una fecha de nacimiento un tanto lejana (a mi menda le han otorgado el definitivo. Ya no lo tengo que volver a renovar). Los años traen consigo el que podamos hacer menos cosas, durmamos menos, corramos con dificultad o busquemos las gafas que tenemos puestas.

      Nada que ver con la demencia senil o el Alzheimer. Esto son palabras mayores. Cada vez observamos a nuestro alrededor la presencia de más enfermos que padecen estos síntomas. Esta circunstancia se debe claramente a que cada vez se alargan más las vidas y las neuronas se “clarean”. Un 20 % de los españoles somos mayores de 65 años y un 10 % superan los 80 años de edad.

     El disco duro (las neuronas) se va debilitando. Tenemos que prepararnos para ello y creo que la labor de los psicólogos y los psiquiatras tienen mucho que decir en este aspecto. Y si es necesario recurrir a los diversos centros de día o de internamiento con los que contamos en Málaga, no debemos dudar en hacerlo.

      Precisamente se celebra en estos días el centésimo aniversario de la apertura del centro Asistencial de los Hermanos de San Juan de Dios en Málaga, Hoy en día estos centros y los tratamientos que administran a aquellos que lo necesitan, no tienen nada que ver con los lóbregos manicomios del siglo pasado. Hemos visto como aquellas terroríficas sala 21 del hospital civil o aquel hospital “de los locos” de Ciudad Jardín se han convertido en centros abiertos, alegres y con un índice de mejoría o, cuando menos, de mantenimiento excelentes.

      Creo que debemos aprender a convivir con este tipo de deterioro en nosotros mismos a nuestro alrededor. Aprender a mantenernos con una mente engrasada y ayudar a nuestros familiares y amigos a hacer lo propio.

     La “plata” de nuestro segmento se ensucia o se pone un poco más oscura. Pero un poco de cuidado y un mucho de buena voluntad consiguen mantenerla bastante presentable. El proceso comienza por aceptar nuestras pequeñas dificultades y a practicar la gimnasia mental que es muy saludable. Y sobre todo, un poco de humor.

VORÁGINE

12 f, 23

LA BUENA NOTICIA DE MANUEL MONTES CLERIES

m.montescleries@telefonica.net

Málaga 12 de marzo de 2023

      Los españolitos de a pie nos encontramos inmersos en un torbellino de sensaciones, mensajes, instrucciones, prohibiciones y advertencias que nos están volviendo locos

      Basta con acercarse a los titulares de un telediario para sentirse agobiado por la cantidad de determinaciones de todo tipo que intentan regular nuestra vida, nuestro pasado, nuestro presente y, desgraciadamente, nuestro futuro.

      A través de decretos, insinuaciones, recomendaciones e, incluso, sanciones, te dicen en que tienes que creer, como te has de comportar, a quien tienes que odiar o admirar, como te tienes que divertir y si has de querer o despreciar a determinadas personas en función de su sexo, color, edad, estado, religión o condición. Te hacen sentirte culpable por ser creyente, monógamo, comerte un chuletón, un huevo frito, unos boquerones o gustarte los toros.

       Es una especie de bullying (acoso, que diríamos en castellano) general. Nos sentimos atosigados y perseguidos por los dichosos creadores de pensamiento o de imagen. Hasta el punto de que no sabemos a que carta quedarnos. La masa no para de dar bandazos.

    Viene a mi memoria una anécdota que me contaba mi madre. Sucedió en nuestra familia allá por el año 1937. Por entonces convivía en casa de mis abuelos una mujer mayor, nacida en Churriana, que estaba bastante “reparada” del oído. En aquellos tiempos la mayoría de la gente, con total desconocimiento del tema, se manifestaba a la llegada de “novedades” políticas con enfervorecidos aplausos y asistía a los diversos desfiles que se realizaban para celebrar los cambios. Esta mujer en su memoria recordaba una manifestación en honor de los republicanos en la que la masa gritaba a coro un “viva Azaña”. Ni corta ni perezosa, al entrar las fuerzas franquistas en Málaga, salió alborozada a la calle gritando su “viva Azaña”. Por su sordera no se había dado cuenta que tocaba decir “Viva España”. Inmediatamente fue detenida. Tuvo la suerte de que mi abuelo la rescatara haciendo valer su dificultad auditiva y sus cortas luces. Los españolitos de a pie ya no sabemos que aclamar o que condenar.

      Algo así nos pasa ahora. Un día tras otro nos transmiten normas de pensamiento y de convivencia. Unos nos consideran “fascistas” y otros “rojos”. Somos de “la manada” o del “sí es sí”. La mayoría de mis contemporáneos pertenecemos a un grupo de “gente rara” que tenemos una familia “a la antigua”, continuamos con la misma esposa, o no, somos creyentes, agnósticos, ateos de una forma civilizada. Votamos a quien nos da la gana y porque nos da la gana. Pero, sobre todo, no estamos pendientes del Boletín Oficial del Estado para saber si tenemos que gastar o ahorrar; de los ministros y ministras para saber que tenemos que comer: de “las expertas” para descubrir con quién y como tenemos que cohabitar.

     Lo cierto es que en un régimen que presume de libertades, estamos viendo disminuir las mismas. Hay que hablar con papel de estado para no caer en lo “políticamente incorrecto”. Estamos perdiendo el sentido del humor y cayendo en la búsqueda exagerada de la “mota en el ojo ajeno” y, finalmente, con la mandanga de la “memoria histórica” nos quieren hacer entender que nuestros padres eran todos unos borregos, que se tiraban todo el día cantando el “cara al sol” y unos cobardes que se dedicaban a explotar, perseguir y anular a los pobrecitos ascendientes de los que ahora detentan el poder.

     Mi buena noticia de hoy se basa en que pertenezco a una generación que ha tenido una vida en la que se han ido adquiriendo los derechos y las mejoras económicas o vitales de una forma agradable y progresiva. Que conseguimos una transición política sin demasiados problemas y conseguida a base de muchas cesiones por parte y parte.

      La buena noticia se cimenta en que aun nos queda el sentido común y la facultad de rebelarnos contra las mentiras, las falacias y las imposiciones. Tenemos la oportunidad, con nuestras palabras y nuestros votos, de impedirles que nos digan lo que tenemos que hacer. Tenemos la posibilidad de pedirles que nos demuestren con su ejemplo que trabajan por el bien común y no por el suyo propio.

     La buena noticia  se fundamenta en que somos muchos los que pensamos así y que, si nos lo proponemos, podemos salir de la vorágine.  He dicho lo que pienso y me he quedado descansado.

VIDA DIGNA

9 f, 23

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

9 de marzo de 2023

                                    

     El programa del pasado domingo de Évole dedicado a Juan Carlos Unzué me causo un tremendo impacto

    Siento gran admiración por el trabajo de Jordi Évole desarrollado en sus distintos programas. Este año y bajo el título de “Lo de Évole” está llevando a las pantallas una serie de docureportajes en los que consigue plasmar extraordinariamente la personalidad de los entrevistados.

    Me quiero centrar hoy en el que dedicó a Juan Carlos Unzué, un famoso portero de futbol, que se encuentra inmerso en la lucha con el ELA, una enfermedad que ataca las neuronas del cerebro y afecta la médula espinal. Su pronóstico es muy grave y su padecimiento penaliza la vida paulatinamente y produce un deterioro de forma progresiva.

     Durante el desarrollo del programa, se nos planteó como el antiguo personaje –aquel que fue un futbolista mimado por la fortuna y ahíto de poder y de prestigio-, se ha convertido en un auténtico héroe de la supervivencia y un ejemplo de calidad humana. Todo un modelo en la lucha contra la enfermedad.

   (He tenido la oportunidad de convivir, ya hace años, con una persona que sufrió esta enfermedad en lo mejor de su vida y pude comprobar como se puede compartir el sufrimiento con la dignidad, la paz y la lucha por la supervivencia. La visión del programa sobre Unzué me ha confirmado la presencia de una fuerza especial en los aquejados por enfermedades terminales).

    Volviendo al motivo principal de este segmento, el programa del pasado domingo, entre su infinidad de mensajes me causo un impacto tremendo cuando, ante las insinuaciones del periodista sobre la posible eutanasia, respondió a la pregunta del entrevistador bajo estos términos: ¿”Tenemos derecho a una muerte digna”? Unzué respondió: “Creo que tenemos derecho a  luchar por una vida digna”.

       No se puede decir más con menos palabras. Estimo que Juan Carlos Unzué ha realizado la mejor parada de su vida. En este caso una respuesta a aquellos que quieren determinar la vida y la muerte de los demás.

      Enhorabuena amigo Unzué. Y enhorabuena a tu esposa. A tus  familiares y amigos que se vuelcan en hacerte la vida más digna. Enhorabuena a todos los que propiciáis una sonrisa y un atisbo de esperanza a cuantos se encuentran con problemas de salud de todo tipo. A esos que luchan por la vida.

LOS LIBROS

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LA BUENA NOTICIA DE MANUEL MONTES CLERIES

m.montescleries@telefonica.net

Málaga cinco de marzo de 2023

       El disfrute de un buen libro te hace vivir una experiencia enriquecedora

        A lo largo de mi vida he sido una especie de depredador literario. Desde mi más tierna infancia me he leído hasta los prospectos de las medicinas. Todo se inició durante una enfermedad infantil que sufrí cuando apenas tenía ocho años. La obligatoria permanencia en cama se me hizo más corta porque mis padres me proporcionaron unos pequeños libritos editados bajo el nombre de “pulga”. Bendita circunstancia.

    Desde entonces me entusiasmo la lectura. Dediqué todos mis ratos libres a beberme las obras de Julio Verne o de Salgari, de Cervantes o de Simenón. Para ello contaba con las bibliotecas públicas de Málaga. La de la Diputación, cerca de calle Beatas; la de la Caja de Ronda, en la Acera de la Marina; la de la casa de la Cultura, en Alcazabilla. Hasta me “bebí” los que se contenían en unas pequeñas estanterías con libros que había en el Parque.

     Encontré otro pequeño filón en casa de mi tío Fermín. Él estaba suscrito al “selecciones del Reader’s Digest”. Eran libros resumidos pero que llenaban una afición. Años después también coleccioné esa publicación y –como no- caí en las redes del “Circulo de Lectores”. Mi proceso de lector se completó con mi amistad con Jorge Denis, un librero extraordinario y mejor amigo, que me permitió hacerme de una pequeña biblioteca –a cómodos plazos- que propició mi tremenda afición a la lectura.

     Mi buena noticia de hoy se basa en que, pese a que me he tenido que deshacer de muchos, muchos libros, con motivo de una penosa mudanza, he vuelto a recuperar mi afición inveterada a la lectura. Parece ser que en mi disco duro se han borrado muchos de los desarrollos de un montón de obras literarias. Este hecho me permite releerlos sin una excesiva sensación de estar en presencia de un “dèjá vu”. Casi todos me parecen nuevos y me sigo recreando en su lectura. Para colmo he descubierto la maravilla que representan los libros electrónicos.

    Sí, ya lo sé. Yo también he sido un enamorado del libro en papel. Del pasar las hojas y sentir su peso en nuestras manos. Pero el puñetero libro electrónico me ha conquistado. Tiene su propia luz, sus acotaciones lingüísticas aclaratorias, su tipo de letra que se adapta a tus necesidades y, sobre todo, su precio bastante asequible.

    Pero volvamos al quid de la cuestión. Los libros, los benditos libros son siempre una buena noticia para todos. En papel o electrónicos. ¡Qué más da! Te hacen vivir otros mundos, otras gentes, otras experiencias.

COLECCIÓN DE LIBROS “PULGA”

INCONGRUENCIAS

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El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

2 de marzo de 2023

                        

     Estamos inmersos en una sociedad llena de incongruencias

     Dice le diccionario de la lengua que se cae en una incongruencia “cuando se produce una falta total de coherencia entre varias ideas, palabras, acciones o cosas”. Sigue diciendo que una persona es coherente “cuando actúa en consecuencia con sus ideas o lo que expresa”. Es decir que existe una correlación entre lo que se piensa, se dice y se hace.

     Cuando nos asomamos a un telediario o asistimos a un mitin o una conferencia nos sentimos interpelados por aquello que se dice. Pero inmediatamente surge en nosotros la duda sobre si realmente lo expuesto tiene visos de pasar a la realidad.

     Recuerdo a políticos que han defendido sus pensamientos y palabras con sus hechos. Me viene a la memoria Julio Anguita, un maestro y alcalde andaluz que se significó por su coherencia. Como a tantos otros esa congruencia en su forma de ser, le impidió seguir escalando puestos políticos, pero le permitió vivir con la satisfacción de no haber engañado a nadie.

     Estamos hartos de programas y promesas que no se cumplen. De acuerdos contranatura y de ventas fraternales por un plato de lentejas. (Léase “continuar en la poltrona”). Nos encontramos en fechas electorales en las que las falsas promesas se multiplican. Los discursos se llenan de palabras en las que no se cree… ni se sueña cumplir. Lo importante es regalar los oídos y salir en la foto.

      Cuando a alguno se le pregunta por una situación palpable, en la que se han visto involucrados, aquellos que se comprometieron a ser incorruptibles y ser intachables en su gestión, la contestación se basa  en el “tú más” y en “los problemas heredados de anteriores legislaturas”.

      Me produce bochorno la cantidad de trapos sucios y de actitudes inaceptables que salen a la luz cada día. De personas que deberían ser ejemplo para las nuevas generaciones y que se convierten en auténticos depredadores de todo tipo que se juntan la mayoría de las veces para permanecer en el dinero, el poder y el prestigio.

     Los que intentamos ser coherentes con nuestros principios, y los manifestamos, difícilmente apareceremos entre los miembros de las clases dirigentes. Nos conformaremos con ser los “curritos” que perdemos unas elecciones tras otras. Tan solo nos queda la convicción de que no nos van a poner colorados al pillarnos en un “renuncio”. Algo es algo. Procuramos no ser incongruentes.