LA BUENA NOTICIA DE MANUEL MONTES CLERIES

Málaga 28 de marzo de 2011

m.montescleries@telefonica.net

 

“LAS ETAPAS DE LA PAREJA”

 

      Venimos de una generación en la que proliferaban las viudas y los viudos inconsolables. Durante gran parte de mi vida he observado que cuando fallecía uno de los cónyuges, el otro, lleno de dignidad y de culto al o a la fallecida, se colocaba el doble anillo y se dedicaba a vivir en soledad. Algunas veces la compartían con los hijos y nietos y, en otras ocasiones, llena de viajes o de copas solitarios.

     Desde siempre, he manifestado que la vida conyugal tiene tres grandes etapas; la primera, el enamoramiento, por mal nombre conocido “atontamiento” (ceguera total); la segunda etapa,  encuentro de caracteres, descubrimiento del otro, apasionamiento genital, lucha por el poder económico y los hijos, (recuperación de la vista) y, en tercer lugar, la etapa que yo denomino “envejecer juntos”, (aceptación de los defectos del otro).

    Los que llegan a esta etapa indemnes, han triunfado. Hoy, la mayoría de las parejas, cuando se les acaba la posesión, descubren los defectos del otro, o encuentran a alguien del que creen que tiene menos, tiran por la calle de en medio y crean otra familia, posiblemente con más defectos y problemas que la primera.

   Pero hay un grupo que procede de aquellos que se encuentran en soledad impuesta por viudedad cercana o por una lejana ruptura del matrimonio. Estos forman un colectivo de mayores que optan por darse una segunda oportunidad, para, casi siempre formar una nueva pareja con el ánimo de compartir la tercera etapa antes mencionada: envejecer juntos.

   Mi buena noticia de hoy, me la transmiten tantas personas, a las que conozco que han tomado esta opción. Siempre recordaré a una pareja interna en la Residencia Buen Samaritano, que vencieron el temor a perder “las paguitas” para manifestar su deseo de terminar sus días juntos. Tantos otros, y otras, que vemos remozados en el cuerpo y sobre todo en el espíritu, porque han encontrado la compañía que ansiaban.

   Hoy he visto a un amigo presentar con ilusión la persona que le ayuda a crear un proyecto de vida en medio de las sombras a su tertulia. Me he alegrado por ellos y por cuantas personas siguen teniendo ilusión y ganas de compartir la vida. Enhorabuena a los premiados.

LA BUENA NOTICIA DE MANUEL MONTES CLERIES

Málaga 21 de marzo de 2011

m.montescleries@telefonica.net

 

“LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS”

 

      Desde hace mucho tiempo estoy atento a descubrir los signos de los tiempos. Estos son una serie de circunstancias que nos transmite, llamémosle “la providencia” (que cada uno le aplique sus creencias), para hacernos ver su parecer sobre lo que está sucediendo en el mundo. En el Evangelio de San Mateo se aborda este tema; también lo recoge en la encíclica “Pacem in Terris” (11. 04)  el Papa Juan XXIII, donde los define como una nueva forma de interpretación de las manifestaciones de Dios en las mediaciones humanas, particularmente en la historia. El Concilio Vaticano II abordó profundamente este tema recogido magistralmente en la “Gaudium et Spes”.

 

       El Papa Juan XXIII consideraba que “el mundo moderno había experimentado y seguía experimentando tales cambios que bien podría decirse que estaban en el umbral de una nueva era. Estas transformaciones trajeron consigo grandes ventajas tecnológicas y también grandes peligros, sobre todo la amenaza de la pérdida del sentido de lo espiritual, pues el progreso moral del hombre no había seguido el ritmo de su progreso material, muchas veces al margen de Dios”.

     Yo, personalmente, estimo que la segunda parte del Siglo XX y lo que llevamos vivido del XXI son pródigos en mensajes claros y terminantes a la humanidad en los que se nos transmite la necesidad de radicalizarnos, volver a las raíces humanas en algunos aspectos. Estamos manipulando la naturaleza de una forma exagerada y ésta, nos está reivindicando su poder.

     Son signos de los tiempos: la manipulación genética, el sida, el deterioro ecológico, la degradación de la capa de ozono, el aborto indiscriminado, el ataque despiadado a la institución familiar, la hambruna y la pobreza africana, la emigración a los países más ricos, y otros muchos en el aspecto negativo. En el aspecto positivo: la proliferación de organizaciones benéficas de ayuda a los más necesitados; los movimientos de defensa de las personas y la naturaleza en general; los avances de la medicina, especialmente en la lucha contra el cáncer; la cirugía, las vacunas y la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos; el acceso a la enseñanza de cada vez más personas y, sobre todo, el amor que Dios nos viene manifestando a través de las personas de buena voluntad. Eso lo entienden muy bien los que han conocido a Vicente Ferrer, Teresa de Calcuta o los más cercanos: Fundación Padre Huelin, Comedor de Santo Domingo, Ángeles Malagueños de la Noche, o las Monjas de Colichet.

 Mi buena noticia de hoy, me la transmite el pueblo japonés, que nos está dando un ejemplo de valores ancestrales transmitidos de padres a hijos. Dentro de la gran catástrofe que están sufriendo, siguen manteniendo el control de sus actos, respetando a sus semejantes sin aspavientos, carreras, robos, pillaje, manifestaciones ni ningún tipo de violencia. Llorando en silencio sus penas y ayudando a sus semejantes. Los bomberos y los trabajadores de las centrales, jugándose la vida y dándola por su pueblo, cumpliendo su deber sin fisuras. Viéndolos, me siento orgulloso del género humano y creo que este pueblo saldrá más fortalecido, si cabe, de esta amarga experiencia. Con su sacrificio, nos están enseñando al resto de la humanidad que hay que aceptar humildemente cuales son sus límites y como se puede convivir, aun en los peores momentos, sacrificándonos un poquito por el prójimo y poniendo en marcha los sentimientos positivos que Dios nos transmite con su ejemplo en forma de Jesús. El mayor signo de los tiempos.

LA BUENA NOTICIA DE MANUEL MONTES CLERIES

Málaga 14 de marzo de 2011

m.montescleries@telefonica.net

 

“A MÍ LA LEGIÓN”

 

      Esa tarde pasé del miedo a la sorpresa. Me encontraba en medio de una trifulca que había organizado mi suegro en pleno partido del Trofeo Carranza, allá por los años 70. Se había enzarzado en una discusión a costa de un equipo que no era el suyo y las cosas estaban pasando a mayores. Después de que mi suegro pegara el grito las cosas se calmaron por ensalmo y pudimos terminar de ver el partido en paz.

      Victorino, que así se llamaba mi suegro, era un ser excepcional, con una vida de la que se podía extraer el guión para más de una novela, republicano de izquierdas hasta las cachas tuvo la oportunidad de vivir una vida azarosa de juventud, primero como carabinero de la república –descubrí sus papeles en el Ayuntamiento de Játiva-, preso en la plaza de toros de Alicante, se las ingenió para alistarse a la legión donde pasó todo el tiempo haciendo una “tournée” con el equipo de futbol legionario por todas las guarniciones españolas. Apareció por su casa al cabo de varios años con “un paquete de dulces” para su madre; como si no hubiera pasado nada. Se centró, se casó, e instaló –junto a su hermano Emilio, otro personaje- la primera fábrica de muebles que utilizaba el poliéster en Málaga. Demasiado pronto, llegaron los malos tiempos para ellos y tuvieron que cerrar la carpintería. Pero eso no arredro a Victorino, siguió bregando con la vida y jugando al futbol como los ángeles. Yo he jugado partidos con él y contra él con muchos años menos y me ha dejado tumbado. El pasado domingo, a los 91 años, se nos fue, sin querer y sin dar ruido, a la otra vida.

     La buena noticia nace del aplauso que sus dieciocho nietos, su viuda, sus hijos y cuantos estábamos allí le otorgamos mientras le despedíamos en el cementerio. A mí, que me gusta pensar, una vez más, se me confirmó la realidad de que lo importante está en ser, no en tener, los regalos a sus nietos siempre han consistido en escucha, comprensión y acompañamiento. Se reía más que ellos, jugaba más que ellos y vivía siempre con ellos. Se ha tragado todos los partidos del colegio, la Universidad o el equipo federado en que han participado cada uno de ellos. Se ha visto todas las funciones colegiales, obras de teatro, graduaciones, juras, bodas y divorcios de cada uno de los que le rodeábamos. Todo esto le ha hecho ser adorado por todos, especialmente pos sus hijos que siempre le han entendido. He convivido casi cincuenta años con él. Nos hemos respetado como nadie. Somos de ideas diferentes y hasta de equipos diferentes, pero su admiración por mí me ha hecho sentir veneración por él.

     Ya descansa en paz Victorino, un legionario republicano y de izquierdas. Cuando yo sea mayor me quiero parecer a él.

LA BUENA NOTICIA DE MANUEL MONTES CLERIES

Málaga 7 de marzo de 2011

m.montescleries@telefonica.net

 

“HÁBITOS VAQUEROS”

 

      Siempre se ha dicho que “el hábito no hace al monje”, pero ayuda a entender lo “que hay dentro”. Cuando vistes de uniforme, o portas una indumentaria característica, te transformas en la manera de actuar y, a veces, hasta en la manera de pensar. Quién no ha adquirido ardor guerrero en su chupa cuartelera o fervor mariano con la túnica de la Esperanza. En ocasiones, el hábito, además de costumbre se convierte en una especie de careta transformadora.

       Los que toman una opción definitiva por una vida contemplativa, modifican su aspecto enfundándose en unas vestimentas arcaicas nacidas de la vida monacal de la edad media. Aunque el continente se ha mantenido, el contenido se ha ido aggiornando paulatinamente hasta llegar a las actuales vestimentas de las comunidades integradas por monjas y frailes. Dichos atuendos  definen claramente si se trata de comunidades de contemplación o el servicio. Estos últimas han adaptado sus ropajes a lo funcional y no es raro encontrarse religiosos con vaqueros y jerseys.

       Me barrunto que la comunidad de “Veroniquesas de Lerma”, que han formado el “Iesu Communio” (vaya nombrecitos), ha hecho una transformación completa en su atuendo y, sobre todo, en su forma de vivir la vida contemplativa. Van a rezar y a actuar; realizan su labor de apostolado con “encuentros con personas de toda condición, en grupos pequeños o numerosos, acogidos por la comunidad en grupos y en la Iglesia”. Me suena, me suena. Algo así se recoge en los Hechos de los Apóstoles, o se ha ido realizando los cincuenta últimos años en los Cursillos de Cristiandad; doy fe.

      Cuando se plantea el Evangelio, puro y duro, con palabras y con hechos, los evangelizados, especialmente si son jóvenes, son arrastrados por la belleza apasionante de su contenido. Después, los “católicos oficiales” somos los árboles que impedimos ver el bosque de Jesús de Nazaret. Pero esa es otra. Las doscientas mujeres de 18 a 35 años de Lerma nos demuestran que los valores cristianos son, desde los últimos 2.000 años, asumibles con alegría e ilusión. Un claro ejemplo de lo que debe ser el cristianismo del siglo XXI.

     El habito-jeans, ha dignificado aun más el tejido rescatado de las tiendas de campaña de los mineros por un avispado comerciante de la California del XIX (un tal Levi-Strauss, -ojo: no confundir con el antropólogo-). Con ese tejido duro y resistente empezó a confeccionar pantalones que han invadido el mercado y que han cedido su género para confeccionar todo tipo de prendas; la última: el hábito monacal.

    La buena noticia es que la Iglesia pare con dolor nuevos  “hábitos”=“ropajes” y “hábitos”=manera de ser y actuar. Doscientas chicas, jóvenes e inteligentes, y las que he visto, bastante guapas, han cambiado las referencias  del “Gran Hermano”, “Sálvame”; el botellón y las “Princesas del Pueblo” por las de amar (de verdad) y servir; las de Francisco de Asís y Teresa de Ávila. Dios las ha bendecido y a nosotros también con su presencia. Un soplo de aire fresco.