LA VACUNA

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El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 31 de marzo de 2021

      Se acaba el mes de marzo y los mayores seguimos lampando por la dichosa vacuna.

     Hace más de un año que comenzamos a vivir este vía crucis particular. Se han ido sucediendo las etapas llenas de promesas incumplidas. La resolución de las mismas se ha ido disolviendo en el tiempo como si los compromisos jamás se hubieran realizado. Un montón de mentiras y de recomendaciones, cuando no imposiciones, totalmente contradictorias.

     En medio de todo este marasmo informativo, nos encontramos los mismos “sufridores” de siempre: los pertenecientes al “segmento de plata”, especialmente los que estamos entre los 70 y los 80 años. Estamos inmersos en una especie de “limbo” generacional, que nos impide acceder a las vacunas específicas recomendadas para los muy mayores, o a las más asequibles (por su cantidad y menor precio) para los menores de 65 años.

    Al final, como siempre, nos están toreando. Las fechas se van dilatando. Ahora dicen que nos “tocará” a mediados de abril. Me conformaría con que nos vacunaran a mi esposa y a mí antes del verano. Entretanto, el cerco se sigue cerrando sobre la sufrida población. No se como nos vamos a poder meter en las piscinas o en las playas con la mascarilla puesta. Supongo que inventarán la careta terapéutica sumergible. Cosas veredes…

    Seguimos esperando como “agua de mayo” esa inmunidad de rebaño de la que nos hablan y que yo no termino de comprender. Parece ser que se trata de una especie de barrera que impide el contagio cuando un buen grupo de individuos de un colectivo sea vacunado y, por consiguiente, alcance la inmunidad. Es decir, que cuando casi todos estemos vacunados al resto no le hará falta. Largo me lo fiáis. Lo que sí está claro es que nos hemos convertido en un rebaño.

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 29 de marzo de 2021

   Las últimas tres Semanas Santas han sido totalmente diferentes entre sí.

      Nunca nos podíamos imaginar como iba a cambiar nuestra vida la presencia de un malvado “bichito” procedente del lejano oriente.

    La Semana Santa del año 2019 se desarrollo como la de todos los años. Con la zozobra, propia del clima, por parte de las cofradías pendientes de la cambiante meteorología primaveral; las discusiones sobre la nueva ubicación de las tribunas; el nuevo recorrido de los desfiles procesionales o las diversas alternativas propias de cada Semana Santa. Las calles estuvieron llenas de turistas, de devotos y de participantes en los jolgorios de exaltación del alcohol, desgraciadamente cada vez más habituales. Se quedó sin salir alguna cofradía, algunos chaparrones y poco más. Como siempre.

   El año 2020, bisiesto y siniestro, nos deparó una Semana Santa distinta. Un camino de la Amargura vivido desde el miedo y el confinamiento. Una vivencia de pérdidas irreparables por parte de muchas familias, que contemplaron desesperadas como alguno de sus familiares revivía una pasión y muerte terrible en sus propias carnes. Los malagueños se asomaban a sus balcones, en este caso, no para ver pasar sus titulares ni para cantar saetas. Se conformaban con agradecer con aplausos el denodado trabajo de los sanitarios y cuantos cuidaron de nosotros en esos días. Cada día  a las ocho de la tarde nos emocionamos mientras manifestamos nuestra admiración por aquellos que portaron sobre sus hombros a los cristos vivos que se debatían entre la vida y la muerte en los hospitales.

   Este año 2021 la Semana Santa se ha planteado de una forma totalmente diferente. Los responsables de las cofradías han decidido, creo que con gran acierto, acercar sus sagrados titulares al común de los mortales. Las imágenes se han abajado a ras de tierra, lo que permite descubrir lo cercanas que se encuentran a nosotros. Sin dejar de ser divinas, se han hecho más humanas. Con un poco de imaginación nos permiten acompañarlas a lo largo del Vía-Crucis de aquel lejano tiempo y a recorrer con ellas el nuestro propio de cada día. Este año con paro, pobreza y soledad más acrecentados que en años anteriores.

   Desgraciadamente se siguen produciendo las circunstancias propias de la pasión que se sufre en el Mediterráneo cada primavera, coincidiendo con la Semana Santa. La llegada, cuando no se quedan por el camino, de emigrantes procedentes de países en los que se sigue viviendo hambre y persecución. Mujeres embarazadas, niños y mayores vuelven a recorrer esa ruta en busca de la resurrección en un mundo mejor.

   La buena noticia de hoy para los creyentes, sigue siendo la misma  de cada año. El Cristo de los Evangelios resucita. Si no lo hubiera hecho, vana sería nuestra fe (decía San Pablo). Resucita en cada uno de nosotros cuando asumimos nuestro papel de hijos de Dios, hermanos de Cristo y templos vivos del Espíritu Santo. Entonces nos encontramos con el hermano y nos convertimos en sus manos, sus, oídos o su palabra para aliviar las cargas de los que sufren. Resucita en el otro. El que nos necesita y al que podemos ayudar en los momentos difíciles. “Con vosotros está”, dice el cántico.

   Esta Semana Santa tenemos otro tipo de procesiones. Aquellas que nos permiten acercarnos mucho más a los que sufren. Los templos se han vuelto a llenar de personas que aprovechan la cercana exposición de las imágenes para rezarles y pedirles fuerza para salir de la difícil situación en la que nos encontramos. El segundo paso a realizar es la vuelta  al mundo que nos rodea. Hacer patentes con los hechos  los buenos sentimientos que han surgido en el fondo de nuestro corazón. Se puede.

RECUPERAR

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El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 24 de marzo de 2021

      Dada la cantidad de tiempo libre con que contamos a causa de la pandemia, tenemos la oportunidad de recuperar contactos perdidos a lo largo del tiempo.

       Pese a que las agendas de nuestros teléfonos móviles están llenas de nombres –muchos de los cuales no sabemos a quién corresponden-, tenemos las oportunidad, a lo largo de esta etapa de semi-confinamiento, de recuperar las viejas libretas con teléfonos y direcciones que hemos dejado arrumbadas a lo largo de muchos años. Hagan la prueba y podrán comprobar como se han ido perdiendo en el tiempo familiares, amigos y conocidos de los que pensábamos en su día que jamás íbamos a llegar a ignorar.

   Les recomiendo que procedan a realizar este ejercicio y su vida se volverá a llenar de encuentros con personas que les recibirán con agrado y un común sentido de culpabilidad por los años en que este familiar o este amigo se habían perdido en la vorágine de la vida.

   Me he propuesto recuperar estas relaciones perdidas de una forma casi metódica. Gracias a Dios no había extraviado ese listín de teléfonos y direcciones –lleno de enmiendas y tachones-, que había ido transfiriendo de agenda año tras año. Ese que un día dejamos arrumbado y sustituido por la fría memoria del celular. Gracias a este ejercicio he recuperado familiares y amigos con los que no había tenido contacto desde hace decenas de años.

    Esta experiencia nos permitirá recordar un pasado maravilloso, lleno de vida en común y vivir un presente más arropado telefónicamente, que nos permitirá suplir la escasa relación cara a cara con un entorno que nos resulta peligroso debido a la pandemia. Finalmente nos ayudará a  confiar en un futuro junto a esas viejas amistades recuperadas. Recordemos aquella canción del 92: “amigos para siempre”.

ALGO HA MEJORADO

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LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 22 de marzo de 2021

   Cuando las circunstancias que nos rodean son difíciles, no prestamos demasiada atención a las cosas buenas que nos pasan.

   Aquellos que nos dedicamos a ver con lupa las alternativas que la vida nos va deparando, podemos caer en el error de sumarnos al desencanto general producido por la situación política, económica y la maldita pandemia que no acaba de iniciar su desaparición.

   Es muy fácil llenar páginas que recojan los errores que a diario cometen los responsables de estas crisis de todo tipo. Basta con mirar un poco a nuestro alrededor para identificar actitudes torpes, ineficaces, partidistas y malintencionadas. Pero no todo es así. Llevo años intentando resaltar situaciones, formas de ser y ejemplos palpables de realidades positivas que, sin duda, están a nuestro alrededor sin apenas hacerse públicas. Las buenas noticias no venden porque apenas exacerban el morbo. Basta ver un telediario, un programa del ¿corazón? o un reality show, para darse cuenta de lo que resaltan.   

   Mi buena noticia de hoy no se basa en un hecho aislado. Se trata de un cambio de actitud palpable por parte de los funcionarios, sanitarios o responsables de la atención al público en los diversos establecimientos. Hasta ahora casi nunca me había sentido maltratado por parte de aquel que me atendía. Supongo que se debía a un sentimiento recíproco. Cuando tratas al que te recibe con educación y respeto, inmediatamente cambia la actitud de tu interlocutor.

   Pero he podido observar que en los últimos tiempos aun es más acendrada esta actitud positiva. A lo largo de este año he recibido la llamada cariñosa y competente de mi doctora de cabecera cada vez que la he necesitado; desde el Clínico, y con motivo del tratamiento para mi apnea del sueño, he recibido la correspondiente prótesis y me han atendido inmediatamente (en menos de un par de horas) cada vez que les he realizado una consulta sobre su uso. La última vez vino la enfermera a mi casa para resolver mis dudas.

    El resto de los funcionarios en general se han adaptado con gran facilidad a la tramitación de todo tipo de documentos de forma telemática. La misma se realiza de una forma rápida y eficaz. Sin desplazamientos ni colas. De verdad; estoy totalmente encantado. Consigo seguir realizando mi trabajo como responsable de una ONG sin moverme de mi casa. Gestiones bancarias y con la administración en general se pueden efectuar fácilmente a través del ordenador.

   Todo esto es en sí una buena noticia. No conozco el porqué. Pero lo cierto es que la sonrisa y el buen hacer se hacen más patentes a través de la cibernética que del desplazamiento, las ventanillas y las colas. Espero que cuando volvamos a la normalidad se mantenga este espíritu. Estos años malos nos han enseñado mucho. Creo firmemente que vamos a salir mejores de esta situación.

GALIMATÍAS

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El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 17 de marzo de 2021

    Nos encontramos ante una confusión mental que no sabemos ni lo que somos, ni en lo que creemos

    Cuando se inició la etapa democrática, los españoles nos planteábamos cuales eran nuestros ideales y nuestra tendencia política. Los mayores lo tenían muy claro, la mayoría se declaraban apolíticos, dada su experiencia de un montón de años recuperándose de una guerra incivil. Les había costado mucho la confrontación. Los jóvenes nos aprestamos a poner en marcha nuestra ideología y a acercarnos a las urnas con las ideas bastante claras.

    En los primeros comicios se pudo observar que la gran mayoría de los españoles era de centro. Un espacio que querían ocupar muchos partidos. Entonces surgió la Unión de Centro Democrático (un batiburrillo de partidos de todo tipo, el centro izquierda (PSOE) y el centro derecha (A.P.). Los extremos los ocupaban los partidos radicales de derechas o de izquierdas así como los nacionalistas o regionalistas. En fin, el ciento y la madre. A lo largo de los años las posiciones se han ido aclarando.

    Así nos hemos llevado medio bien un montón de tiempo. Pero las ideologías se han ido radicalizando y los partidos se han convertido en reinos de taifas totalmente exclusivos. Esto no ha impedido que sus próceres hayan procedido, desvergonzadamente, a cambiarse las chaquetas cuando han visto las orejas del lobo y a decir digo cuando cinco minutos antes habían dicho diego.

    Los españoles no somos tontos y nos hemos hartado de tanto chalaneo y tan poca vergüenza. El colmo de los despropósitos lo estamos viviendo a lo largo de esta legislatura. Se ve a nuestros dirigentes políticos realizando un esfuerzo extraordinario por mantener el sillón y haciendo pactos con el diablo, si es necesario, con tal de seguir en la pomada.

    Todo esto en medio de una gravísima situación sanitaria y económica que nos depara los peores datos desde hace muchísimos años. Siguen debatiendo si son galgos o podencos mientras día a día recogemos noticias de situaciones económicas críticas y fallecimientos de miles de compatriotas.

    ¿No les da vergüenza? ¿No se plantean salir de esta situación aunando esfuerzos? Ellos no. Mientras sigan gozando del poder y de la paga se sienten realizados. No son fieles a los ideales ni a su filosofía. El otro todo lo hace mal y los nuestros bien. No se dan cuenta del ridículo. Se agarran a la supervivencia. Los espectáculos de esta semana son para estudiar en las facultades de ciencias políticas. Nos da vergüenza escuchar sus discursos y sus justificaciones.

    Consecuencias: estamos hartos, no tenemos confianza en ninguno de ellos ni en las ideas que nos transmiten. Nunca he tenido muy claras mis tendencias políticas. Todos tenemos la cartera en la derecha y el corazón en la izquierda. Pero lo equilibramos en el cerebro. Quizás somos más solidarios de mayores (con menos parafernalia), que cuando nos comportábamos de forma rebelde en nuestra juventud. Jamás he tenido un carnet de partido. Ni lo voy a tener. Lo que está claro es que voy a confiar en los gestores. No en los ideólogos y agitadores de masas.  Es decir, voy a seguir siendo de todos y de nadie. Es mi sino. Así que volveré a quitar la televisión o la radio cuando les escuche. Prefiero ver el Pasapalabra o una película de Berlanga antes de meterme en este galimatías.

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 15 de marzo de 2021

NO SOMOS CONSCIENTES

    No valoramos suficientemente la suerte de vivir en una sucursal del paraíso.

    Hace unos días pudimos leer en un periódico local las declaraciones de unos estudiantes franceses que estaban viviendo en Málaga gracias al programa Erasmus. En las mismas afirmaban que estaban gozando en estos días, aun de invierno, la misma temperatura que tenían en su país en pleno verano.

    Los malagueños, indígenas o de adopción -como es mi caso-, consideramos que el clima que disfrutamos en la Costa del Sol a lo largo de todo el año es el normal. ¡Qué equivocamos estamos! Apenas salimos de Casabermeja hacia arriba escuchamos las quejas de cuantos viven pendientes de la situación climática y se tienen que abrigar como esquimales once meses de cada año y se gastan un pastón en paraguas y chubasqueros porque les llueve un día sí y el otro también.

   A mediados del pasado siglo se hizo una extraordinaria campaña publicitaria de nuestra costa bajo el concepto de Málaga “Ciudad de Invierno”. Considero que era muy inteligente. Con la misma cerraban el círculo de atracción del turismo a lo largo de todo el año. Hablaba de poder esquiar el mismo día en Sierra Nevada y en las playas malagueñas. Yo la completaría diciendo “Ciudad de invierno, de primavera, de verano y de otoño”.

   Los hijos de la rubia Albión, los teutones y los habitantes de lo países nórdicos, captaron con interés este mensaje e inundaron nuestra costa con su presencia vacacional o definitiva. Ellos descubrieron inmediatamente la maravilla que representa el vivir en nuestro entorno malagueño.

   Ha pasado un año desde que estamos viviendo una especie de condena a vivir en “libertad vigilada”. Personalmente he salido medio indemne de la misma gracias al clima malagueño. Nos han robado muchos abrazos, pero se nos ha permitido seguir recibiendo el calor del sol y el azul de un cielo que llena de luz y de vida nuestro espíritu. Durante muchos meses hemos disfrutado de un Mediterráneo tranquilo que nos ha abrazado y arropado con sus aguas templadas.

   Mientras escribo estas ideas, las playas malagueñas se vuelven a llenar, con las precauciones correspondientes, de familias, de niños, jóvenes y mayores que disfrutan de un clima paradisíaco y envidiable.

   Mi buena noticia de hoy se basa en que tenemos totalmente gratis la posibilidad de vivir en una ciudad con un equipamiento, unos jardines, unas playas, unos bares y unos restaurantes envidiables y envidiados. Una ciudad amable donde se puede vivir durante todo el año -salvo unos escasos días- en manga corta o con una rebequita por si acaso. Aprovechémonos que es gratis. Dios se lo pague a Dios.

HACE UN AÑO

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El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 10 de marzo de 2021

      Se cumple el primer aniversario del encierro forzoso-voluntario al que estamos sometidos desde hace un año. Especialmente los mayores.

       El pasado 9 de marzo de 2020, sin esperar ningún decreto ni imposición gubernativa, los tres habitantes de la misma decidimos confinarnos en nuestra casa. Dos mujeres y un hombre con un montón de años a las espaldas.

      El “estado de sitio” comenzó con un aprovisionamiento excesivo, propiciado por los temores a una larga temporada de confinamiento y a un desabastecimiento de los supermercados. La intendencia se encargó a los hijos, que iban dejando bolsas de comida en el porche de la casa. Inmediatamente se procedía a la desinfección de las mismas. Todo cuanto procedía del exterior se sometía a una rigurosa cuarentena.

     Los días se llenaban con horas de caminata en la terraza de la casa así como kilómetros de bicicleta estática para evitar anquilosarse. Miles de puzzles, libros releídos –entre ellos “El Quijote”-. Salidas al porche a las ocho de la tarde para aplaudir y parte telefónico diario de todos y cada uno de los hijos y nietos.

       Llegó el permiso para salir a caminar. La primera vez que lo hice, pertrechado de dos mascarillas –por si acaso-, me crucé con un conocido y le miré como si se tratara de un alienígena. Cuando llegó el verano nos fuimos a la Torre de Benagalbón (el paraíso). Podíamos andar por el paseo marítimo, bajar a la playa y ver la gente desde el balcón. ¡Cómo añoro ese tiempo!

     Llegó la segunda y la tercera ola del Covid sin respiro. Dimos un paso atrás, las cifras comenzaron a subir y el miedo al contagio nos volvió a confinar hasta el día de hoy. Veremos que novedades nos trae el futuro.

     ¿Qué ha pasado en nuestras vidas además de un año cronológico? Pienso que hemos consumido mucho más tiempo que el que denotan los almanaques. Personalmente he perdido, en gran parte, la sensación de sentirme útil a los demás. Ha decrecido extraordinariamente el ritmo de dedicación a mil cosas en mi papel de jubilado currante. Nos estamos apoltronando un poco y adaptando al pancismo y al “sillónball”. Hemos perdido el contacto con los de fuera de casa, aunque, en mi caso, he mejorado, y mucho, en el de los que conviven conmigo a diario.

   En fin, este año se nos ha hecho bastante largo. La perspectiva de recibir la vacuna salvadora se nos está haciendo demasiado larga. Se nos rodea a diario de una tormenta de fechas y de cifras. Pero no llega. Mis hijos sanitarios y docentes ya están vacunados. Ahora dicen que nos tocará a nosotros para Abril. Paciencia y barajar.

    Los mayores estamos dando la talla suficientemente. Hemos sufrido la pérdida de momentos y ocasiones irrepetibles. En mi caso un bautizo, una comunión y las bodas de oro matrimoniales. Se nos han marchado amigos y familiares a los que no hemos podido acompañar en los últimos momentos. Etc. Etc. Todo ello poniendo al mal tiempo buena cara.

    El antídoto a la mala sensación que nos ha dejado este año horrible se cimienta en la esperanza de que todo esto pasará. Que quedará en nuestra memoria como un mal sueño. Ahora a reforzar nuestro espíritu y a celebrar una Semana Santa virtual. ¡Ya llegará el verano!

Nota.- Escribo todo esto para animar a mis lectores que hagan un pequeño recuento de su experiencia a lo largo de este año. Nos puede venir bien a todos.

BAGDAD

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LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 8 de marzo de 2021

BAGDAD

    Me ha producido una gran impresión oír la Palabra de Dios en los lenguajes caldeo (arameo) y árabe desde las tierras bíblicas.

    En esos idiomas suena de una manera evocadora la lectura del Evangelio. Ayer lo pudimos observar durante la proclamación de las Bienaventuranzas, recogidas en el texto de Mateo inspirado por Jesús de Nazaret. Se ponen los pelos de punta escuchando las palabras, la música y las canciones que, posiblemente, rodearon la vida de Jesús hace unos dos mil años.

     El Papa Francisco es muy valiente. Su valentía nace de una profunda fe en Dios y unos pies bien puestos en la tierra. Se ha sentado a hablar en Mesopotamia con dirigentes de las otras creencias monoteístas que nacen del padre común Abraham. Todas recogen la fe en un Dios único y que ama a la humanidad. Seguro que han encontrado muchos puntos comunes.

     El sábado, desde ese templo de Bagdad, en el que se celebró una misa en árabe y en caldeo, volvimos a oír desgranar las bienaventuranzas, (bienaventurado significa feliz). Personalmente me quede parado en una de ellas: bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

    Estoy convencido de la buena voluntad y el deseo de paz de la gran mayoría de los seres humanos. Pero los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz. El dinero, el poder y el prestigio se mueven alrededor de la confrontación y la mala leche. El “progreso” se mueve alrededor de la imposición y el sometimiento.

    La buena noticia de hoy nace de ese viaje esperanzador. De esas oraciones comunes musitadas en diversos lenguajes de oriente medio, con los mismas palabras que salieron de la boca del Nazareno y el sonido de las cítaras y chirimías a su alrededor.

    El sábado disfruté de una larga Eucaristía llena de signos y de reminiscencias ancestrales. No soy muy amigo de los ropones y la parafernalia, pero el sentido de las palabras y el sacrificio de la Eucaristía, llenaron mi corazón de deseos de hacer realidad la posibilidad de ser bienaventurado por buscar la paz.

    En esa Misa recibimos el mensaje a través de una doble traducción; del lenguaje original al italiano y del italiano al español. Pero conseguí  entender en directo dos palabras. Salam aleikum y Amén. Ambas recogen el sentido último de esta visita: La paz esté con vosotros y así sea.

CAUTIVO

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El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 3 de marzo de 2021

      Se están publicando en estos días comentarios sobre la actual ubicación de la imagen de Jesús Cautivo en la parroquia de San Pablo.

      Aunque muchos de mis lectores no viven en Málaga, estoy seguro que la gran mayoría de ellos conoce el fervor que despierta la imagen “del Cautivo” en todos los malagueños y muchos de los que no lo son. He tenido la oportunidad de escribir varios artículos sobre dicho tema, basándome en mi infancia y juventud vivida a apenas 100 metros de San Pablo. He tenido la suerte de portarlo sobre mis hombros y sigo entrando a visitarle cada vez que paso por la calle Trinidad.

     En esta cuaresma, pese a las dificultades propias de la pandemia, se está celebrando el tradicional quinario de la cofradía. Para el mismo, se ha instalado un gran altar en la parte derecha del templo ocupando un amplio espacio. A lo largo del resto del año las imágenes titulares de la cofradía se encuentran en una capilla ubicada en la girola que rodea el altar mayor. La mayoría de los visitantes entran directamente a esta capilla y salen de la misma forma, una vez culminada esa visita. Sin acceder al resto del templo.

      Durante muchos años el Sagrario que contiene el Santísimo Sacramento se encontraba en un lateral del templo. Donde hoy se ha puesto el Cautivo para el quinario. La verdad es que la mayoría de los fieles pasaba olímpicamente por delante a fin de dirigirse a la nave central o a las capillas laterales donde se encuentran las imágenes de las otras cofradías con sede en San Pablo.

    Con, a mi modesto entender, buen criterio, en la última reforma del templo se ha instalado el Sagrario en el lugar principal del mismo; en el altar mayor, donde se celebran las Eucaristías. Esta nueva ubicación impide la colocación de imágenes que oculten el lugar más sagrado de la Iglesia.

    Parece ser que algunos cofrades están indignados. Alegan desde su criterio que el Cautivo no está en el mejor lugar y que se impone la colocación definitiva en un “templo digno”. No estoy en contra de nada ni de nadie. Pero estimo que el Cautivo ha estado, está y estará siempre, en el corazón de todos los que le conocen y le adoran. El templo más digno que existe.

   Pienso que el mejor recinto que enmarca al Cautivo es el puente de la Aurora los lunes Santos por la noche. O en la mañana el mismo día, junto a los enfermos del Hospital Civil rodeado de fervor, de piropos y de oraciones llenas de esperanza. Allá donde esté, nunca le faltará un ramo de flores y una persona mayor rezando por sus hijos y nietos.

    Lo de la basílica, capilla, altar mayor o menor es irrelevante. Lo importante es que veamos en su imagen a ese Jesús de Nazaret que vivió pobre y murió por nosotros. Lo demás es accesorio. Igual me equivoco. Pero esto es lo que pienso.