LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 30 de noviembre de 2020

MENOS ILUMINACIÓN Y MÁS LUCES

    En estos últimos días se han podido escuchar comentarios sobre las “pocas luces” de algunos malagueños que  comparto

    En esta ciudad estamos muy acostumbrados a vivir en la calle. Aprovechando la bondad del clima a lo largo de todo el año, los malacitanos acostumbramos a deambular por las principales calles del centro, sea invierno o verano. Vivimos la feria veraniega, la Semana Santa primaveral o las Navidades invernales, en la zona histórica de la ciudad que todo lo celebra, callejeando.

    Este desagradable año 2020 (bisiesto y siniestro) nos ha traído una desgraciada pandemia que está diezmando nuestra población. Cada día podemos leer como la maldita enfermedad encadena a muchos malagueños a los respiradores o, a los menos gracias a Dios, los hace engrosar la cifra de fallecidos.   

   Nuestro Ayuntamiento, con buen criterio, ha decidido continuar con la costumbre de llenar nuestras calles con un espectáculo de luz y sonido cada año más esplendoroso. Quizás en esta ocasión no se ha lucido especialmente, pero tampoco está el tiempo para muchos excesos. De todas formas ha presentado una calle Larios bellísima que no desmerece de las de los años anteriores.

   Los malagueños se han pasado. Hemos podido ver dicha calle Larios atiborrada de paseantes que hacen caso omiso a las distancias de seguridad provocando situaciones peligrosas que pueden crear nuevos focos de contaminación.

   Inmediatamente la chispa malagueña ha creado la frase con la que identifico este comentario. No es que haya que disminuir la iluminación, pero sí que tenemos que sacar a relucir esas “luces” que nos permiten ser consecuentes con nuestro innato sentido común. Espero que las autoridades decidan filtrar el acceso a calle Larios, de forma que todo el mundo pueda disfrutar de la iluminación, pero no todos juntos, a la vez.

    Mi buena noticia de hoy se basa en que he podido sobrevivir al “Black Friday” (viernes negro) sin dejarme embaucar por unas rebajas ficticias diseñadas –como no- por la cultura americana. Ya nos han colado el Halloween, el Black Friday y, en cuanto puedan, nos endilgan el puñetero día de Acción de Gracias (Thanksgiving Day, menuda palabrota).

   Parece mentira que nos encontremos ante una generación que intenta cargarse lo más sagrado de nuestras tradiciones sustituyéndolas por fiestas consumistas y vacías de contenido positivo. Así que esperaré a las rebajas de enero para comprarme los calcetines y los jerseys de cada año. Y el pavo… para Navidad.

  La buena noticia de verdad me la ha transmitido el villancico- mensaje navideño que ha grabado nuestra malagueña Diana Navarro en su videoclip “Brillará” htpps://youtu.be/Ul5jcEBarkw. Una auténtica maravilla. Véanlo y escúchenlo con detenimiento.

    Por otra parte, apelo a que tengamos“más luces y menos iluminación”.

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 25 de noviembre de 2020

LAS COSAS PEQUEÑAS

  Valoramos mucho más los pequeños detalles cuando los volvemos a descubrir.

      El vivir casi confinados también tiene sus ventajas. Nos permite pensar con detenimiento, retomar viejas costumbres y añorar aquellas pequeñas cosas que habíamos dejado de valorar.

      Esta realidad se hizo patente en mi interior sentado en la terraza de un café (pasando frío, por cierto) mientras tomaba un descafeinado hirviente y tres maravillosos tejeringos de casa Varo. Vino a mi memoria desayunos y meriendas con mis hijos pequeños recién salidos de la guardería. Jamás me podría imaginar que un desayuno despertara sentimientos de esa categoría.

     Desde primeros de marzo he valorado muy favorablemente el teléfono móvil y sus aplicaciones. Y eso que soy un enemigo acérrimo de la dependencia del “telefonino” (como dicen los italianos). Pero una cosa es el uso y otra cosa el abuso. La posibilidad de hablar con alguien al mismo tiempo que ves su cara y sus gestos es maravillosa. Ayer mismo hablamos en multillamada los miembros de mi grupo de teatro, en paro forzoso desde febrero. No paso un día sin que vuelva a ver o escuchar la voz de alguien con el que no me he encontrado en demasiado espacio de tiempo.

      Otrosí sucede con los encuentros familiares. En mi casa, que es muy grande, no pasaba un fin de semana, un puente o unas fiestas, sin que se llenara de niños, mayores y militares sin graduación. Era lo más normal. Este año disfrutamos esos momentos especialmente. Ahora podemos ver a nuestros hijos y nietos por separado y a  dos metros de distancia. No sé que vamos a hacer estas navidades. Estamos pensando hacer cuatro o cinco nochebuenas y cuatro o cinco fines de año. Por una vez pararemos los relojes y celebraremos cuatro o cinco días de la marmota.

     Es cuestión de poner al mal tiempo, buena cara. Valorar mucho más lo que se tiene y obviar lo que te falta. El colmo de la superación, el reto más importante con el que me encuentro, es el aplazamiento de mi tercera boda. Me explico: Me casé en el 70; me volvía a casar 25 años después en el mismo templo con la misma esposa, con el mismo celebrante, los mismos padrinos y con mi extensa familia. En los próximos días tenía previsto celebrar las bodas de oro. También con la misma esposa. En un templo, con un celebrante, tres docenas de familiares directos y un montón de amigos. No podrá ser por imperativo legal. ¿Saben que me consuela? La fuerza para vivir un año más y la esperanza de que el próximo mes de diciembre de 2021 nos traiga las posibilidades de celebrar las bodas de oro más IVA. Supongo que serán las bodas de oro de 25 kilates.

     En tiempos difíciles todo es importante. Poder comerte unos churros o celebrar unas bodas de oro en la intimidad. Lo importante es ser y estar. Ser feliz y estar con los tuyos.

 LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 23 de noviembre de 2020

UN MENSAJE EXTRAORDINARIO

  Buscando una buena noticia que transmitir a ustedes, me encontré con una carta que merece este nombre.

  “Cada día nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos… solo falta el deseo gratuito, puro y simple de querer ser pueblo, de ser constantes e incansables en la labor de incluir, de integrar, de levantar al caído… Que otros sigan pensando en la política o en la economía para sus juegos de poder… Pero no lo hagamos solos, individualmente. Estamos invitados a convocar y encontrarnos en un “nosotros” que sea más fuerte que la suma de pequeñas individualidades. El todo es más que la parte y también es más que la suma de ellas”.

     ¡Qué hermoso discurso y que necesaria su aplicación en los tiempos que vivimos! Que importante sería ponerlo en valor ante la tragedia de los emigrantes hacinados en las Canarias, el desastre en la gestión de los políticos que nos están llevando a la ruina en el campo de la economía, en la sanidad y,  sobre todo, en la educación en valores fundamentales para el ser humano. Esos que basan su discurso en la descalificación, el más tú y la búsqueda de lo que nos separa, más que lo que nos une. Aquellos que quieren reinstaurar el pensamiento único, la escuela adoctrinante y la falta de libertad religiosa.

    El discurso anterior acaba con las siguientes conclusiones: Alimentemos lo bueno y pongámoslo al servicio del bien, todos tenemos responsabilidad sobre el herido que es el pueblo mismo y todos los pueblos de la tierra. Cuidemos la fragilidad de cada hombre, de cada mujer, de cada niño y de cada anciano, con una actitud solidaria, atenta y de proximidad.

     Se me olvidaba decirles de quien es este discurso. Es de un tal Papa Francisco, en su carta encíclica Fratelli Tutti. Una buena noticia.

HIPÓCRITAS

18 f, 20

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 18 de noviembre de 2020

HIPÓCRITAS

   Estamos rodeados de hipócritas. Aquellos que “fingen una cualidad, sentimiento, virtud u opinión que no tienen”.

   De vez en cuando surgen voces airadas acusando a aquellos que no son de su propia cuerda de todos los “ismos” imaginables. Machismo, feminismo, fascismo, comunismo, etc. Todo se mueve en función de los modos y de las modas.

   Para mí es hipocresía la persecución a los fumadores mientras se estimula el consumo de alcohol. Hipocresía es el excesivo control del lenguaje para evitar caer en el “grave error” de utilizar las palabras inclusivas; hay que decir hombres y mujeres, futbolistas y “futbolistos” o progres y “progras”, mientras cada vez se habla –o se escribe- peor. Se sueltan tacos, blasfemias y todo tipo de barbaridades a troche y moche. También se ha puesto de moda la palabra “mierda” (con perdón) y no hay ninguna frase de un moderno que no la diga.

   Hipocresía es el proclamar que se está en contra de la droga mientras se emiten películas en las que se hace uso descarado de las mismas por los “héroes” protagonistas de ella. Sin ir más lejos; el pasado domingo deje de ver una película premiadísima que emitían en televisión. En la misma, una exhibición de consumo y apología de todo tipo de sustancias. Del alcohol para que hablar.

   Para mí, hipócritas son aquellos que hablan de democracia y de tolerancia a las ideas, mientras se persigue y ningunea a los cristianos. Se blasfema a diario, no se nos cae el “hostia” de la boca, se defeca en Dios o en la Virgen, en público y sin motivo, a las primeras de cambio, al mismo tiempo que se “reverencia” a todos los que presumen de otras creencias. Solo tenemos que escuchar el lenguaje de los adolescentes de nuestros días llenos de tacos sin ningún tipo de pudor.

     Hipócritas son los que dicen defender a capa y espada a los mayores mientras se les “aparca” en maravillosas residencias donde nunca se podrá igualar el trato que reciben en el seno de sus familias o en su propio hogar.

    No podremos desterrar a lo hipócritas de nuestras vidas. A los defensores de “lo políticamente correcto” en tertulias y declaraciones. Pero creo que ya va siendo hora de que los denunciemos y afeemos sus costumbres. No seamos hipócritas riéndoles las gracias o aceptando sus modas. Ya está bien. Estamos hartos de caretas.

 LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 16 de noviembre de 2020

ES DE BIEN NACIDOS

     El refrán español dice: “es de bien nacidos el ser agradecidos”.

         El pasado tres de febrero escribía una “buena noticia” bajo el título de “funcionarios”. En la misma hablaba de la atención que había recibido por parte del personal de la piscina terapéutica de la Universidad de Málaga. Comentaba como me habían atendido y entendido. Me sentía feliz.

        A primeros de marzo todo se truncó. Nos llegó la maldita pandemia y la piscina se cerró y por consiguiente la posibilidad de seguir tratando mi espalda. El personal de la misma no se arredró. Inmediatamente se pusieron en contacto conmigo vía whatsApp y me recomendaron los ejercicios que podía realizar en mi casa.

       La “buena noticia” de hoy se basa en que, pasado el verano, han vuelto a abrir sus instalaciones. Con todas las precauciones habidas y por haber. Con una asistencia mínima de usuarios y una dedicación mayor si cabe.

      Todos los expertos coinciden en que los mayores hemos sido los más perjudicados por el Covid-19. Nos ha tenido confinados y con dificultades para movernos en el exterior de nuestros domicilios, circunstancia que ha acendrado el deterioro físico propio de la edad. Para colmo, además del cuerpo, la mente se ha visto afectada por el miedo propio de la incertidumbre y el pánico no ya tan solo al porvenir, sino al presente. (Las llamadas que recibo en mi labor como orientador del Teléfono de la Esperanza así lo indican).

      Me he encontrado con una atención máxima a todas estas dificultades por parte de los médicos, los fisio y los monitores de la UMA. Me siento querido y acompañado. Aparte de buenos profesionales son buena gente.

    Sigo insistiendo en mi idea. Los funcionarios funcionan muy bien… casi siempre. Los medios de comunicación están llenos de quejas. Yo pretendo llenarlos de elogios. Conmigo se están portando maravillosamente. Mi espalda y mi corazón lo agradecen.

Escuela de espalda - Mutua Universal

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 11 de noviembre de 2020

UN TENORIO EN LOS 70

  El ser miembro del segmento de plata permite revivir sensaciones casi cincuenta años después.

   En aquel mes de noviembre de 1978 la vida cultural de Málaga estaba bastante paralizada. El mundo asociativo se circunscribía a las actividades de las cofradías y de las peñas. Todos estaban pendientes de la transición política y de las pasadas inundaciones.

   La cofradía de la Esperanza quería tener una sede propia. Para eso se hizo con una parcela cercana a Santo Domingo, situada junto a la Prolongación de la Alameda. Los hermanos de la cofradía sacábamos dinero de las piedras. Se crearon unas aportaciones de 1.000 pesetas que consiguieron financiar la compra del terreno y el comienzo de las obras.

    A no se quién, se le ocurrió que representáramos el Tenorio en el Cervantes a fin de recaudar fondos. “Pensat i fet”, como dicen los valencianos. Nos pusimos a la tarea. Casi un año de ensayos en la sede de la Agrupación de Cofradías y un montón de broncas por parte del director, Juan de Dios Millán Negrillo, dieron a luz una representación que resultó bastante digna. Lucieron especialmente el por entonces famoso locutor de radio Diego Gómez, en el papel de Don Juan y de Lola Carreras (q.e.p.d.) en el de Doña Brígida.

   Antes y después de aquel Tenorio, se han hecho grandes, medianas y pésimas representaciones del drama de Zorrilla. Pero aquella de aquel viernes de noviembre de 1978 fue muy especial. Unos decorados espectaculares, una puesta en escena extraordinaria con aportaciones tales como la participación de la coral de Santa María de la Victoria, dirigida por el Padre Gámez (q.e.p.d.), en la escena del cementerio.

        Allí nos lanzamos al “estrellato” muchos aficionados al teatro que, posteriormente, hemos seguido manteniendo y cultivando esta dedicación. Años después, la misma “compañía” representó un inolvidable “La Venganza de don Mendo” también en el Cervantes. Esta vez con el abogado Pedro Megía en el papel del Mendo y Vicki Flores (la hermana de Marisol) como Magdalena. Yo hice el papel de Don Nuño). En esta ocasión en dos jornadas diferentes.

       En mi opinión, crítica como siempre, no se cumplieron totalmente los objetivos de aquella campaña de captación de fondos. Se ha erigido un templo maravilloso, un salón de tronos y una casa hermandad extraordinarios. Pero ¡ay!, siempre hay un pero. No se remató la faena con la creación de un hogar para los mayores del barrio, en la parte trasera del edificio, como estaba proyectada.

      Hoy en día, sigo estando implicado en actividades teatrales. Desde siempre los mayores se han interesado por participar en grupos de teatro de más o menos envergadura. Es una actividad muy conveniente para los pertenecientes al “segmento de plata”. En la misma se ejercita la memoria, la dicción, la forma física y, sobre todo, la amistad. (Actualmente aun me llaman “Butarelli” los viejos cofrades de la Esperanza y Vicki Flores me dice papá cuando nos vemos).

     Recordar es volver a vivir. De vez en cuando sigo contestando mentalmente aquello de “Buen carnaval y buen agosto para rellenar la arquilla…” o “Aunque cumplí los setenta, aun tiene mi mano brío».

NUEVE MESES

8 f, 20

 LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 9 de noviembre de 2020

NUEVE MESES

     No se trata de realizar una crónica de un embarazo. Mi reflexión versa sobre la “nueva normalidad”.

      Han pasado nueve meses. Casi trescientos días desde aquél nueve de marzo en que nos atrincheramos en nuestros domicilios para evadirnos del contagio del maldito Covid-19. En mi familia hemos vivido multitud de embarazos de todo tipo; en todos ellos la esperanza depositada en el nacimiento de un nuevo vástago, ha superado la preocupación por la responsabilidad en su formación y en su salud que conlleva su venida al mundo.

    En el caso presente, lo que hemos parido entre todos ha sido una situación de incertidumbre y de temor hacia el futuro. Los “facultativos” que nos atienden no nos ofrecen ninguna confianza. Un resquemor cimentado en su demostrada ineficacia. Las estadísticas sobre la pandemia de hoy nos muestran una situación idéntica o peor que hace nueve meses. De la economía o del paro mejor no hablar.

     La “buena noticia” de hoy se basa en que la mayoría de los españoles nos hemos adaptados a la “nueva anormalidad”. Somos unos súbditos ejemplares. Nos hemos resignado a una especie de confinamiento físico y mental que nos impide abrazarnos, comer juntos o hacer lo que nos de la gana sin molestar a los demás. Temo que en un corto plazo vamos a volver a repetir canciones machaconas y a aplaudir desde los balcones. Cada noche llamaré a mi hijo médico o a mi hija matrona y les preguntaré como han superado el día. De vez en cuando me tomaré la temperatura e invocaré a todos los Santos para que por lo menos “nos dejen como estamos”. Agua y ajo.

     Los que no hemos vivido de cerca una guerra nos encontramos con una situación parecida a la que sufrieron nuestros antepasados que vivían en la retaguardia. Esperanzados, pero ignorantes de lo que nos deparará el porvenir. Soñando con volver a la situación de hace menos de un año, que añoramos y que vemos muy lejana en el tiempo.

     Durante el verano pudimos vivir una especie de espejismo. Caminamos por la playa, disfrutamos del sol y del mar. Llegamos a pensar que esta pesadilla se estaba acabando. La cruda realidad nos ha vuelto a llevar a una situación en la que tenemos que ¿confiar? en unas ¿sesudas declaraciones? de los ¿expertos? en las que se nos afirma cada día una cosa distinta. La última es que tendremos vacuna dentro de seis meses. Ni un día más ni un día menos. Y yo me pregunto: ¿por la mañana o por la tarde? Para estar preparados.

    Me temo que el “parto de la burra” se va a quedar en agua de borrajas en comparación con el “parto de la vieja y añorada normalidad”.

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 4 de noviembre de 2020

 LA BATALLA DEL VIRUS

  Hay cosas en las que no hemos reparado, aunque son evidentes.

   Hace unos días escuchaba una entrevista en un programa de radio realizada al eminente escritor Arturo Pérez Reverte. El antiguo periodista y hoy académico de la lengua, ha publicado un libro sobre la batalla del Ebro. En “Línea de Fuego” recogeese largo episodio de la guerra incivil española en el que perdieron la vida unos 20.000 españolitos. La gran mayoría de menos de 25 años de edad. El escritor consideraba estos hechos como terribles. Y yo lo ratifico.

   Los comentarios de mi admirado novelista me hicieron recapacitar sobre las cifras de la pandemia que, en este nefasto año 2020, está asolando el mundo y especialmente a nuestra querida España. A lo largo de estos meses, el número de fallecidos a causa de la pandemia en nuestro país (sin contar aquellos que no fueron contabilizados en los primeros días), casi duplica el número de bajas de la batalla del Ebro. La diferencia más señalada de estos datos se encuentra en que aquellos fallecidos de 1938 eran en su gran mayoría jóvenes. Los de este 2020 son pertenecientes en gran proporción al segmento de plata (desde los 70 años en adelante).

   Cada día fallecen en nuestro país una cifra superior a 200 enfermos de covid-19. Es como si cada día se estrellara un avión de mediano tamaño. Son cifras que ya no nos dicen nada. La frecuencia de las mismas les relega a un lugar apartado de nuestra mente.

    Entretanto la opinión pública se centra en calificar las desafortunadas declaraciones del Señor Simón, las luchas internas de Podemos en Andalucía o la toma de posición del Partido Popular, que últimamente no está cómodo en ningún lado; que si Biden o Trump. Los próceres del país ocultan su incapacidad con comparaciones con los países de nuestro entorno, que también están apañados.

   Estamos embarcados en una batalla en la que los combatientes de a pie estamos desarmados y siguiendo las instrucciones que nos transmiten “los mandos”, que no tienen ni puñetera idea de cómo hacerlo. Nos ponen en retirada como los malos generales que no admiten su incapacidad. Ordenan dar media vuelta y “seguid avanzando”.

   El mundo es como un gran trono que llevamos sobre nuestros hombros. Los mayordomos y capataces gritan desaforadamente. Pero como los curritos que llevamos los varales nos “tanguemos”, esto no marcha. Los listos de turno se sublevan. Ellos necesitan fiestas y saraos, copas y cachondeo. Su protesta se basa en romper y robar. No en servir, ayudar y meter el hombro. Se mueven, se encuentran, se entremezclan, se contagian y le largan el “bicho” a los que somos personas de riesgo.

    Las batallas se acaban por la falta de contendientes o el encuentro de un armisticio. En este caso, al encuentro de una vacuna eficaz que nos permita vencer de una puñetera vez al enemigo común. Entonces todos se pondrán medallas y saldrán en las fotos. Mientras tanto seguiremos despidiendo a los fallecidos en el “accidente” de cada día. Una especie de avión del Imserso.

   Me temo que nos van a volver a confinar. Seguiremos aplaudiendo cada día a los héroes de la sanidad que nos están haciendo más llevadera  a esta guerra contra el “bicho”. Compraremos provisiones y papel higiénico como si se acabara el mundo. Esto es lo que hay.  

 LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         Málaga 1 de noviembre de 2020

EL CAMINO HACIA LA FELICIDAD

              La humanidad aspira desde siempre a encontrar la felicidad.

      Mi buena noticia de hoy se basa en LA BUENA NOTICIA con mayúsculas. Para casi todo el mundo, incluyendo muchos no creyentes, el Sermón de la Montaña es uno de los discursos más hermosos que se han proclamado jamás.

      Para los cristianos es… lo más. Una descripción de cómo debe ser la vida del cristiano, basándose en las Bienaventuranzas y en las obras de misericordia. Aquellas ocho bienaventuranzas que de niños aprendimos en el catecismo Ripalda utilizando la regla nemotécnica del po-man-llo-han-mi-li-pa-pa. Cuando fuimos madurando comenzamos a comprender la dimensión de las condiciones que deberíamos  poseer para ser bienaventurados.

    Se entienden mucho mejor estos conceptos barajando los sinónimos que aclaran el significado de la palabra “bienaventurado”: feliz, afortunado, dichoso, que vive una buena ventura (estado de dicha y felicidad).

     ¿Cómo se llega a ser feliz-bienaventurado? Por el camino de las obras de misericordia. Dando y dándose a los demás. El catón del cristianismo. ¿Cuándo se consigue la felicidad plena? Tres días después de muerto y por la tarde. Entretanto, todo es camino.

     Si analizamos nuestra vida, nos encontramos con luces y con sombras. Cuando parece que todo va bien, surgen a nuestro alrededor circunstancias que oscurecen el horizonte vital. Por eso he llegado a la conclusión de que las bienaventuranzas son una meta. Esa que han alcanzado los Santos cuya festividad celebramos en el día de hoy. Esas personas conocidas o anónimas que han vivido intentando –y a veces logrando- ser felices haciendo felices a los demás. Nosotros siempre estamos en camino.

    La vida es una búsqueda constante de la felicidad. Todos dicen que luchan por ella. Lo que estropea estos propósitos en la mayoría de las ocasiones es el egoísmo; el culto al yo, a lo mío, hasta a lo nuestro. Una situación que propicia la guerra, el odio, la pobreza, los abusos indiscriminados y el desprecio sobre todo y sobre todos.

    El Sermón de la Montaña habla de los requisitos para ser feliz. Aunque tengas que ser pobre, llorar o ser perseguido por tu amor al prójimo. Serás limpio de corazón, serás misericordioso, demandarás la justicia, lo harás todo de forma pacífica.

     Se me ha escapado una especie de sermón que me he enviado a mí mismo. Por si le sirve a alguien. La cosa no está para muchas fiestas. Queremos arreglar un mundo asolado por el dolor y la pandemia quemando contenedores. Pero hoy celebraremos con alegría la fiesta de todos los santos. Esos seres anónimos o no que dan su vida por los demás. Algunos no son ni creyentes.