El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries         

        m.montescleries@telefonica.net

                                                                   Málaga 29 de junio de 2017

¿QUÉ HARÍAMOS SIN FACEBOOK?

 

El martes se dispararon todas las alarmas. Unos piratas informáticos dominaban las redes. Recordé la frase escuchada al vuelo: “Eres más largo que un día sin “WhatsApp”.

       

        Vino a mi memoria aquel día de finales de los setenta en que me mudé a mi domicilio actual en las afueras de Málaga. Solicité un teléfono, tan necesario en mi profesión, y me emplazaron para que lo reclamara pasado un año. Por si había suerte. Y la tuve.

En la esquina de mi calle había una cabina. A ella me agarraba por las mañanas para realizar las consultas a mis fabricantes y clientes. Las llamadas entrantes las recibía en el teléfono de mi madre, a más de dos kilómetros y ¡no moría en el empeño! Claro que hay que tener en cuenta que había que pedir una conferencia para hablar con Cártama. Que queréis que os diga.

 

El progreso en las comunicaciones ha llegado de una forma desorbitada. Y nos está costando trabajo el digerirlo. No concebimos salir de casa sin el “móvil”. Estamos comiendo, o caminando, o conversando, sin parar de echar miradas furtivas al telefonito de marras.

 

En los restaurantes “progres” han tenido que crear un emplazamiento especial en la mesa para ubicar el cacharrito que colocamos en el mejor sitio, aunque no quepa el pan. Nos pasamos el almuerzo hablando con alguien de fuera sin que se moleste ninguno de los comensales. Ellos están haciendo lo mismo.

 

He llegado a la conclusión que nos tenemos que someter a una cura de teléfono, como en su día tuvimos que hacer con la tele. No se puede consentir que se acceda a los contenidos del maldito cacharro, mirándolo con detenimiento de diez a quince veces cada hora. Doscientas diarias, porque algo dormimos.

 

Hagamos la prueba de no hacerle caso al “bicho” durante seis o siete horas. Nos llegará el “mono”. Pero seamos fuertes. Les dejo, me parece que ha sonado el correo, el WhatsApp o el Facebook. Hace diez minutos que no le echo un vistazo.  Malditos “hackers”; nos quieren amargar la vida.

 

¡BOOM!

25 f, 17

La buena noticia

Por Manuel Montes Cleries         

        m.montescleries@telefonica.net

                                                                   Málaga  26 de junio de 2017

¡BOOM!

 

A las ocho de la tarde, cada día que puedo, me apresto a disfrutar de dicho programa de Antena 3 que presenta Juanra Bonet. Su visualización me permite comprobar mi deficiente cultura y la mucha que tienen algunos concursantes.

 

         He podido observar que ha nacido una nueva profesión con bastantes adeptos: la de concursante de televisión. Después de la de tertuliano, es la que más caras desconocidas ha trocado en presencias permanentes en nuestras pantallas. Todo ha cambiado desde el viejo “un millón para el mejor”.

         Volviendo a ¡BOOM!, programa que titula este comentario, en ocasiones refresca mi mente y le suministra una buena noticia. En este caso se trata de la pregunta (que por cierto, no supieron contestar) que hicieron a uno de los grupos que fueron eliminados durante la pasada semana. La pregunta era más o menos: ¿Cual de estas ciudades es la única española entre las diez ciudades europeas con mayor calidad de vida?

Los concursantes salieron por los cerros de Úbeda y la bomba estalló. Como estalló mi indignación al comprobar el poco partido que los malagueños estamos sacando de esta circunstancia. La noticia fue publicada en Enero de 2016 por el diario Sur con el siguiente encabezamiento:

MÁLAGA ES LA ÚNICA CIUDAD ESPAÑOLA ENTRE LAS DIEZ CIUDADES EUROPEAS CON MAYOR CALIDAD DE VIDA.

       El último Eurobarómetro de la Comisión Europea analiza aspectos como las infraestructuras, las oportunidades laborales o la integración de extranjeros.

Continúa diciendo:

El estudio, que recoge la percepción de los ciudadanos europeos sobre la calidad de vida en sus ciudades, analiza aspectos como el estado de las infraestructuras y servicios, las oportunidades laborales, la situación de la vivienda, la integración de los extranjeros y el sentimiento de seguridad. También recoge la opinión sobre la contaminación ambiental, los espacios verdes o la limpieza.

Es decir: todo o casi todo. Aunque ya algo pasada, esta es una Buena noticia que han rescatado los guionistas de boom para conocimiento general. Mientras, los munícipes peleándose por encontrar defectos y decisiones que aburran al personal y les transmita deseos de no venir o de largarse de esta ciudad que quieren presentar como madrastra.

Mi colega Luís Santiago, una vez más, me dirá que peco de optimista. Lleva razón, por eso escribo buenas noticias. Pero acaban de llegar unos amigos míos italianos que llevaban años sin venir por Málaga. Están hipnotizados. Dicen que esta ciudad se ha convertido en una de las más bellas del mundo. Ole. Con el cambio experimentado en año y medio creo que estaremos más arriba en la lista. El sexto o el séptimo. En la gloria bendita.

 

 

 

 

 

 

 

               

 

 

         

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries         

        m.montescleries@telefonica.net

                                                                   Málaga 22 de junio de 2017

EL DESCANSO DEL GUERRERO

 

A la mayoría de las personas les parece que la vida del jubilado se desarrolla en un vivir relajadamente y sin ningún tipo de problemas. Nada más lejos de la realidad.

       

        Cuando se acaba la vida laboral de una persona y se incorpora a la “buena vida”, tiene que tener muy claro que la pertenencia al “segmento de plata” no siempre es un camino de rosas. Hayas trabajado en la calle o en las labores del hogar, cuando llega este momento, la disyuntiva vital proporciona no pocas dificultades al recién incorporado al “dolce far niente”. O eso se lo creen él o ella.

 

Inmediatamente se pasa al gremio de los cuidadores-transportistas de niños, reparadores de chapuzas, solucionadores de problemas con la administración y colas varias, o, directamente corredores de bolsa. Con la bolsa a cuestas en hipermercados y mercados.

 

Como ustedes comprenderán, esto es un trabajo nada remunerado y con el gasto económico y de fuerzas correspondiente. Algunos tenemos la suerte que pasamos a una segunda actividad como eméritos en las diversas profesiones o como voluntarios en las que descubrimos al jubilarnos. Seguimos trabajando… pero sin cobrar.

 

Esta actividad llena nuestra vida, pero también la cansa. A veces la agota. Seguimos siendo el colchón que recibe y amortigua todos los problemas. De los nuestros y de los demás. De nuestros hijos y de nuestros nietos. De los que siguen trabajando, porque creen que nos aburrimos muchísimo y no tenemos otra cosa que hacer.

 

Por todo lo anteriormente citado, se impone el descanso del guerrero. Las merecidas vacaciones. Y a mayor edad; más largas vacaciones. Este año no me conformo con menos de tres meses. Seguiré escribiendo lo que me apetezca, mejoraré mi dominó y gastaré los alrededores de mi casa caminando. El mar enfrente y la nada como obligación.

 

Así que, puretas de mi generación. Imitadme y tomaros lo que os pertenece. Al final os largarán algún niño de vez en cuando. Pero mantened el tipo cuanto podáis.

Yo estuve allí

18 f, 17

La buena noticia

Por Manuel Montes Cleries         

        m.montescleries@telefonica.net

                                                                   Málaga  19 de junio de 2017

Yo estuve allí

 

Aquél día, quince de junio de 1977, hacía menos calor que en este “ferrojunio” del 2017. Menos temperatura en la atmósfera pero la misma o superior en el ambiente.

 

Todos esperábamos con ilusión aquellas primeras elecciones que iban a dar paso a la democracia (dentro de lo que cabe). Un grupo de amigos (que como siempre, me tocó comandar, “en comunidad no enseñes tu habilidad”) nos encargamos de crear una especie de oficina de control de la información de las mesas y nombramiento de apoderados e interventores en la capital y los distintos pueblos de la provincia de Málaga por cuenta de la UCD, a petición de nuestro amigo Pepe García, que fue proclamado diputado en aquellas elecciones..

 

Montamos el chiringuito lejos de las oficinas centrales de calle Larios para evitar interferencias. Paco Villodres, único candidato al Senado por la UCD elegido posteriormente, nos cedió un despacho en la calle Duquesa de Parcent que convertimos por poco dinero y con mucha imaginación, en una oficina electoral al estilo de las que habíamos visto en las películas americanas.

 

Nuestra misión era conectar con todos los pueblos y localizar alguien que nos informara de los mítines, primero y los resultados de las urnas, después. Aun no se habían perdido las viejas malas costumbres. Alguno de los corresponsales cerraba la conversación con un “a tus órdenes” que chirriaba en nuestros oídos.

 

Aquél jueves, 14 de junio de 1977, me eché a la calle muy temprano provisto de una credencial de apoderado importante que me permitía acceder a todos los colegios. Me dediqué a visitar los que pude. Las colas eran más grandes que las de promesas del Cautivo. Recuerdo el colegio Bergamín, en la Avenida de Barcelona, que estaba a punto de ser objeto de un motín o asonada. Los policías daban de vez en cuando un par de chillidos que llevaban un poco de orden al tumulto. No llegó la sangre al río. Finalmente pudo votar todo el que quiso.

 

Los candidatos de la UCD habían evaluado bastante mal las encuestas de voto. Se las prometían muy felices, en especial algún candidato al Senado. A medida que nos llegaban los informes la euforia fue decreciendo. Los que se daban cuenta de sus escasas posibilidades iban desapareciendo de las sedes. Al final nos quedamos casi solos, pero enteros. Salvo alguno que no supo digerir la realidad.

 

Los pueblos más grandes informaban; los más pequeños, donde había ganado de calle el PSOE, ni siquiera se molestaron en llamar. A las doce cerramos el chiringuito, con más pena que gloria, y volvimos a nuestros domicilios. Tan solo me volví a reunir con el staff de la UCD en una comida, celebrada días después en las faldas del castillo de Gibralfaro, a la que asistieron los elegidos y tres o cuatro personas más en la que reconocieron nuestro trabajo.

 

Allí acabó mi implicación política. Después me volvieron a llamar para diversas ocupaciones a las que me negué en rotundo. Tan solo participé de aquellas Unidades de Acción Ciudadana que se montaron al estilo de las asociaciones de vecinos. Tuvieron una vida corta. Tan solo sirvieron para traer la antena del UHF a Málaga, suceso que expliqué en otro artículo.

 

Mi buena noticia de hoy me la ofrecen ese grupo de entusiastas de todos los partidos e ideología que entendimos la posibilidad de dar rienda suelta a nuestra libertad de elegir a nuestros políticos y defenestrarlos si no lo hacen bien. Éramos de una generación que no había vivido la guerra incivil y nos encontrábamos poco contaminados por el rencor. Ahora parece que se reverdecen los viejos odios. Nos conocíamos casi todos. Habíamos estudiado o trabajado juntos. Hablábamos con naturalidad de nuestras ideas y decidimos, en vez de enseñar los puños y las manos abiertas de distinta forma, bajarlas y acercarnos los unos a los otros para poner en marcha los “otros cuarenta años” más fructíferos de la historia de España.

 

Ojala volvamos a la concordia y el reconocimiento desde el respeto. A podernos mirar sin odio y a tener unos políticos que nos unan. No que nos enfrenten los unos con los otros. Así debe ser. Aquél día yo estuve allí.

 

 

Foto Diario Sur

 

 

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries         

        m.montescleries@telefonica.net

                                                                   Málaga 15 de junio de 2017

     ALLÁ DONDE ESTÉS…

    Se ha puesto de moda esta frase como colofón del discurso que se expresa cada vez que alguien pretende rendir un homenaje o un recuerdo a algún fallecido. 

 

     Con esta frase hecha se cubren las espaldas aquellos que no se quieren mojar manifestando sus creencias. Así quedan bien con todos. No nos damos cuenta de que con esta duda, razonable por otra parte y que pueden mantener los no creyentes, los católicos estamos olvidando la última parte del Credo que recoge las verdades fundamentales de la fe católica.

 

Los pertenecientes a este segmento estamos más cerca de descubrir lo que viene después de la muerte por una sencilla cuestión de edad. Por eso tenemos que plantearnos seriamente hasta donde llega nuestra certeza y lo que se deja en manos de nuestra fe. Aquí es donde tenemos que dar la talla. En este sentido es donde debemos de manifestarnos con rotundidad.

 

Días atrás me invitaron los miembros del Movimiento de Vida Ascendente de Málaga a su retiro anual de fin de curso. Más de medio centenar de “mayores y jubilados” que pertenecen a este colectivo asistieron a una Eucaristía seguida de un reconfortante almuerzo en Cártama Estación. El celebrante, en su homilía, nos recordó la importancia de vivir con intensidad nuestra edad, aceptar nuestras dificultades y la cercanía con los que se nos han marchado.

 

 

Los creyentes tenemos la esperanza y la certeza la experiencia de vivir la vida eterna y que en ella se encuentran cuantos nos han precedido. Creemos en la Resurrección de Jesús y por herencia de todos nosotros. Y así lo tenemos que manifestar. No decimos Padre Nuestro “allí donde estés”. A ver si de una vez llamamos a las cosas por su nombre. No somos cristianos “por si acaso”.

 

 

 

 

La buena noticia

Por Manuel Montes Cleries         

        m.montescleries@telefonica.net

                                                                   Málaga  12 de junio de 2017

LAS BATAS DE GOA

 

A finales de los setenta me encontraba metido de lleno en el mundo del comercio textil. Acompañaba a mis clientes en viajes por toda España a la caza y captura de novedades e ideas que ampliaran el, por entonces, floreciente ramo de los “trapos”.

 

Allá por noviembre del 75, nos desplazamos a Galicia mis amigos y clientes: los hermanos Santiago y yo mismo, en busca de “artículos para las rebajas”. Es decir sobrantes de temporada que se podían adquirir a un precio bastante razonable. Tomamos la ruta de la plata hacia el Finisterrre y en una especie de “camino de Santiago” textil aterrizamos en la “Costa da morte”.

 

Íbamos en búsqueda de batas de invierno. Un viajante de Melilla, que venía por Málaga, nos encamino a Goa, una fábrica de batas de boatiné, paño e incluso tejidos asedados. El modelo era único; cuello smoking, un solo bolsillo y un largo razonable. Que fueran amplias para cubrir tallas. Llegamos a GOA (siglas de los apellidos y del nombre de Amancio Ortega al revés). Creo que la fábrica estaba en la costa en una de aquellas rías de la que no recuerdo el nombre. Nos atendió el jefe de ventas, saludamos de paso al dueño (Amancio Ortega), se realizó el pedido correspondiente y nos enseñaron una parte de la fábrica oculta por un panel. En ella se estaba gestando Zara. Nos llevaron a Santiago a ver una tienda piloto de aquella empresa apenas naciente. La gente esperaba a que abrieran para ver que llevaban nuevo aquel día. Otra forma de enfocar la moda que nosotros preparábamos con seis meses de anticipación.

 

Aquella empresa prometía. Para rematar el día nos invitaron a un almuerzo en una marisquería a base de los frutos del mar cercanos. Nos pusimos de grana y oro. Albariño antes y orujo después. Para Málaga con las alforjas llenas de batas y la barriga llena de alabanzas a la mar Océana ¡Cuántas veces hemos recordado aquella visita! ¡Cómo hemos entendido el progreso fulgurante de aquél humilde confeccionista de batas convertido en el rey Midas del siglo XXI!

 

     Mi buena noticia de hoy me vuelve a llegar de la mano de ese hombre que no renuncia a sus raíces humildes; que me costa que siempre ha estado muy cerca de sus trabajadores y que, de vez en cuando, tira de cartera y dona un montón de millones de euros a los que lo necesitan. Don Amancio Ortega.

 

En este caso su donación ha ido dedicada a la investigación sobre el cáncer. Como siempre los “innombrables” se han dedicado a decir barbaridades. Pasé vergüenza ajena el sábado por la noche en un programa de la sexta. Los argumentos eran de pena. Ellos mismos se definen. Cuantos convivimos con los pacientes de “la dichosa enfermedad” valoramos mucho más esas aportaciones que permiten paliar este problema.

 

Recuerdo a un amigo que, convencido por los cantos de sirena de los “salvadores del mundo” decidió vender sus empresas y repartir su capital entre los pobres. Alguien con mucho talento le espetó: “sí un empresario que tenemos, que crea y mantiene puestos de trabajo,  lo deja para que alguien que no lo sabe gestionar lo dilapide, estaremos perdiendo el tiempo y la ocasión miserablemente”.

 

En el caso de aquella vieja GOA de las batas, de un pequeño taller ha surgido el imperio Inditex, gracias al esfuerzo de muchos.  Sí además, parte de los beneficios se destinan a mejorar la situación del mundo… miel sobre hojuelas. A todos esos “listos” les preguntaría que hacen con sus bienes, casi siempre ganados con el sudor del de enfrente. D. Amancio Ortega es una buena noticia en todos los aspectos.

 

                  

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries         

        m.montescleries@telefonica.net

                                                                   Málaga 8 de junio de 2017

MARISTAS Y AGUSTINOS

 

       A mediados de los cincuenta del pasado siglo los niños pertenecientes a la clase media malagueña teníamos dos opciones para recibir la educación en un colegio regido por religiosos: maristas o agustinos. “Mariscos o Langostinos” como nos denominábamos unos a otros despectiva y cariñosamente.

 

En Málaga también existían otros colegios privados. El de los jesuitas en el Palo, dedicado en su mayoría al internado, que acogía a los alumnos más elitistas de toda Andalucía. También estaba el Patronato de San José y el Colegio Salesiano con una orientación más laboral y otros muchos de carácter público. El ingreso lo hice en la preparatoria de calle Cabello y después fui a la Escuela de Comercio durante ocho años. Por consiguiente solo disfruté de la experiencia agustiniana tan solo durante dos cursos. No había dinero para más. En “la tercera y la cuarta” del viejo colegio de San Agustín, aprendí a rezar el Rosario, me confirmé y me acostumbré a celebrar el domingo con la Eucaristía. Compromiso al que no he faltado en toda mi vida.

 

En estos días coincide la celebración de los cien años de presencia de los Hermanos Maristas en Málaga y una de las comidas anuales entre antiguos alumnos de los agustinos, a la que he asistido en alguna ocasión, que se convoca periódicamente con una gran asistencia de “puretas” de distintas etapas.

 

Esta circunstancia me ha hecho agradecer, una vez más, el esfuerzo de mis padres por acercarme a un tipo de formación que después me he permitido transmitir a mis hijos y mis nietos. Casi todos ellos han recibido  su primera enseñanza y bachillerato en el colegio agustiniano de “los Olivos”. Allí han recibido la primera comunión, se han confirmado y casado gran parte de ellos.

 

En estos días he leído como diversos colectivos intentan apartar a sus niños de ningún tipo de vinculación con la Iglesia Católica. Incluida la enseñanza. Se han buscado, sin ningún éxito, ceremonias sustitutivas de la celebración de los distintos sacramentos. Sin ir más lejos, el municipio del Rincón de la Victoria, tan querido por mí, ha visto como su “acto de tránsito de la infancia a la preadolescencia” que sustituye a la Primera Comunión, ha tenido un escaso éxito: Tan solo dos “actos”… por 124 primeras comuniones. Tampoco se ha cubierto de gloria (a mi modesto entender) los que han buscado esta denominación. Con el “bautismo civil” ha sucedido lo mismo. Los hechos se comentan por si mismos.

 

Puedo decir, con conocimiento de causa, que los colegios de inspiración religiosa tienen sus defectos, pero también sus virtudes, que son muchas. Su forma de enfocar la enseñanza y el ambiente que se respira, marcan para siempre. Todos recordamos por sus nombres o apodos a aquellos religiosos y profesores que dedicaron lo mejor de su vida a transmitir a unos adolescentes el espíritu de Marcelino Champagnat, San Agustín, San Juan Bosco, San Ignacio de Loyola, etc. Mis ejemplos más cercanos: el Padre Andrés Llordén o el más reciente Padre Jesús Luís Galdeano, ambos agustinos.

 

Casi todos los autodenominados “progresistas” critican con dureza estas enseñanzas. Yo no tengo más remedio que proclamar con alegría que han sido un puntal muy fuerte y positivo en la educación de mi familia. Antes conocía muy bien a los “langostinos”. Hoy por hoy colaboro con la fundación Marcelino Champagnat de los “mariscos”. Un banderín de enganche para los jóvenes de las familias más necesitadas de los barrios marginales malagueños. Grandes colegios y grandes educadores.

            

 

 

San Agustín y Maristas de Málaga

    

SUBE EL EMPLEO

4 f, 17

La buena noticia

Por Manuel Montes Cleries         

        m.montescleries@telefonica.net

                                                                   Málaga  5 de junio de 2017

SUBE EL EMPLEO

  

      Cada vez que las estadísticas recogen el aumento del empleo en España, dato que gracias a Dios llevamos leyendo repetidamente en los últimos años de la crisis, parece ser que les sienta como un tiro a los sindicatos y, según de que comunidad se trate, a la oposición correspondiente. Cuando todos se deberían alegrar por esos datos positivos.

 

El ingenio se dispara en busca de los “peros”. A los hechos reales hay que ponerles todos los aditamentos posibles para desvirtuar o difuminar la realidad. A lo largo de los últimos meses unos miles de personas, procedentes del desempleo, disfrutan de un trabajo más o menos bueno, más o menos duradero, pero siempre superior en calidad a la ausencia del mismo.

 

En nuestra querida provincia de Málaga los datos se mueven en función del turismo. No le demos más vueltas. Solo tenemos que ver nuestras ciudades a cualquier hora. Riadas de turistas de todos los países del mundo llenan nuestras calles, petan nuestros museos y se “castigan” con el disfrute de nuestras playas, restaurantes, merenderos y demás lugares de esparcimiento. El centro de Málaga se ha convertido en un gigantesco hotel lleno de pequeños apartamentos turísticos de bajo costo.

 

Los que peinamos canas recordamos con cierta añoranza aquella Málaga en pleno auge industrial de nuestra juventud. Intelhorce, Amoniaco Español, Futjisu, Mayoral, Confecciones Estorch, Punto Industrial, Citesa, Confecciones Marcelino… De Málaga salían más pantalones, teléfonos, ropa interior de señora y moda infantil que de casi ninguna provincia española. Toda esta industria ha desaparecido. El boom de la construcción ha pasado totalmente. Ya no vemos venir cuadrillas de obreros del andamio del resto de Andalucía, de Murcia, Extremadura o Castilla. Ya no se subastan encofradores o ferrallistas al mejor postor. El boom del empleo en el ladrillo cayó en picado en los primeros años del siglo XXI. Aquello ya pasó. Pero hay un futuro esperanzador.

 

Mi buena noticia de hoy me la transmite ese reciclaje de nuestra provincia. Ese mejor aprovechamiento del agro axárquico basado en el cultivo de frutos tropicales y sobre todo la creación del Parque tecnológico, el PTA. Da gusto ver la cantidad de empresas y de emprendedores basados en el ingenio y la creatividad, (me niego a poner I + D + D). Empresas modernas que han convertido el valle del Azahar en el “Guadalhorce Valley” malagueño. Oro puro, aunque nos hagan sufrir atascos en sus alrededores.

Sigo esperando con ilusión que algún día se valoren los esfuerzos de este país por resurgir de sus cenizas, que no nos molesten los turistas, que son oro puro para nuestra economía, y que, aunque sea por una sola vez, los sindicatos y la oposición a lo que sea, reconozcan que las cosas van un poco mejor. ¡Qué les cuesta reconocer lo evidente!

 

 

Está escrito

1 f, 17

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries         

        m.montescleries@telefonica.net

                                                                   Málaga 1 de junio de 2017

ESTÁ ESCRITO

 

       Soy de la opinión de que todo lo que te ha pasado, te pasa y te puede suceder, tiene cabida y explicación en esos cuatro testimonios-testamento de Jesús denominados Evangelios o Hechos de los Apóstoles.

 

Un día me enseñaron a recurrir a la Sagrada Escritura ante cualquier “papeleta” que se me presentara en la vida. Jamás me ha decepcionado. Suelo recurrir a la experiencia de hacer pasar el día a día por el tamiz de la predicación de Jesús a lo largo de sus tres años de vida pública. En ella se te advierte de las dificultades que vas a sufrir en su seguimiento y lo  incomprendido que te vas a encontrar en multitud de ocasiones. Lo curioso estriba en que muchos de los que te rodean, consideran normales las recomendaciones egoístas y agresivas de los “gurús” de nuestra época y sin embargo estiman trasnochados e incoherentes los criterios evangélicos basados en el amor y en las obras de misericordia.

 

Hace poco comentaba con un amigo mi experiencia durante mis diversas etapas de formación, familiares o laborales. Difícilmente puedo recordar situaciones negativas, malos tragos o rechazo de ningún tipo. Cuando se trata del desempeño  de mis actividades como miembro de la Iglesia, hay veces que las he pasado canutas. Siempre por dimes y diretes que me hacen recordar el miedo que tienen los historiadores al “fuego amigo”.

 

He llegado a la conclusión de que esto “entra en el sueldo”.  Jesús es nuestro ejemplo en ello. Te tienen puesto en el filo de la navaja y esperan el menor fallo o vacilación para poner de manifiesto ese “pero” que tira por tierra toda tu buena voluntad. En esos momentos, aunque te apoyen los que te conocen bien, te sientes solo, porque la masa es cobarde y busca la zona confortable. El cristianismo es capacidad de riesgo y salto al vació de la fe. Aunque te partas la cara o te la partan. Igual da.

 

Lo que me consuela es saber que en mi vida intuyo, ya era hora, una de los bienaventuranzas. He sido perseguido más veces por causa de la búsqueda de la justicia de Dios que por la de los hombres. Algo es algo. Termina el Evangelio de San Mateo que proclamábamos el domingo: Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Por eso deduzco de lo que está escrito: Nunca estaremos solos.