UNA HORA MÁS

31 f, 21

La buena noticia

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 31 de octubre de 2021

      Esta pasada madrugada hemos sufrido el cambio de horario de cada invierno. Parece ser que con este adelanto ¿se ahorra energía?

    Como se cumplan todas las promesas del gobierno que estamos recibiendo en estos días, anunciándonos futuras rebajas, unidas al ahorro propio del horario de invierno, nos van a suministrar la energía gratis y encima, nos van a indemnizar por poner las lavadoras. Es broma. El recibo de la luz pende sobre nuestras cabezas como una espada de Damocles.

    Nos tendremos que adaptar al madrugar una hora más y acostarnos con las gallinas. Pero no hay mal que por bien no venga. Este domingo, último de octubre, vamos a tener una hora de propina que estimo debemos aprovechar. Llevamos un par de añitos tan puñeteros que cualquier novedad que nos haga salir de la abulia y la tristeza es muy de agradecer.

     Por todo ello les propongo, y me propongo, aprovechar esta hora que nos encontramos de forma extraordinaria. Aunque no tenga una recompensa económica. Pero puede llevar consigo una posibilidad de realizar aquello que no hacemos cualquier otro día de nuestra vida.

    Una hora da para mucho. Recordarán ustedes el deseo que manifestamos a las parturientas de “una horita corta”; o cuando se habla de “la hora de la verdad”, ante cualquier evento complicado o ante una situación difícil. En algunos establecimientos se denomina “la hora feliz” a aquella en la que se rebajan los precios o se ofrecen consumiciones gratuitas. Etc., etc.

     El contar con una hora más es una buena noticia. Unos la aprovecharán para prolongar su sueño y alcanzar un descanso reparador -en especial aquellos que se han visto involucrados de alguna forma en la vorágine de una larguísima procesión que ha inundado el otoño malagueño de reminiscencias primaverales-. Otros la utilizarán en seguir dándonos la tabarra con una fiesta totalmente pagana como es el Halloween, casi simultaneada con una maravillosa explosión de fervor ciudadano. (Los turistas que no conozcan nuestra idiosincrasia van a pensar que la una es la continuación de la otra).

    Pensando de una forma menos socarrona, creo que es una buena noticia el que aprovechemos esta hora de propina para visitar a nuestros familiares, especialmente a los mayores y a los enfermos; que nos acordemos de nuestros difuntos; que recordemos a aquellos con los que hemos convivido y que ya se encuentran con el Padre; que sigamos con las tradiciones seculares y nos surtamos de “buñuelos o de “huesos de santo”. Todo ello nos ayudará a ser más llevadera esta situación pandémica, económica y triste de la que estamos saliendo poco a poco.

    Mañana es el día de Todos Los Santos.Aun recuerdo la vieja tradición de mi familia que consistía en llamarnos los unos a los otros para felicitarnos mutuamente por seguir vivos. Los que convivíamos nos reuníamos alrededor del brasero y comíamos castañas y “rosetas”.

Vivamos este día, en esa hora que tenemos de propina, recordando a esas personas de buena voluntad que vivieron entre nosotros y siguieron el ejemplo de Jesús de Nazaret. Aquellos que pasaron y pasan… haciendo el bien.

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries  m.montescleries@telefonica.net

Málaga 27 de octubre de 2021

   El segmento de plata es un espacio temporal en el que se debe cultivar y mejorar el concepto de amistad

   Se dice que “el que tiene un amigo, tiene un tesoro”. Una verdad incuestionable. Pero no debemos perder de vista el verdadero sentido de la palabra amistad. No se refiere a conocimiento, vecindad, cercanía o convivencia. La palabra amistad llega más lejos y se convierte en un compromiso que se debe aumentar y mejorar con el tiempo y que se ha de regar con comprensión, aceptación, cercanía (sin pasarse) y respeto. Todo ello se cocina con el encuentro y el diálogo.

    Esta maldita pandemia, que nos ha castigado -y sigue castigando implacablemente- a lo largo de los casi dos años que lleva presente entre nosotros, se ha convertido en una etapa en la que se ha propiciado el desapego definitivo o el engrandecimiento del sentido de amistad verdadera. Aquella que no se queda en lo banal o intrascendente, sino que se basa en el acompañamiento, la aceptación, la comprensión y el proyecto común.

   A estas circunstancias hay que darles forma. Creo que debemos permanecer lejos de aquellas visitas protocolarias que cultivaban nuestros ancestros; esas tediosas tardes de chocolate y pastas rodeadas de chismes, críticas y conversaciones intrascendentes. Debemos procurar huir de esas tertulias de café, de peñas, de mesas de juego, del amigo de copas o el amiguete, que por sí no son perjudiciales, pero que te transmiten y benefician en poco.

    Estimo que el cultivo de la amistad hay que cimentarlo en el encuentro de forma periódica, sin invadir la intimidad del amigo, acompañando (que no indicando) en el camino a seguir. Llenando la soledad del otro y, en una palabra, dando mucho y exigiendo poco. Recordar  que el secreto con tu amigo es inviolable y la comprensión permanente. Por eso la amistad es, como decía Plutarco, un “animal de compañía no un rebaño”.

    Los nuevos medios de comunicación permiten ejercer la virtud de la amistad con poco esfuerzo. Pero, ojo, huyendo de los lugares comunes. Estoy hasta las narices de algunos miembros de los grupos de whastapp que basan su aportación en mandarte deseos llenos de floripondios. Creo que es mucho más importante y de agradecer, la frase oportuna en el momento necesario. Descolgar de vez en cuando el teléfono y manifestar tu cercanía de una forma discreta y dándole el tiempo que precise. O esa visita “enmascarillado” y a la distancia necesaria, que acompañe la soledad en que, desgraciadamente, nos vemos sumidos todos, por la falta de libertad de encuentro.

    Esta gimnasia del corazón es muy beneficiosa para todos. Les recomiendo  una sesión, por lo menos, cada semana.

LA TESIS

24 f, 21

La buena noticia

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 24 de octubre de 2021

      Aquél que no haya vivido el proceso de redacción de una tesis, no puede imaginar la cantidad de esfuerzos y sacrificios que conlleva la presentación de la misma, desde el día en que se decide introducirse en el maravilloso –aunque proceloso- campo de la investigación universitaria.

    El doctorando dedica como poco, en el mejor de los casos, media docena de años de su vida al proceso que requiere esta investigación. Dos años de curso de doctorado, la elección de la hipótesis de estudio, la búsqueda de director o directores de la tesis (con la consiguiente supervisión minuciosa del desarrollo del trabajo por los “supercicutas”), búsqueda de bibliografía, trabajo de campo, estudios estadísticos, etc. Otros cuatro años.

     La mayoría de las veces, todo este esfuerzo se simultanea con la actividad laboral, la familia y el desaliento propio de un trabajo difícil y farragoso. Pero todo se da por bien empleado, cuando se recibe la satisfacción consiguiente a la realización de un trabajo bien hecho y útil para el resto de la humanidad.

      He tenido la oportunidad de observar como la mayoría de esos trabajos están lejos de una formulación teórica, aunque no carecen de la misma. Cada vez se ciñen más a la búsqueda de un progreso en la cultura, el bienestar o la salud de la humanidad. No se ciñen a la satisfacción personal basada en la mejora del propio conocimiento, sino que procuran el beneficio general de sus conciudadanos.

     En el caso que me ocupa, la tesis se cimentaba en el análisis pormenorizado y en estudio cualitativo-cuantitativo de las resultados positivos- negativos del área de urgencias de un hospital comarcal sito en el sur de la comunidad de Madrid. Reflejaba las luces y las sombras del mismo y adelantaba las posibles mejoras del mismo, basándose en la normalización científica de sus sistemas y, lo que más me llamó la atención, la escucha de las opiniones de los usuarios, las cuales incidían, sobre todo, en el excelente trato por parte de los facultativos y en la excesiva dilación del tiempo de atención.

    Mi buena noticia de hoy me la proporciona, por una parte, el titánico esfuerzo de la doctoranda para realizar su largo proceso de investigación, y por otra el interés demostrado con esta tesis por la comunidad sanitaria española. Pude observar como se preocupa por mejorar una situación que les resulta dificultosa por falta de medios humanos y materiales coincidente con un incremento masivo de usuarios.

   Esta buena noticia, hace reafirmarme en mi satisfacción por la extraordinaria Sanidad Pública con la que contamos en España. Disfrutamos de unos hospitales y facultativos excelentes. No lo hacen mejor porque es francamente imposible. Pienso que también deberíamos tomar nota los usuarios, que masificamos las urgencias hospitalarias con demandas exageradas ante situaciones que pueden demorarse un poco en el tiempo, lo que permitiría atender mejor a aquellos problemas que exigen atención inmediata.

     Termino con lo que para mí es otra buena noticia. ¡Cómo está Madrid! Parece que la gente ha superado el miedo a la pandemia. La ciudad está inundada de gente local y foránea que deambula festiva por las calles y terrazas de la ciudad. Los trenes con dirección a todos los destinos o provenientes de todas las ciudades de la periferia van atestados. Y nuestra Málaga, lo mismo. Tenemos crisis de todo tipo. Pero nunca de falta de alegría y ganas de vivir. Buenas noticias.

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries  m.montescleries@telefonica.net

Málaga 20  de octubre de 2021

   Los que vivimos la “mili” recordaremos con desazón aquella terrible “tercera imaginaria”   

    La imaginaria es un invento militar muy eficaz en tiempos de guerra, pero bastante innecesario en época de paz. Consiste en “uno o unos soldados que vigilan por turnos mientras el resto de sus compañeros duermen”. La realidad es que se trata de fastidiar el sueño del designado y partirle por medio el descanso nocturno. Las ocho horas de reposo se dividen en cuatro cuartos de dos horas cada una. La segunda y, sobre todo, la tercera imaginaria, son las más puñeteras, dado que te corta el sueño por completo.

    El Evangelio hace una referencia a la “vela”. A una imaginaria personal. A estar en vela: estar atentos por si llega “el Señor”. Te habla de estar atentos a la llamada evangélica: al encuentro de ese Jesús de Nazaret que sale a tu paso en la Palabra, el testimonio o las circunstancias de la vida.

    Los mayores, los del segmento de plata, estamos viviendo la tercera imaginaria. Han pasado las dos primeras etapas de nuestra existencia con cierta inconsciencia y un “dolce far niente” a este respecto. De pronto descubrimos que ha transcurrido el tiempo sin darnos cuenta y que la lista de nuestros amigos y conocidos va menguando inexorablemente por ley de vida.

    No quiero decir que tenemos que hacer testamento. Que también. Sino que debemos ver como andan nuestras lámparas, si las estamos surtiendo de aceite y si nos sentimos invitados a la cena. Y sobre todo, nos conviene vivir con intensidad cada día. La tercera imaginaria es tan enriquecedora como las demás y se nos pasa sin darnos cuenta. Mejorémosla con un poquito de todo. De mirar hacía adentro y hacía afuera. Cuidando el cuerpo y el espíritu. Sobre todo buscando nuestra paz interior y transmitiéndola a los que nos rodean.

     A Dios rogando y con el mazo dando.

VOLVER A EMPEZAR

17 f, 21

La buena noticia

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 17 de octubre de 2021

VOLVER A EMPEZAR

     Cada año, a lo largo del mes de octubre, reverdecen los deseos de buscar nuevas actividades. De iniciar o renovar experiencias

     A lo largo de los últimos cincuenta años una gran parte de mi vida se centró en el “la búsqueda del inicio del camino que te conduce al encuentro con la fe cristiana”. Como consecuencia de mi contacto con el mensaje de Jesús, en cuanto podía o me dejaban,  me aprestaba a transmitir esos conocimientos a cuantos estimaba que prestaban cierta receptividad al mensaje.

     Hace unos cuantos años decidí tomarme un respiro y abandoné la segunda parte de mi propósito. A lo largo del último quinquenio he permanecido en el cómodo silencio de la retaguardia. He huido del encuentro cara a cara con posibles oyentes. Esta especie de exilio (salvado en parte por mis artículos en diversos medios o mis programas de radio) ha llegado a agradarme y hacerme sentir muy a gusto en esa peligrosa “zona de confort”.

      Pero el “gusanillo” ha permanecido ahí. En cuanto me han pedido que me incorpore a la “vida activa”, no he dudado en poner de nuevo “la mano en el arado”. La semana pasado he vuelto a trabajar como catequista en mi parroquia con un grupo de adultos ávidos de conocimientos del Evangelio.

      Mi buena noticia de esta semana la recibí ayer durante la presentación de los más de cincuenta catequistas de mi parroquia para este curso. Una pléyade de hombres y mujeres, de todas las edades, dispuestos a transmitir la poca o mucha fe con la que contamos.

    La segunda parte del “milagro” es la presencia de casi trescientos catequizados. Niños que preparan su primera comunión, jóvenes y adultos que quieren confirmarse, o algún adulto que quiere recibir el bautismo. El Mensaje es extraordinario e interesa a casi todos. El problema surge cuando, teniendo un maravilloso “producto” en nuestras manos, no sabemos presentarlo adecuadamente. Nos preocupamos mucho del envoltorio y descuidamos el contenido: la vida y el mensaje del único “influencer” que vale la pena seguir.

     Esta semana he sentido la sensación de “volver a empezar”.

VIEJOS

13 f, 21

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries  m.montescleries@telefonica.net

Málaga 13  de octubre de 2021

   Una entrevista a Arturo Pérez Reverte en “el Hormiguero” me ha dado luz sobre la realidad de mi estado

    Durante una gran etapa de mi vida, especialmente a partir de mi jubilación unida a la redacción de una tesis doctoral sobre los mayores, he intentado evitar la descripción de una situación vital como la de “vejez”.

    He utilizado todo tipo de pseudo sinónimos que intentaran suavizar la realidad. “Mayores”, “tercera edad”, “segmento de plata”, etc. Todo ello para evitar la cruda y maravillosa realidad. Los de mi quinta somos viejos.

     El ser viejo no es un insulto, ni un tratamiento peyorativo. Simplemente es la constatación de una realidad. Con sus ventajas e inconvenientes. Pero siempre maravillosa si se acepta con naturalidad. La entrevista a Pérez Reverte ha dado mucha luz a una sensación que rondaba desde siempre en mi pensamiento.

  • El viejo «no es contemporáneo, nunca puede serlo» porque «si un viejo quiere serlo, es ridículo o hace el payaso». El «problema» que tiene es que «no puede adaptarse a un mundo que ya no es el suyo». «Pero, por otra parte, tiene una ventaja: tienes una larga vida, unas lecturas (los que las tienen), una experiencia, una lucidez que te dan los años y la vida… Así se expresaba de una forma, a mi entender muy acertada,  el Académico de la Lengua.

«El joven antes aprendía del viejo lo que la mirada le había dejado», «Ahora no, ahora lo que estamos haciendo es apartándolos y marginándolos«. El escritor continuaba diciendo: “estamos privando a los jóvenes de la experiencia del viejo porque, mientras antes se aprendía de él, ahora tendemos a apartarle».

   Terminaba diciendo que al apartar a los viejos se está perdiendo la memoria y la experiencia. Cuanta realidad en su discurso. Tenemos que sentirnos orgullosos de nuestra edad, nuestra vida y nuestra experiencia. Pienso que debemos evitar el intento de mantener un status de jóvenes, ni siquiera de maduros, que no nos corresponde. Lo cual no nos permite convertirnos en unos “abuelos cebolletas”. Esos que solo se dedican a añorar los viejos tiempos, sino aportar lo mejor de cuanto hemos podido almacenar en nuestra experiencia vital a lo largo de nuestra vida.

    Decía un pensador que “poca gente domina el arte de saber envejecer”. Pérez Reverte, a sus setenta años, es un ejemplo de domino de la vejez.

La buena noticia

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 10 de octubre de 2021

   Esta frase fue pronunciada durante el compromiso matrimonial de una de las protagonistas de la “prensa del corazón”

    Después de las bodas por la Iglesia, civiles, por ritos exóticos, por poderes, playeras, etc., hemos podido descubrir una nueva modalidad: las bodas para poder cobrar exclusivas. Este es el caso del “paripé” perpetrado por una protagonista mediática de los dimes y diretes “pantojiles”, que  se “casó” ante las cámaras a principios de octubre, con el decidido propósito de hacer caja.

    Para darle más sabor y visos de realidad al tema, se pronunciaron diversos discursos por parte de alguno de los miembros más destacados de la ceremonia. Entre ellos destaco una frase de la contrayente en la que resumía su pensamiento: “no sé lo que durará esto”.

   En otros aspectos no sé, pero en este, la señora  Anabel Pantoja ha sido clara y terminante. Se reserva el derecho al cambio, devolución o sustitución del marido si así lo exige el guión, los programas o las diversas circunstancias de la vida. Un claro ejemplo de matrimonio a prueba.

     Cada vez se califican como bichos raros aquellos matrimonios que perduran a través de los años y las dificultades. El número de divorcios o separaciones alcanza unas altas cifras. Aproximadamente el 50% de los matrimonios terminan rompiéndose. Pero ¿a que se debe esta situación?

      Estimo que las causas son diversas. Cada matrimonio es un mundo. Pero creo que la mayoría de las dificultades proceden de la falta de madurez en el compromiso. Desde aquellos -o aquellas- que antaño optaban por el matrimonio para conseguir una libertad ficticia,  a causa de motivos económicos o por situaciones “embarazosas”, a aquellos otros que optaban u optan por el matrimonio a treinta, sesenta o noventa días. Los que basan sus nupcias en un escaso compromiso personal o en las ventajas de una celebración con buenos regalos y un “fiestorro” despampanante. Cuando no para hacer una especie de colecta entre los amigos para pegarse unas vacaciones pagadas con el sudor de los invitados.

     Mi buena noticia de hoy me llega a través de la observación de esa buena cantidad de matrimonios asentados en un montón de años de convivencia, de penuria y alegrías. Esos que hemos podido ver especialmente durante la pandemia, cogidos de unas manos temblorosas, con miedo a los contagios, caminando por las calles en la búsqueda de hijos y nietos. Realizando compras en los supermercados; muy juntitos en los templos durante las celebraciones o paseando por los parques en busca de luz y de aire limpio.

    Hace muchos años, un matrimonio bastante veterano, me hizo meditar en las diversas etapas de la relación matrimonial. Las  resumo en tres.  La primera: el enamoramiento, por mal nombre conocido “atontamiento” (ceguera total); la segunda etapa:  encuentro de caracteres, descubrimiento del otro, apasionamiento genital, lucha por el poder económico, sufrimientos y alegrías con los hijos (crecimiento) y, en tercer lugar, la etapa que yo denomino como “envejecer juntos”, La más hermosa y enriquecedora.

     He tenido la oportunidad de vivir las tres etapas junto a la misma persona. Yo sí sé cuanto va a durar esto. Hasta que Dios quiera. Y les digo muy seriamente: los que aguantamos el tirón ante las adversidades, los que tenemos la suerte de haber elegido el cónyuge desde la serenidad y la madurez, los que hemos optado por envejecer juntos, le estamos muy agradecidos a la vida y a aquellos que nos descubrieron los valores del matrimonio para siempre.

APAGÓN

6 f, 21

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries  m.montescleries@telefonica.net

Málaga 6 de octubre de 2021

   Los que peinamos canas, pocas o muchas, llegamos a acostumbrarnos a los apagones eléctricos que sufríamos en nuestra infancia y juventud 

    El apagón de hace unos días fue distinto. Nos quedamos sin acceso a la mayoría de las redes sociales. Durante las horas que la humanidad prescindió del maldito artilugio cibernético, se detuvieron las maquinas de la comunicación no verbal. En una palabra: casi se paró el mundo.

    Si miramos hacia atrás en el tiempo, no tenemos que retrotraernos a la Edad Media, pensemos en los últimos cincuenta años, para descubriremos que hemos podido vivir tan ricamente  sin estos instrumentos. Basta con tirar de información (sí, de la Wikipedia, antes nos nutríamos de las enciclopedias) para descubrir que tenemos Fax desde los setenta, Internet desde 1989, Wikipedia desde 2001, Facebook desde 2004, WhastApp desde 2009 e Instagram desde 2010.

    ¿Cómo podíamos vivir antes sin estos medios? Pues bastante bien. Teníamos dos manos. Nos faltaba el apéndice en forma de teléfono celular, lo que nos permitía no tener que usar constantemente una mano y uno de nuestros ojos para “enchufarnos” a las redes. Comíamos tranquilamente en una mesa llena de cubiertos y platos, pero sin la presencia de una especie de aportación imprescindible al menaje de comedor: el telefonito que ponemos inmediatamente junto al tenedor y al que miramos subrepticiamente como si tuviéramos esperando la solución de todos nuestros problemas a través del mismo. No veíamos a los transeúntes hablar solos, cruzar semáforos o conducir, mientras conversan o echan un vistazo a las pantallitas, a niños totalmente aislados y enganchados al móvil, adolescentes, jóvenes y mayores que no se comunican como no sea con el aparatito. He visto a ciclistas y ¡caballistas! enganchados al “telefonino”. Antes, mirábamos a nuestro alrededor, saludábamos a los conocidos y conducíamos con cuidado. Leíamos los periódicos, veíamos la 1 y escuchábamos la radio.

    Hace muy pocos años no hacíamos fotos o videos de todo cuanto nos rodeaba, ni los transmitíamos inmediatamente a nuestras allegados y al público en general. No estábamos obligados a contemplar la vida y milagros de los famosos, los youtubers y los frikis, a fin de podernos sentir en “la pomada”. No recibíamos, como hacemos ahora con cierta envidia, las fotos de los manjares que se están jalando nuestros prójimos en el restaurante de moda, mientras nos comemos unos tristes macarrones. Ni nos consultaban nuestros familiares y amigos, desde las tiendas, la belleza o fealdad de las prendas antes de adquirirlas.

     No estoy en contra, ni mucho menos, con el progreso. Procuro aprender y disfrutar de la nueva cibernética y los nuevos medios de comunicación. Pero estimo que la mesura es importante. No hace muchos años teníamos un teléfono fijo o una cabina en el barrio. Pedíamos conferencias –con su consecuente demora- o poníamos telegramas. Escribíamos cartas o nos desplazábamos kilómetros para hablar cara a cara. Posteriormente, pasamos por el “zapatófono” y la búsqueda de cobertura, las tarifas carísimas de los móviles y la popularización de los mismos al descender su costo.

Hoy no podemos vivir sin “el bicho”. En muchas ocasiones olvido mi teléfono móvil. Me encuentro casi desnudo y desasistido ante la situación. Si para colmo lo pierdo, el drama es inmediato. Con él pierdo la agenda, los contactos telefónicos y por correo.  

      Mientras escribo estas letras en mi ordenador (mi vieja Remington arrumbada), contemplo con tristeza unos cuantos sellos de correos innecesarios, una pluma que apenas utilizo, un teléfono fijo anticuado y un Fax que no uso hace años. No tiro nada. Igual tenemos que volver a usar el bolígrafo y a dar recados personalmente.

 Viva el progreso. Pero sin que nos domine y nos despersonalice. Es buena la inmediatez… pero también necesitamos el reposo. El alma se serena.

BUENAS NOTICIAS

3 f, 21

La buena noticia

Por Manuel Montes Cleries

Málaga 3 de octubre de 2021

      Esta semana ha estado llena de buenas noticias para Málaga en general y para mi entorno en particular

      La pandemia nos ha tenido prácticamente inmovilizados. Las buenas noticias sobre su cada vez más creciente control, han permitido que una sociedad enclaustrada se eche a las calles como si de una floreciente primavera se tratara. Málaga hierve de ganas de relacionarse, de encontrarse, de abrazarse; en suma, de ser felices. Los parques, terrazas, el puerto, las playas o el Paseo Marítimo, se llenan de familias alborozadas que caminan liberadas de las ataduras del confinamiento.

    Este sábado, especialmente, he disfrutado de dos buenas noticias que quiero compartir con mis lectores. La primera: recibo una foto de mi hijo Jesús durante la recepción de la misma beca universitaria que yo conseguí hace casi sesenta años. Entonces fue la de Profesor Mercantil. Hoy mi hijo recibe la de Graduado en la Facultad de Comercio y Gestión. (Una nueva versión de mi vieja Escuela de Comercio).

     Cada día se gradúan muchos estudiantes. Pero hay casos especiales. Mi hijo abandonó los estudios a nivel de bachillerato. Casado y con tres hijas los recupera. Acceso a la Universidad y una carrera compaginada con su trabajo y su vida familiar. Muchas horas de esfuerzo y dedicación. Me siento muy orgulloso de él.

    Mi segunda buena noticia de hoy se basa en unas bodas de oro especiales. Creo que no tendré otra oportunidad de asistir a la conmemoración de los  cincuenta años de episcopado de un amigo. A lo largo de mi vida he podido tener cierto trato con diversos prelados de Málaga y de otras ciudades. Pero solo he vivido una amistad, basada en el respeto y la admiración, solo he podido disfrutarla con Don Ramón Buxarrais. Un Obispo catalán-malagueño con un curriculum admirable y un amor y dedicación por los más solos y oprimidos encomiable. Ayer le vi disfrutar escuchando a un niño, del pueblo barcelonés en el que inició su labor pastoral, cantar una bellísima tonada en su lengua materna. Le vi recibir el abrazo fraternal de un montón de sacerdotes y el fervor por su persona de cuantos hemos compartido con él años de alegría y tristezas –como proclamó en su intervención-.

     A lo largo de su intervención, en la Eucaristía conmemorativa celebrada en la Catedral de Málaga, Don Ramón desgranó con sencillez las diversas alternativas de su vida de seguidor del Evangelio. Como cura de pueblo, arcipreste, misionero en Sudamérica, monje trapense, Obispo en Zamora y en Málaga. Su paso un trabajo más sencillo, pero no menos importante,  en Melilla, su dedicación como capellán en la cárcel y su compromiso con la creación de puestos de trabajo en Nador. Ahora, después de superar las dolamas propias de su edad, vive en la residencia del Buen Samaritano en Churriana. Allí me dirijo muchos miércoles a compartir con él la Eucaristía y echar un rato de conversación con mis amigos Ramón y Sergio. Genio y figura de D. Ramón. Gracias por permitirme gozar de su amistad.

     Dos buenas noticias que me honro en compartir con ustedes.

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