LA COPE

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El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries          m.montescleries@telefonica.net 

                                                                     Málaga 28 de noviembre de 2019

 

LA COPE

Hemos podido conocer los datos actuales del estudio general de medios. La COPE arrasa.

 

   Partamos de la base que no tengo ninguna vinculación profesional con la cadena de radio que antiguamente se denominaba Radio Popular.

 

Sin embargo, si he de confesar que durante un corto periodo de tiempo colaboré con la defenestrada Popular TV. de Málaga. Aquello duró hasta que a algún “cerebro” de la administración le dio por quitarle la licencia para dársela a una TV más “bizcochable”.

 

Durante el transcurso de los últimos veinte años he estado vinculado de alguna manera a los medios. Comencé con una columna semanal en el Diario de Málaga y una participación en las tertulias de ONDA 8. Ambos desaparecidos por diversas circunstancias. Estando en la UMA me incorporé a PTV televisión donde estuve varios años en una tertulia y dirigiendo y presentando un espacio semanal con los inmigrantes extranjeros. Escribo dos columnas semanales en diversos medios digitales. Finalmente, durante los cuatro últimos años he dirigido y presentado un programa semanal de radio y otro de televisión en Canal Málaga.

 

Todo este preámbulo lo reflejo para justificar que tengo cierta capacidad para valorar los programas de esa radio que se encuentra casi siempre en mi dial. Desde muy temprano estoy enganchado a sus programas. Lo mismo le pasa a la mayoría de los pertenecientes al “segmento de plata”. Nos encontramos con una programación que defiende los valores cristianos, de la familia y de la solidaridad. Unos espacios cortos y acertados que nos permiten participar de las oraciones de la Iglesia (el Ángelus de cada día) y los mensajes del Papa. Que permite acercarse a la Eucaristía a los enfermos o impedidos; conocer la labor de las instituciones de ayuda eclesiales y estar al tanto de toda la actualidad política, económica y deportiva nacional y mundial. En Málaga emite programas locales desde la delegación de Medios de la Diócesis. Nos cuesta trabajo dormirnos hasta que no se acaba la tertulia del “partidazo” y los espacios de humor del “grupo risa”.

 

Lo bueno de esta programación es que se emiten desde el respeto y la crítica constructiva. A los mayores nos encanta y los datos indican que al resto de la audiencia también. Algo hace bien la Iglesia Católica española. A muchos les molesta. Pero la humildad es la verdad. Son los mejores.

 

                              

 

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         m.montescleries@telefonica.net      Málaga 18 de noviembre de 2019  

 

TELÉFONO DE LA ESPERANZA

   Han pasado cuarenta y tres años desde la implantación del Teléfono de la Esperanza en Málaga.

Una larga etapa transcurrida desde aquél mes de abril de 1976 en el que se abrieron sus puertas. Desde entonces, día y noche, los trescientos sesenta y cinco días del año, una voz amiga ha contestado desde el otro lado del hilo telefónico la frase: teléfono de la esperanza, ¿dígame?

En nuestra Málaga hay gente que vive en soledad –voluntaria u obligada-, con dificultades familiares o de trabajo, enfermedades de todo tipo, crisis en el proyecto vital, situación de duelo, intentos de suicidio, depresiones de todo tipo, etc., etc. Llaman al 952261500 como un recurso –muchas veces el último- para mejorar su situación, enfrentarse o comprender al mundo en el que viven.

El sábado 23 de Noviembre las buenas gentes del Teléfono celebraron los 10 años de permanencia en el flamante edificio que sustituyó a aquel viejo cascarón donde estuvo ubicado desde el primer día. Aquella “casa del gato”, en el número 3 de la calle Hurtado de Mendoza, donde se formaron –y se forman- muchos voluntarios y profesionales que dieron paso a una atención de más de 6.000 llamadas en el pasado año.

Me ha encantado una frase del actual presidente Juan Sánchez Porras. En su intervención durante el aniversario, resaltó que “estamos dando la espalda a la calle de la amargura” y “en la entrada del camino nuevo” que conduce “hacia el mar de la esperanza”. Una parábola que refleja extraordinariamente el espíritu del Teléfono de la Esperanza de Málaga.

Una institución que como tantas otras desaparecería si este puñetero mundo tomara un rumbo más humano y más justo. Pero, desgraciadamente, es necesario un espacio en el que se defiendan los valores de la familia, la atención a los niños y a los mayores, la igualdad y el respeto entre los hombres y las mujeres, el cuidado de los enfermos y el apoyo a sus familiares, la cercanía entre los vecinos, la resolución de los conflictos familiares, el acceso a la vivienda y al trabajo, así como tantas otras deficiencias de una sociedad profundamente injusta e insolidaria. Esas dificultades patentes hacen imprescindibles ese montón de líneas telefónicas de asistencia, existentes en nuestros tiempos, que se encuentran a disposición de cuantos lo necesitan. Entre ellas destaca poderosamente la pionera: el Teléfono de la Esperanza.

Mi buena noticia de hoy me la transmiten tanto el Teléfono de la Esperanza de Málaga como la incorporación de nuevas estrellas a esa pared del colegio público de los Asperones. Sesenta y cinco astros que se corresponden con el número de jóvenes del barrio que han superado su formación y se encuentran camino de estudios superiores. Enhorabuena a unos y otros.

 

 

DAR DE COMER

21 f, 19

 

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries          m.montescleries@telefonica.net 

                                                                     Málaga 21 de noviembre de 2019

 

DAR DE COMER

Parece mentira, pero en pleno siglo XXI seguimos necesitando dar de comer al hambriento, en esta sociedad progresista y europea.

 

   Digan lo que digan “las lenguas de doble filo”, el precepto evangélico de “dar de comer al hambriento”, se sigue necesitando aplicar pese al desarrollo económico de la humanidad. Desde siempre las instituciones cristianas lo han tenido muy presente y han utilizado sus recursos para aliviar la penuria de las clases más necesitadas o, como se dice ahora “familias en riesgo de exclusión social”.

 

En Málaga, allá por los últimos años del pasado siglo, se reunieron un grupo de malagueños (naturales o de adopción) unidos por su fe católica encomendándose a la Virgen de los Remedios (Patrona de Cártama). Decidieron crear un Banco de Alimentos en Málaga bajo el nombre de Bancosol; el Banco de Alimentos de la Costa del Sol. En una cuartelada del mercado de mayoristas malacitano, iniciaron una andadura que ha continuado a lo largo de los años y consolidado en unos almacenes de casi dos mil metros cuadrados, que les que permiten recepcionar, clasificar y repartir -mediante sus entidades de reparto-, una cifra de alimentos que se puede cuantificar por millones de kilos.

 

Cada año, por estas fechas, se procede a realizar una campaña de recogida de alimentos bajo el nombre de la gran recogida. Este año se celebrará los días 22 y 23 de noviembre en la gran mayoría de las cadenas de abastecimiento de alimentos, supermercados y grandes superficies. Miles de voluntarios de todas las edades, provistos de petos identificativos, se harán visibles en las puertas de estos establecimientos solicitando la colaboración de todos los malagueños que, en esta campaña, alcance la cifra de 800.000 kilos.

 

Detrás de todo este despliegue de medios se encuentra el espíritu cristiano que alentó a los fundadores de Bancosol (un Banco con mucho interés). Algunos de ellos se encuentran ya con el Padre y, desde allí, nos siguen alentando a cuantos aliviamos la penuria de nuestros hermanos menos afortunados.

 

Y, como siempre, tengo que resaltar que los miembros “del segmento de plata” se encuentran en primera fila de esta maravillosa obra. Ellos esperan que el resto de los malagueños se involucre en esta tarea con sus aportaciones, y que, de una vez por todas, consigamos erradicar del mundo la pobreza y el hambre. Que consigamos que la justicia distributiva haga innecesaria la caridad.

 

 

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         m.montescleries@telefonica.net      Málaga 18 de noviembre de 2019  

 

Déjame como estoy

 

        A lo largo de esta semana he visto como mis probabilidades de sobrevivir se han ido debilitando.

En otros tiempos acostumbrábamos a realizar una especie de ITV vital basada en unos parámetros médicos, humanos y familiares. Nos hacíamos análisis para conocer nuestros niveles de glucosa, hematíes, colesterol, psa, hemoglobina, nuestro peso, capacidad pulmonar, etc., etc. Después hacíamos recuento de nuestro balance económico, de nuestra vivienda, vehiculo, empleo y posible jubilación. Finalmente echábamos una mirada a nuestra familia –con sus valores añadidos-, nuestra relación con Dios, a nuestros amigos y  el resto de la humanidad. Todo esto nos permitía conocer un poco nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Casi siempre aprobábamos… a veces con nota.

Hoy en día es todo distinto. Si tuviera que presentar mis valores tendría que manifestar que soy un varón heterosexual, padre de familia numerosa, casado desde hace medio siglo con la misma, católico practicante, que no estoy afiliado a ningún partido ni sindicato, ni de extrema derecha ni de extrema izquierda, no soy nacionalista, me siento español, europeísta y ciudadano del mundo, no participo en ninguna tertulia –lo que me permite no tener que recurrir al argumentarlo político de cada día- y finalmente que me atrevo a buscar buenas noticias con ¡la que está cayendo! Un espécimen llamado a la extinción.

Como podrán comprobar, tan solo con abrir periódicos o revistas, ver telediarios o tertulias y escuchar algunos programas de radio, no valgo un duro ni vestido de torero. Claro, por eso no estoy en la “pomada” ni salgo en el “photocall nuestro de cada día”. Hace años que no me piden mi opinión ni me invitan a dar charlas de las que he realizado miles a lo largo de mi vida. Definitivamente, no doy el tipo.

Mi buena noticia de hoy me la transmite esa mayoría silenciosa de personas como yo. Gente corriente y sin brillo público que da el callo cado día y que llega con dificultad a final de mes. Esos españoles que votamos disciplinadamente cada vez que se le ocurre a los interesados. Esos que no ponen barricadas, ni pegan fuego a los contenedores ni cortan carreteras. Esa mayoría de catalanes que no quiere la independencia y ve con estupor como juegan con su futuro en un mercadeo de votos. Ese grupo de personas que repetimos la oración del chiste sobre el accidente en Lourdes: Virgencita, déjame como estoy.

 

 

 

 

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries          m.montescleries@telefonica.net 

                                                                     Málaga 15 de noviembre de 2019

 

PELIGRO INMINENTE

    Tenemos que estar muy atentos los mayores. Ahora van a por nosotros.

 

    Las últimas elecciones al parlamento, ratificadas por el “segundo abrazo de Vergara”, nos han dejado una cierta preocupación a los que nacimos en la primera mitad del siglo XX. Nos hecho recordar aquel viejo chiste que contaba como un hombre llegó muy cansado a la tertulia del bar. Cuando le preguntaron de donde venía tan maltrecho, confesó que venía de enterrar a su suegra. Ante la extrañeza de los contertulios manifestó que es “que no se dejaba”.

 

Aparte de la broma, tememos que estén manipulando nuestras vidas desde su inicio hasta el final de nuestros días. Le ponen nombres para disimular el contenido de lo evidente. Al aborto le llaman “interrupción voluntaria del embarazo” y a la eutanasia o suicido asistido, lo esconden bajo el nombre de “muerte digna”.

 

Me gustaría saber que es lo que se considera como “muerte digna” o “muerte indigna”. Quien es el que pone las normas para diferenciar la una de la otra. Sigo pensando que el protocolo vigente para la ayuda médica en los últimos momentos está lo suficientemente consolidado y aplicado en los hospitales donde  se produce el fallecimiento de los enfermos terminales. Creo que el quid de la cuestión está en propiciar que se pueda morir en paz. Sin acelerar o retrasar el proceso.

 

Por lo tanto manifiesto solemnemente que me dejen morir en paz y cuando me corresponda, Que otro “decretito” no permita a otros tomar la decisión que tan solo debo tomar yo. Comprendo que la esperanza de vida de los que pertenecemos al “segmento de plata” se va alargando. Que “sobramos” muchos mayores y faltan jóvenes. Lo sentimos mucho. Que se pongan a traer niños al mundo y no a evitarlo. Que creen empleo y no se carguen a los empresarios. En fin que cumplan todo lo que prometen en sus programas, pero, sobre todo, que nos dejen morir en paz, cuando nos toque y cuando Dios nos quiera acoger en su seno. He dicho. Cuidadito conmigo.

 

Y lo último. También nos quieren quitar los colegios concertados. Nos quejábamos de cantar el “cara al sol” y nos vamos a tener que aprender “la internacional». Cosas veredes.

 

 

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         m.montescleries@telefonica.net      Málaga 11 de noviembre de 2019  

 

A la caza del voto

 

        Por fin ha acabado el martirio que supone vivir reiterativamente unos comicios. Sobre todo si se acumulan en un corto espacio de  tiempo.

 

El españolito de a pie está hasta las narices de tantas elecciones. Como diría “el Mendo”: “Esta ahíto de tanto parchear y tanto pito”. Semana tras semana nos han estado bombardeando con promesas que no piensan cumplir, con descalificaciones del otro, que podían reconocer en sí mismos mirándose al espejo, y con mítines a los que acuden tan solo los que ya están convencidos.

Ahora comienza el tiempo de las “estampitas”. Sí, como aquello que hacíamos en los recreos: te cambio la de Puskas por la de Kubala (uno es un poco mayor). “Te cambio mis votos por un ministerio y dos direcciones generales”. “Te apoyo en la investidura si me sueltas presos o me pones embajadas”. “Me tapo la nariz y me hago social-demócrata-cristiano-marxista y de las JONS”. Etc., etc.

Ya está bien. A ver si pasan pronto estos días y aquellos a quienes toque comienzan a preocuparse más del futuro y a hablar menos del pasado. A ver si se ponen de acuerdo para trabajar y defender a los españoles y no dedicar el tiempo a cultivar su poltrona y defender a su partido y a sus comilitones.

A ver si  de una vez por todas nos dejamos de perseguir a los cazadores y los pescadores mientras nos comemos una lubina a la sal o un buen guiso de conejo. A ver si nos preocupamos menos de la vida sexual de las gallinas y más de esas pobres mujeres explotadas por los proxenetas en los “bares de luces coloradas”, donde se encuentra el “descanso del guerrero” de algunos “usuarios” de tarjetas bancarias repartidas por los poderes públicos.

Mi buena noticia de hoy me la proporcionan esas voluntarias de Red Madre que han atendido el pasado año a más de doscientas mujeres en Málaga. Esas futuras madres que estaban decididas a someterse a una “interrupción voluntaria del embarazo” y que, gracias a la ayuda de esta asociación, han asumido su responsabilidad como gestantes y han continuado con el mismo hasta el nacimiento feliz de sus hijos. Pienso que esto es “predicar y dar trigo”. A ver si aprenden nuestros flamantes miembros del nuevo gobierno. Que espero lo haya. Ya está bien. Menos manteles y más comida. Menos promesas y más hechos. Menos debates y más atención a la gente de a pie.

 

 

 

LA MADRE

8 f, 19

 

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries          m.montescleries@telefonica.net 

                                                                     Málaga 8 de noviembre de 2019

 

LA MADRE

     Dice un buen amigo que soy una persona que escribe lo que ve cada día. Un observador de la realidad.

Hasta ahora nunca había parado en este detalle. Pero puede que lleve razón. Desde siempre he mirado a mi alrededor y he intentado teatralizar la vida de los desconocidos. Lo hago cada vez que tengo un rato para observarlos. Eso me ha permitido llenar muchas horas de espera obligadas por mi profesión y por mi inveterada costumbre de llegar muy pronto a las citas.

Solo hay que ver la salida de un grupo de niños de un colegio, o una abuela rodeada de sus nietos, o la consulta de los médicos, o un hospital, o una prisión. La presencia de la madre ilumina la escena, la llena de ternura y de auténtico amor.

La madre es el centro de la familia. Un ejemplo de lo que San Pablo definió en el himno a la caridad adaptándolo a la institución maternal: “La madre es paciente, bondadosa, no tiene envidia, no es jactanciosa, no busca lo suyo, todo lo soporta, todo lo espera, todo lo perdona, todo lo sufre, todo…” ¡Qué voy a decir de la madre que no hayamos vivido casi todos nosotros! Queramos o no queramos vivimos en un matriarcado emocional.

Esto lo he observado a lo largo de toda mi vida. La familia se reúne allá donde esté la madre. La madre acompaña siempre en los momentos difíciles y presume de sus hijos, aunque alguno sea un delincuente o un indeseable. Siempre las culpables han sido las malas compañías.

El ser cristianos crea dificultades en la vida, El seguir a Jesús es duro y cuesta a veces. Pero tiene muchas ventajas. Una de ellas me la enseñaron en mi adolescencia los jesuitas que regían aquellas Congregaciones Marianas de la calle Pozos Dulces. Nos enseñaron a amar a la Virgen María. Sobre todo con la frase que nos repetían a menudo “A Jesús por María”. Participábamos de la Sabatina, el mes de Mayo, la novena de la Inmaculada, disfrutábamos del Rosario y aprendimos a querer a nuestras madres especialmente. Afirmaron nuestra fe. Aun nos reunimos más de una decena de aquellos “Kostkillas” una vez al mes y nos apoyamos en nuestra tambaleante vida de mayores.

Afortunadamente los cristianos disfrutamos de dos madres, las mías ambas en el cielo. La que me parió y la que me acercó a Jesús. Los que tengan a una todavía en la tierra que la cuiden y la disfruten. Que sigan permaneciendo alrededor de esa mamá que les recuerda el abrazo constante en la salud y en la enfermedad, en las subidas y, especialmente en las bajadas. La palabra mamá es la primera que se pronuncia. No nos la tiene que enseñar nadie. En la otra vida… también. Allí también te acoge la Otra.

(Una recomendación): Reuníos también alrededor del padre. También tenemos un corazoncito. (Otra observación): Cuando la madre se convierte en abuela… la categoría de su amor se multiplica extraordinariamente.

 

 

DIFERENTES

3 f, 19

 

LA BUENA NOTICIA de Manuel Montes Cleries         m.montescleries@telefonica.net      Málaga 4 de noviembre de 2019  

DIFERENTES

Durante los últimos años he tenido la oportunidad de conocer mejor a aquellas personas que se autodefinen como diferentes.

           Hace muchos años que no voy a los cines. No soporto el volumen con el que se presentan las películas, el frío del aire acondicionado y el consumo de todo tipo de alimentos y bebidas por los espectadores como si no hubiera un mañana. Esta manía personal no me impide en ser un buen aficionado al séptimo arte. Puedo recrearme en todas las películas habidas y por haber, aunque tan solo unos meses después del estreno. En una pantalla chica, eso sí, pero con la posibilidad de repetir escenas y captar diálogos en su idioma original.

Esa manía-defecto mía me permite presenciar el cine a la carta y en el momento que me parece oportuno. Ayer sin ir más lejos, inopinadamente me tropecé con una película de la que había oído hablar mucho. Especialmente después de la diversidad de premios que le han sido otorgados. Se trata de “Campeones”. Una película de 2017 dirigida por Javier Fresser que estuvo nominada para los Oscar y que obtuvo un montón de premios Goya, Feroz y otros muchos galardones. Un guión con frases tan extraordinarias como esta: “Ser subcampeones es más importante que ser campeones; como un submarino es más importante que un marino”.

La película trata de la victoria de la realidad sobre los prejuicios; una crítica del trato despiadado de la sociedad con aquellos que son diferentes. No voy a incidir sobre la trama que casi todos conocen y el mensaje de la misma. Voy a comentarles mi propia experiencia. Me vi totalmente reflejado en la película.

Todo nace de un programa de televisión que realicé hace tres años sobre el trabajo de un grupo de discapacitados en una cooperativa que servía productos de consumo masivo por las compañías aéreas. Al terminar el mismo, el padre de uno de los trabajadores de aquella cooperativa, me indicó con mucho tacto, pero firmemente, que había pecado de paternalista. Aquel aviso me hizo pensar. Yo era uno de esos “enterados” que miran con suficiencia, la superioridad, la distancia y desconicimiento a los discapacitados. Una actitud que los denigraba y faltaba a la congruencia.

Después de aquella experiencia he podido recapacitar y mejorar mi actitud. Hace tres cursos que soy profesor de un grupo de discapacitados intelectuales que preparan oposiciones a auxiliares de la administración pública. He conseguido integrarme con ellos y descubrir esos valores que muchos no les conceden.

Pero aun hay más. Sin haber visto “Campeones”, me había embarcado en otro proyecto que se asemeja mucho a la trama de dicha película. A través de uno de mis programas de radio conocí a otro grupo de personas de todas las edades (desde los dieciocho a los sesenta y tantos) que conviven en un Centro ocupacional para adultos con discapacidad intelectual. Sus dificultades son superiores a los de mis futuros auxiliares de la administración. Pero su ilusión es la misma. Propuse a sus rectores crear una emisora de radio interna realizada en directo por ellos mismos. Un gran éxito. Pronto encontré a locutores, actores, cantantes, bailarines y un público enfervorizado que no paraba de aplaudir. Hicieron espacios de deporte, noticias, discos dedicados y cuanto se les ocurría.

Son “diferentes”. Alegres, cariñosos y como dice uno de los carteles que empapelan sus paredes: ”trátanos como adultos, no somos niños”, son adultos que sufren y disfrutan que quieren y deben ser queridos y aceptados como son. Ellos son mi buena noticia de hoy.