LA BUENA NOTICIA    DE Manuel Montes
                                        Málaga 28 de abril de 2024

     Desde siempre hemos estado acostumbrados a considerar que los mayores podían, y debían, instruir a los más jóvenes

      Como decía la zarzuela: “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”. Lo que sabíamos ayer es totalmente obsoleto hoy. Las actuales generaciones están más preparadas de lo que los mayores podemos pensar. He descubierto que, hoy en día, los niños ayudan a hacer los deberes a los abuelos.

         Como siempre, tiraré de una de mis vivencias. Necesito confeccionar un póster para un trabajo de historia antigua. Muy ufano yo, tiro de ordenador y me pongo a la tarea. Inmediatamente surge el primer dilema: ¿qué sistema elijo? Se abre todo un horizonte: powerpoint,  Canva, etc. Un universo de sistemas que se escapan a mis pobres conocimientos.

     Recurro a mi hija, maestra en activo, y me da varios consejos. El más importante: “Será mejor que te asesore tu nieta de 12 años, que domina más el tema”. Una vez recorridas dos generaciones familiares, me encuentro con una niña con un dominio de la técnica que me apabulla. Hacemos el trabajo en un santiamén.

     ¿Dónde está la buena noticia? La buena noticia se basa en que las nuevas (las últimas) generaciones han aprendido a manejar los ordenadores antes de hablar. Tengo nietos con un año, que manejan con soltura el teléfono móvil. Cuando nosotros llevábamos pizarra, pizarrín, lápiz, lápiz tinta, plumilla de la Corona, bolígrafo Bic o gomas Milán al colegio, ellos llevan un “ordenata” que sustituye todo lo anterior y les da las tareas casi hechas.

    Es una buena noticia que mi nieta Alejandra (12 años, sexto de primaria),se ponga a ayudarme a hacer los deberes pacientemente. Nos van a poner una buena nota. Definitivamente se han cambiado las tornas.

   (Se me olvidaba, parece que ahora es preceptivo hacer una declaración de principios. Por si acaso. Estoy enamorado de mi mujer desde hace 57 años. ¡Ojo! Que dimito).

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries         

                                                  Málaga 18 de abril de 2024

    Cuando alguien te dice que te encuentra muy bien, se te encienden de nuevo las luces de alarma

     Aquellos que podemos hablar con soltura del mundo de mediados del siglo XX, nos encontramos a menudo con “amigos” que te dicen sin recato: ¡Qué bien te encuentras!  Tate; estás hecho una birria y eres otra de las victimas del edadismo. Ese tipo de persecución que sufrimos los que no jugamos al tenis a diario y que repetimos un par de veces las mismas cosas.

     Hoy he sufrido una humillación que ha tocado mi fibra sensible. Por lo visto he llamado a un número equivocado (que estaba errado en la página web correspondiente) y por pocas me dicen que soy un inútil y un pesado. No me lo han dicho, pero me lo han insinuado.

     El tema era que estaba hablando con alguien con el que colaboré hace casi 30 años y, entonces, me consideró muy útil. Así es la vida. Estamos sometidos al escrutinio diario de cuantos nos rodean. Aprovechan el menor fallo para recordarte que estas fuera de onda.

     Sí alguien habla atropelladamente, no proyecta su voz o habla demasiado bajo, enseguida te envían a uno de esos establecimientos que nos bombardean constantemente con anuncios de “sonotones” y similares. Entre los odontólogos, los oftalmólogos y los otorrinos vamos a acabar siendo una especie de robot.  

    Nos tenemos que armar de paciencia y comprarnos un diccionario español-argot moderno a fin de poder identificar que nos dicen o con quien nos comparan.

     Esta mañana, dentro de un grupo de jóvenes, salió a relucir un periodista muy famoso hasta anteayer: Jaime Peñafiel. De 40 años para abajo no le conocía nadie. Como se nota que no leen el Hola ni en las peluquerías. Por el contrario, yo no se lo que es un like, ni tengo cuenta en Instagram. Así me va.

    En fin. Buscaré a un gurú influencer  que me ponga al día, con el  fin de no hacer el ridículo. Entre tanto me entretendré apostando por que va a hacer el Presidente el lunes. Esto es bastante entretenido. El martes… volveremos a las andadas.

LIBROS

21 f, 24

LA BUENA NOTICIA  DE MANUEL MONTES CLERIES
                                            Málaga  de abril de 2024

     He caído en la tentación de hacerme con un libro electrónico. Desde entonces los libros han perdido para mí parte de su encanto

     El progreso trae consigo esas secuelas. La falta de espacio me ha obligado a desprenderme de la mayoría de los volúmenes que atesoraba amorosamente desde que tengo uso de razón.

     Dado que no he podido rematar al gusanillo de la lectura, afortunadamente, mal que bien, he seguido apañándomelas con la consecución de libros en edición digital. Nada que ver con el tacto y el olor de un volumen. Nuevo o viejo. ¡Esa posibilidad de hojearlo volviendo atrás y adelante! ¡Ese mundo maravilloso del altillo de la Librería Denis, en el que Jorge reinaba como experto hacedor!

      Por suerte he podido volver a las andadas. Poco a poco me voy haciendo de libros. Libros de consulta que compro o saco de las bibliotecas de la UMA. Libros que me permiten indagar en sus tripas, ojear y hojear muchas veces y, si son de mi pertenencia, subrayarlos sutilmente con un lápiz.

    La buena noticia de hoy, aunque me cueste reconocerlo, estriba en que los nuevos descubrimientos nos permiten acceder a todo un universo de lectura en todos los formatos y en todos los idiomas. Las ediciones digitales se pueden bajar o adquirir con facilidad y a unos precios bastante apañados.

     He descubierto que, al final, todos somos un poco Quijotes. Los libros llegan a desbordar nuestras mentes y a excitar nuestros deseos de conocer. Bendita locura que nos hace abrir el campo de nuestro conocimiento a través de una pequeña pantalla, lo que nos permite recuperar cuanto se ha escrito en el mundo a lo largo de los tiempos.

    Pero donde se ponga un libro nuevo, interesante, con olor a imprenta y lleno de cultura o nuevos descubrimientos, que se quiten las pantallas. Lo siento. Son cosas de viejo.

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries         

                                                  Málaga 18 de abril de 2024

    Cuando nos encontramos en época de elecciones, los políticos aparecen totalmente sonrientes ante sus seguidores

    Se trata de una tónica general. En el momento en que entran al lugar donde se celebra el mitin, todos comienzan a aplaudir como si no hubiera un mañana. Los ponentes y los asistentes exhiben una amplia sonrisa “profidén”. Se instala detrás del estrado una galería de jóvenes (lo más granado del lugar) que también aplauden a la orden del organizador del evento, que utiliza la técnica del regidor de televisión, para pedir aplausos en el momento oportuno.

    Esta situación es bastante chocante. ¿Se alegran por los “brillantes”  resultados de su gestión o por los fracasos del contrario, al que van a pasar a crucificar minuciosamente a continuación? ¿Van a volver a repetir una serie de promesas que saben que no van a cumplir?

   ¿No deberían aparecer compungidos y arrepentidos por sus pobres resultados y, a continuación, declarar su propósito de enmienda? Nada de eso. Volverán a abrazarse entre sí y a felicitarse de haberse conocido. Todo esto, hasta que no cambie la tortilla y donde dijeron digo quisieron decir diego. Seguirán visitando mercados, besando ancianos y acunando niños en sus brazos. Hasta las próximas elecciones. Después si te vi… no me acuerdo.

     Creo que ya no engañan a nadie. Solo van a escucharlos los que son seguidores acérrimos ciegos y sordos para las nuevas ideas. Se echan en falta aquellas primeras elecciones democráticas. Cuando acudíamos a prestar atención a todos los ponentes a fin de conocer los distintos mensajes y obrar en consecuencia.

     Desgraciadamente acabamos votando al menos malo. O en blanco. Para intentar no ser cómplices de aquellos que nos están mintiendo descaradamente. Porque no dicen lo que piensan, ni hacen lo que dicen.

     En estos momentos recuerdo como, en el siglo pasado, en una especie de photoshop, desaparecía misteriosamente de las fotografías la imagen de alguno de los que asistían a los mítines políticos. A lo largo de los tiempos muchos de los aplaudidores sonrientes, van a cambiar de idea a lo largo de los años y van a desear que nadie les conozca. Cuestión de chaquetas.

    Hasta que pasen las elecciones los telediarios se abrirán con sonrisas, abrazos y aplausos. ¡Mientras no sea con puñaladas! Iremos bien. Pero que me expliquen cual es el motivo de sus risas.

CHANQUETES

14 f, 24

LA BUENA NOTICIA  DE MANUEL MONTES CLERIES
                                            Málaga 14 de abril de 2024

      Posiblemente los lectores que no sean malagueños no entenderán lo que encierra este artículo

     Sin embargo, aquellos que hemos podido disfrutar a lo largo de nuestra vida de ese manjar, añoramos la presencia en nuestras mesas del chanquete, desde aquella aciaga fecha del verano de 1988 en la que se prohibió su pesca y comercialización.

    Los que nos hemos criado a orillas del Mediterráneo, sabemos distinguir perfectamente a los pescados pertenecientes a la especie aphia minuta de las crías de otras especies. Los expertos los conocen muy bien y los distinguen al momento. A lo largo de muchos años una sarta de desalmados esquilmaron nuestras costas recogiendo crías de otros peces para dar “morralla por chanquete”. Esto provocó la prohibición.

     Todo este pensamiento surge de un mensaje que recibí ayer. En el mismo se incluía una foto de un “rancho” de chanquetes que despertó mi envidia. Me consta que circulan muchos kilos de este pescado delicioso por las redes marginales. (He podido comprobar que en algún restaurante madrileño siguen sirviéndolos a veces).

     Durante una época de mi vida pertenecí a la tripulación de un boliche que echaba sus redes en las playas rinconeras. Mi trabajo en la barca de “Juanillo el Ufemia”, consistía en “jalar” la veta de levante  con una tralla y aprovisionar a la tripulación con tortas de algarrobo y aguardiente revuelto. Participaba del reparto en especie. Una bolsa del pescado obtenido, que hacía poner el grito en el cielo a mi esposa, harta de freír chanquetes y gastar aceite. Recurríamos a la tortilla y al “en blanco” para gastar el suministro chanqueteril y repartíamos con los vecinos el resto.

     Desgraciadamente aquello se acabó. Ahora pretenden conformarnos con una especie de trozos de plástico a los que les han pintado los ojos provenientes de la China. Pretenden engañarnos como hijos del celeste imperio con algo a lo que podemos llamar “xianketes”. Conmigo que no cuenten.

   La buena noticia de hoy  es que aun podemos disfrutar de los manojitos de boquerones, las conchas finas, los calamares, las gambas de la bahía, los chopitos, etc. Desgraciadamente han desaparecido los copos, pero aun llegan cada mañana a los puertos de la Caleta, o al propio de Málaga, sardinas plateadas o jureles grandes para espetar y todos esos manjares que cuestan un riñón pero que valen un Potosí. Aquí si que entendemos de pescado.

    ¿No se podría abrir la veda un poquito? Temo que algunos chanquetes malagueños estén muriendo de viejos.  

COMPARACIONES

11 f, 24

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries         

                                                  Málaga 11 de abril de 2024

       Dicen que las comparaciones son odiosas. Pero no cesamos de comparar y nos convertimos en gruñones

       Los miembros del segmento de plata, a los que envío estas reflexiones especialmente, somos muy proclives a manifestar nuestro rechazo a muchas de las cosas que suceden a nuestro alrededor. Sin darnos cuenta caemos en el síndrome del “abuelo Cebolleta” proclamando aquello de “en mis tiempos…”.

      La realidad de los hechos nos confirma que estos tiempos son mejores aunque distintos. Lo que verdaderamente hacemos patente con nuestras palabras, es que hemos menguado, mientras que el mundo ha dado pasos hacia delante de una forma desmesurada.

      No nos gusta la Málaga en la que vivimos porque añoramos aquella Málaga coqueta de muchas tabernas y una librería. Hoy tenemos muchos bares, muchos restaurantes, algunas librerías y muchos museos. Queríamos que vinieran turistas a raudales y nos han llegado de tal forma que ahora los visitantes somos los propios malagueños.

     Nos quejamos del tráfico excesivo y la carga que es para nosotros movernos en cualquier tipo de vehículo por la ciudad. Olvidábamos cuando lampábamos por tener una bicicleta, un Vespino o un 600. Nos quejamos de lo caro que está todo –pero tenemos de todo- y olvidamos cuando todo era más barato, pero no lo podíamos comprar.

     Creo que tenemos que adaptarnos a los signos de los tiempos. Vivir nuestra senectud con dignidad y aceptar un mundo que nos parece loco, pero al que se adaptan con facilidad los que tienen la edad y el vigor para afrontarlo.

    Lo que no tiene enmienda es el egoísmo imperante desde siempre  y la capacidad que tenemos de pedir que el mundo gire a nuestro alrededor y todo se haga a nuestro gusto. Pensamos que todos andan con el paso cambiado menos nosotros.

     Hoy he reflexionado de esta manera a consecuencia de mi paso por las aulas universitarias junto a jóvenes que pueden ser mis nietos. Me cuesta cierto trabajo entenderlos, pero descubro que tienen los mismos valores o más que teníamos los de mi generación. Están en un mundo más globalizado y menos cercano, pero están muy bien preparados y sabrán afrontar un futuro que se presenta difícil, pero que serán capaces de manejar. Veo a dignos profesores que dan clase en camiseta y con pendientes. Recuerdo a los tiempos de chaqueta y corbata. Pero estos de ahora son excelentes, dan las clases extraordinariamente y son muy cercanos.

     Las generaciones son como los marcos que describen los cursis: incomparables. Así que… vivamos el presente.

LA BUENA NOTICIA  DE MANUEL MONTES CLERIES

                                            Málaga 7 de abril de 2024

      Mi tendencia a una constante pérdida de los papeles se va acrecentando día tras día

      No sé lo que me sucede. A cado momento vuelvo sobre mis pasos motivado por la búsqueda de algo que, misteriosamente, ha desaparecido. Gafas, bolígrafos, gorra, tijeras, llaves. Toda una serie de objetos comunes que se ocultan de nuestra vista y nos llevan a jurar en arameo. Termino invocando a San Cucufato, amarrándole determinada zona del cuerpo y esperando el milagro.

     Lo último que he perdido han sido los papeles. Sí esos documentos que habías guardado celosamente y que, cuando los necesitas, se han esfumado. Revuelves cajones, carpetas, estanterías, archivadores y, sobre todo tus meninges. Habrá que buscar una solución: rehacerlos.

    El problema surge cuando no se trata de tus propios papeles, sino los de la sociedad. Los dirigentes que parecen que han hecho caso omiso de las rogativas que hacemos los cristianos por ellos, especialmente en la Pascua de Resurrección, siguen tozudamente el criterio de perder los papeles (su cordura) constantemente y “mantenella, no enmendalla”.

    Aparte de perder los papeles, pierden la dignidad e incluso la vergüenza. Se insultan de una manera despiadada y contestan a cada interpelación con el “y tú más”. Mientan a sus ascendientes, descendientes y toda clase de parientes tachándolos de facinerosos, ladrones, prevaricadores y toda clase de lindezas. Todo ello sin dejar de rasgarse las vestiduras cuando un pobre individuo de a pie dice algo políticamente incorrecto. Estamos perdidos si caemos en ese error.

      Mi buena noticia de hoy se basa en que cuando perdemos los papeles podemos volver a encontrarlos. En mi caso, pediré duplicados de las facturas extraviadas y “desfaceré el entuerto”. Lo que están liando los parlamentarios no tiene nombre. Ni apenas solución.

Matusalén

4 f, 24

El segmento de plata

Por Manuel Montes Cleries         

                                                  Málaga 4 de abril de 2024

Matusalén

   Matusalén es un personaje del Antiguo Testamento. En uno de sus libros se supone que vivió 969 años

   Esta cifra surge de la genealogía (bastante inventada) que conecta a Adán y Eva con Noé. La serie de datos que se fueron transmitiendo oralmente de generación en generación, permitió establecer unas cifras que son claramente rebatibles. Parece ser que alguno de los recopiladores de textos anteriores, confundió los años con los meses, así que se considera que su fallecimiento se produjo a la edad aproximada de 72 años –que ya era avanzada para aquella época- y que es bastante asumible. El caso es que a aquellos que alcanzan una edad muy provecta se les compara con Matusalén, del que se sabe poco más.

    Su historia ha venido a mi memoria al conocer el fallecimiento del que se considera como el hombre más longevo de esta época. Un venezolano –Juan Vicente Pérez Mora- que falleció días atrás a la edad de 114 años. Un superviviente de una vida dedicada a la agricultura, en medio de un país que soporta unos dirigentes que les gobiernan de una forma nefasta -uno tras otro-. Esta circunstancia hace a nuestro “superabuelo” aun más resistente.

    Si miramos hacia atrás, los pertenecientes al “segmento de plata” también hemos vivido gran parte del siglo pasado y parte del actual. Seríamos unos “matusalenes” comparados con los de nuestra edad de generaciones anteriores. Esta idea me propicia una moraleja: Tenemos que aplicar estas posibilidades que disfrutamos para aprovechar las oportunidades que nos da el vivir tantos años. Canalizar nuestros conocimientos y nuestro tiempo libre a hacer más fácil la vida de cuantos nos rodean.

     Descanse en paz este venezolano –Juan Vicente- que ha dejado huella de su paso por el mundo. Los últimos datos que nos constan recogen que ha tenido 11 hijos, 41 nietos, 18 bisnietos y 12 tataranietos. Creo que ha cumplido con la sociedad.